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Fusilar a 26 millones de hijos de puta

Librepensadores nueva.

Marcelo Noboa Fiallo

¿Vuelve el ruido de sables? O, en realidad, ¿se ha ido alguna vez? Hablar de “ruido de sables” en el segundo decenio del siglo XXI en un país de la Unión Europea, suena a película de Berlanga o a carcundia invernando bajo el palio de “atado y bien atado”. Lo cierto es que no ganamos para sustos. En pleno debate sobre los presupuestos (no creo que haya otro debate más importante en una legislatura que la aprobación de las cuentas del Reino); metidos de lleno en la segunda ola de la maldita pandemia con más de 300 muertos diarios; discutiendo si son galgos o podencos para salvar la Navidad y “disfrutando” de que, una vez más, el mundo rico podrá vacunarse mucho antes que los miserables del resto del mundo; nos desayunamos con la “escopeta nacional” en versión 2020.

La carta de 73 mandos militares jubilados dirigida al rey mediante la cual expresan su “preocupación” por la deriva del país en manos de un gobierno social-comunista, filoterrorista y separatista, es decir, utilizando un copia y pega del discurso de Vox y, publicada en primera instancia por El País y luego infoLibre, en una magnífica labor de periodismo de investigación, publicando los descarnados y patéticos audios de unos salvadores de la patria berlanguianos, nos han recordado que todavía estamos en la España de la caspa.

El lenguaje zafio, vulgar, machote, alevoso, amedrentador, de estos salvadores patrios en sus alocuciones, han dado una vuelta de tuerca a lo que nos tenía acostumbrados Vox desde que entraron en el Parlamento, la amenaza de fusilar a 26 millones de españoles para “limpiar” su España del virus de la tolerancia y de la convivencia, terreno en el que ellos se mueven muy mal porque añoran la España del dictador.

Son como el monstruo del Lago Ness, aparecen cuando hay terreno abonado para ello. Lo hicieron en el 36, no pudieron fusilar a 26 millones, pero ganas no les faltaron, dejaron 200.000 en las cunetas que, a fecha de hoy, todavía no se ha podido desenterrar. Lo intentaron en la Transición y con los gobiernos de Suárez y González, mediante las operaciones sediciosas en las que soñaban con el golpe de estado que los devolviera a la “España una, grande y libre” (operación Galaxia, operación Gladio, Guerrilleros de Cristo Rey, 23F, junio de 1985…).

Lo hicieron con “la noche de los cuchillos largos” (23/F) que tenían preparada si hubiese triunfado el golpe militar. Fue la revista Cambio/16, quién publicó la “Lista negra del 23 F” en agosto de 1982 y cuya autoría, por entonces, se atribuyó a las llamadas “Milicias Patrióticas Populares” (grupo ultra, escindido de Fuerza Nueva). En ella aparecían en lugar destacado los nombres de artistas e intelectuales comprometidos con la izquierda, Manuel Vázquez Montalbán, Rafael Alberti, Antonio Gades, Pepa Flores, Raimón, Lluis Llach, Paco Ibáñez, Joan Manuel Serrat… En otro apartado aparecían los principales líderes políticos de la izquierda y de los sindicatos y finalmente, provincia a provincia se desgranaban (en letra pequeña) los nombres de personalidades, políticos locales, militantes de base que teníamos alguna implicación con la cultura o la militancia política en la izquierda. Todos debían ser paseados el día después del golpe militar.

Ensoñaciones todas que nos avergonzaban ante Europa y el mundo, pero no nos engañemos han tenido y tienen sus efectos, desde una doble perspectiva. Por un lado, la carcundia mantiene vivas las “aspiraciones”, porque su caudillo les legó como herencia el “atado y bien atado” y la presencia de Vox en el Parlamento está para testificarlo. “Son nuestra gente”, así se expresaba la diputada por ese partido, Macarena Olona, a la pregunta que el diputado socialista, Odón Elorza, le hacía sobre si él y su familia estaban dentro de los 26 millones que iban a fusilar y si Vox estaba de acuerdo con ello. “Son nuestra gente”, repitió.

Y, por otro lado, “rebajar” las expectativas de la izquierda, de las políticas progresistas, de las políticas más igualitarias. Sucedió con los gobiernos posteriores al 23F con la espada de Damocles sobre La Moncloa, frenando avances sociales más justos. Quieren repetirlo ahora, ante un peligroso gobierno social-comunista, filoetarra. La primera reacción de Pablo Casado (PP) ante la pregunta de una periodista sobre el esperpento, no deja lugar a dudas: el silencio acompañado de una sonrisa maliciosa. Al día siguiente (se ve que alertaron de la barbaridad), rectificó.

El “no pasarán” es ahora su consigna, por eso gritan y reivindican, “libertad, libertad” desde el barrio de Salamanca (Madrid), aunque su grito suene patético, salido de sus gargantas cansadas de cantar el “cara al sol”, cuando Franco fusilaba a los que de verdad, no sólo pedían libertad, sino que la necesitaban como el aire para respirar.

Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre

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