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Librepensadores

Fe e ilusión

Rocío Ruiz Braña

Soy profesora de Educación Secundaria y Bachillerato desde hace 25 años, 10 de los cuales he sido cargo directivo; conozco algo el funcionamiento de un IES y el de la Administración, la andaluza en mi caso.

Me consta que cada uno de nosotros hizo lo que pudo y supo cuando el viernes, 13 de marzo de 2020, nos fuimos a nuestras casas sin saber nada de lo que íbamos a poder hacer para mantener nuestra labor docente: medios, tiempos, contenidos, etc. Era el momento de cuidar la salud y de arrimar el hombro como se pudiera.

Durante todo ese tiempo, nos sentimos abandonados como trabajadores por parte de la Conserjería de Educación y Deporte de Andalucía: que cada centro haga lo que pueda, como pueda y con lo que pueda. Incertidumbre y tensiones, laborales y personales, en toda la comunidad educativa por la falta de información y el abandono de quienes tenían el poder de decidir, pero también la obligación de gestionar.

Llegamos a junio y se nos dieron unas instrucciones confusas sobre la famosa evaluación, siguiendo el modelo del Gobierno central. Y empezamos a leer ya la frase tan socorrida de “autonomía de los centros”; para esto sí éramos libres de decidir… Y empezamos a tragar.

Empezó el verano y se nos dijo que no había tanto peligro, que el virus se iría con el calor. Se olvidaron de los centros escolares; redactaron algunas guías, órdenes, instrucciones variopintas, irrealizables, dejando toda la responsabilidad a los equipos directivos de los centros. Estos, durante los meses de verano, planificaron, idearon, estructuraron, hicieron malabares para intentar poner en práctica lo que soportaba el papel… Y tragamos.

No se oyó nada por parte de los sindicatos, ni en los medios de comunicación hasta los últimos días de agosto: como el famoso anuncio, se avecinaba “la vuelta al cole”. Y, en Andalucía, llegaba en septiembre con los exámenes extraordinarios.

El día 1 de septiembre comenzamos las pruebas de recuperación. Tenía exámenes los días 1 y 2. Salvo dos botes de gel a la entrada de mi centro y muchas flechas y líneas de colores pegadas en el suelo, nada nuevo: mesas sucias, ventanas sin limpiar, no hay geles, ni jabón en clase o aseos, no hay mascarillas... Los días 4 y 7 vuelvo a ir para “atención a las familias”; la situación higiénica es la misma.

El día 4 se publican unas instrucciones donde se nos ofrece la solución: podemos flexibilizar las enseñanzas. A fecha 4 de septiembre, mostrando un desconocimiento absoluto de cómo se organiza un IES (plantilla, montaje de grupos con sus optativas, realización de horarios…) y un menosprecio aun mayor al trabajo de los equipos directivos, se nos pone el caramelo en la boca de poder desdoblar los grupos de 28, 29, 32 o 34 alumnos o más en dos, ¡hasta nos dan opciones!: con cámaras en clase y la mitad del alumnado en casa (sin tener ni cámaras, ni infraestructura); con el grupo entero en casa en tiempos alternos o con mitad y mitad (sin que haya ordenadores ni en casa, ni en el instituto). ¡Y nos dejan elegir cómo! ¿Se alternan por semanas, por días, o por franjas diarias? Que cada centro decida lo que quiere hacer, a la carta. Hasta nos dan 4 días para hacer un comienzo escalonado; curiosamente, en esos días hay convocadas movilizaciones por los sindicatos…

Y caemos en la trampa y seguimos tragando.

15 de septiembre: comenzamos las presentaciones con los grupos. Una hora y cuarto con 32 alumnos en mi tutoría de 4º de ESO, en un aula en la que no se puede mantener distancia alguna: una mesa para cada dos alumnos, codo con codo, (no son mesas individuales, a pesar de que se han pedido desde junio), un dispensador de gel en la pared y nada más. Cada adolescente con un tipo de mascarilla, la que quiera; a mí me dan, cuando la pido, una quirúrgica. EPIS pocos y escasos. La empresa pública, la misma que exige a las privadas que cumplan las medidas con sus trabajadores. Y tragamos.

Empezamos las clases normales el 21 de septiembre. En 1º y 2º de ESO vamos a estar en esas aulas con más de 25 alumnos, controlando que se laven las manos, tengan la mascarilla limpia, no toquen nada… además, tendremos que limpiar los elementos de uso común, vigilar si hay alguna incidencia… y enseñar.

Con los grupos que flexibilizan, daremos una semana presencial con 16 o 17, y a la otra con la otra mitad. Mientras se vende la panacea por parte de nuestro consejero o nuestra viceconsejera, se esconde la realidad: no están aun operativas las plataformas, el alumnado que está en casa no tendrá ningún apoyo, no nos han dotado de medios informáticos (ni al centro, ni a los docentes, ni al alumnado), no tenemos tiempo para coordinar y planificar porque nos cambian las instrucciones de un día para otro…

Pero eso sí, las clases son seguras porque ¡tenemos los protocolos covid! Documentos oficiales, realizados con toda la buena voluntad de los equipos directivos, del profesorado y de las familias que los han elaborado, pero que son imposibles de llevar a la práctica, por no decir que no ha dado tiempo de conocerlos, puesto que las instrucciones cambian de un día para otro…

También están los famosos “grupos burbujas”, el personal vulnerable al que no se tiene en cuenta, los medios humanos y materiales que no llegan… Tanto y tanto humo que están vendiendo. El papel lo soporta todo. Y seguimos tragando.

Y hete aquí que, con toda la tensión y la incertidumbre acumuladas, vemos en un vídeo que ya se ha hecho viral cómo el señor Imbroda le dice a una compañera, que tuvo el valor de transmitirle su opinión, que lo que tenemos que tener es “fe e ilusión”. ¡Fe e ilusión! Intento tragar, pero ya me atraganto…

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Señor Imbroda, soy profesora y educadora desde hace 25 años, con vocación y amor a mi trabajo, y distingo muy bien entre la ilusión y lo ilusorio. En cuanto a la fe… La razón, la palabra, el intercambio de opiniones; el fomento de la igualdad, la tolerancia y el respeto.

Principios de nuestro sistema educativo público y laico que usted, señor Imbroda, con su desprecio por lo público, está destruyendo.

Rocío Ruiz Braña es profesora de Lengua castellana y literatura en Sevilla y socia de infoLibre

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