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Francisco Goya Santesteban

Soy un lector sin herramientas, medios ni conocimientos para proponer soluciones a esta situación de pandemia, que lejos de mejorar resulta más preocupante cada día.

Quienes se dedican de forma activa a la política son quienes, con sus decisiones han propiciado la destrucción y la masacre o el progreso de las sociedades.

En Historia de las Relaciones Internacionales (Anagrama 2019) varios historiadores e historiadoras especializados en Relaciones Internacionales explican de forma comprensible y sencilla cómo han sido las relaciones internacionales desde las guerras napoleónicas y el Congreso de Viena de 1815, hasta nuestros días.

Las relaciones internacionales, la diplomacia y el derecho público internacional se ha ido construyendo para ir poniendo cimientos basados en el consenso y la aceptación por todos de unas serie de normas (a veces por imposición), eso es lo que ha permitido ir avanzando y construir, después de la destrucción causada por las personas por la única ambición de poder.

A comienzos del siglo XIX, la estrategia estaba basada en sucesivos acuerdos y ententes que se establecían en función de los intereses de cada una de las potencias. El juego de equilibrios se fue rompiendo por las ambiciones imperialistas de las potencias y sus deseos de expansión territorial.

Tras la I Guerra Mundial, se creó la Sociedad de Naciones como instrumento para regular las relaciones entre los Estados, basándose en los famosos 14 puntos de Wilson y que nunca llegó a funcionar del todo. El idealismo de Wilson chocó con el realismo de Francia, la sensación de humillación de Alemania por las excesivas exigencias de la Paz de Paris tras la guerra y el deseo de Gran Bretaña de seguir controlando su imperio marítimo y su expansión sin injerencias externas.

La devastación producida en la II Guerra Mundial, la destrucción ocasionada propició que acuerdos que posibilitaron la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y que se firmase la famosa declaración de los Derechos Humanos de 1948. Además se fue construyendo paulatina y progresivamente un sistema de protección para las personas, al menos en el mundo occidental. El sistema de bienestar social, con sus errores y lagunas ha posibilitado que millones de personas en toda Europa y por extensión en otros países, hayan contado con una red de protección, más o menos extensa y tupida ante posibles dificultades.

Los distintos países, en una fuerte oleada anticolonial a partir de los años 60, fueron haciéndose independientes, intentando evitar el control de las potencias coloniales que explotaban sus recursos, quedándose en general con la mayor parte de los beneficios y empobreciendo aún más a los habitantes especialmente en zonas de África y Asia. Un proceso de descolonización mal resuelto posibilitó las continuas guerras en el sureste asiático y en África, que aún hoy continúa desangrándose y subsistiendo en la miseria, sin que el mundo rico le preste demasiada atención, como no sea para marcar su influencia en un nuevo neocolonialismo (caso de China y su implantación en África en la actualidad)

La Guerra Fría hizo que se levantaran muros y que se buscase el enfrentamiento nuclear. El potencial destructivo de esas armas mantuvo un precario equilibrio (como antes lo había constituido el sistema de alianzas). Con la caída y desaparición de la URSS solo quedó un modelo hegemónico y cultural en el relato: la ideología liberal campaba a sus anchas y Estados Unidos era la única superpotencia mundial, no había espacio para otras maneras de pensar y desarrollarse.

El impulso constante de la globalización, el consumo masivo, el control de la tecnología han hecho que el mundo sea ahora mucho más pequeño y estrecho; todos estamos conectados y podemos saber qué pasa al momento en cualquier parte del mundo. Ha habido una movilización masiva de personas y capitales desplazándose a cualquier parte del mundo. Esto no ha sido un problema mientras quienes se desplazaban eran ricos y movían su dinero. Cuando quienes se desplazan son familias sin recursos o que huyen de guerras y conflictos, ponemos muros, creamos campos de refugiados o permitimos que se ahoguen en el mar.

Sin embargo, una pandemia nos ha afectado a todos a nivel mundial, nuestro modelo de sociedad posiblemente ha contribuido a ello y la clase política actual, en lugar de buscar soluciones se enzarza en discusiones y en cuestiones de imagen. Son quienes se dedican a la política quienes deben encontrar las soluciones para que podamos seguir progresando como sociedad. Nuestra responsabilidad como ciudadanos pasa, en mi opinión, por estar informados y elegir cuando corresponde a representantes que actúen en beneficio de todas y todos, no únicamente según sus propios intereses.

En esta situación de pandemia y con crisis sanitaria, social y económica de esta magnitud es descorazonador comprobar cómo los políticos de cualquier signo, se pelean entre ellos, se insultan y se olvidan de la ciudadanía porque solo piensan en sus intereses. Lograr acuerdos que mejoren la situación de las personas debería constituir su única obligación, sea cual sea la administración. ¿Tenemos que llegar a situaciones como las descritas más arriba para poder alcanzar acuerdos? Cuando esta situación pase será el momento de exigir y dirimir responsabilidades, mientras tanto, solo cabe, en mi opinión, la unión de todos con un único objetivo: superar la pandemia y fortalecer la cohesión económica y social.

Francisco Goya Santesteban es socio de infoLibre

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