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El 'trumpismo' de Trump y CIA

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César Moya Villasante

Está claro que el trumpismo es obra de Trump. Pero hay otros que le siguen que será la derivada del que él ha dejado, en teoría, por la pérdida de la presidencia USA, pero que quizá sea aún peor. Suele ocurrir que los alumnos pueden superar al maestro cuando lo que se trata es la exageración y el exceso en todo.

Trump ha rematado una obra que empezó el neoliberalismo allá por el fin del comunismo y que se desarrolló en la última década del siglo pasado. Eso fue deteriorando la calidad democrática dejando paso al poder del mercado como único valor. Poco a poco se destruyeron los valores del ser humano porque el dinero podía comprar cualquier voluntad o principio y se hizo así durante más de veinte años de sistema económico muy bien pensado para partir en dos sociedades al mundo aprovechando la globalización. Siempre hubo esas dos ciudadanías de ricos y pobres, por explicación simple, pero ahora, con la llegada de Trump, se le añade un capítulo aún más peligroso. El neofascismo. Y le añado lo de neo por ser de este siglo, pero, al fin, es el mismo que conocimos en los inicios del siglo pasado. Con una diferencia que muchos consideraran positiva. Ya no se ganan las guerras con tanques o misiles. Ahora se ganan con dinero y sin nadie que le ponga control. La diferencia entre Hitler y Trump es que aquel duro poco tiempo, suficiente para provocar grandísimos desastres humanos. Trump llegó y solo duro cuatro años oficialmente, pero en España, por desgracia tiene la continuidad de un partido de su órbita como Vox reconociendo cada día que ellos comulgan con sus principios. Y ese es el gran problema que España tiene en un futuro si el resto de los políticos solo están a montar un circo para conseguir algún voto. Si añadimos a eso que el PP está a la deriva y sin liderazgo y en el gobierno actual parece que Iglesias trata de petardear la unión, podemos deducir que no es descabellado que Vox se haga insoportable en poco tiempo. Pero con la colaboración de un montón enorme de políticos inútiles que no habrán sabido frenar esa amenaza latente que, además, tiene muchos partidarios en este país por un nacionalismo extremo tardo franquista que despertó de un letargo con la llegada de Puigdemont y sus excesos habituales con el apoyo de un Torra del mismo calibre.

Por eso creo que Trump tiene alumnos aventajados para tratar de hundir el sistema democrático en Europa con la plataforma de los Pirineos bien puesta con los Abascal, Smith, y compañía, que desde mi humilde punto de vista no sé a quién pueden engañar. Es el franquismo uno y verdadero en toda su extensión y si tenemos que volver a aquello engañándonos con votos no espero un buen futuro para nuestros jóvenes. Porque yo sí sé lo que es el fascismo y lo viví en los años muy jóvenes, que es cuando a uno le quedan los recuerdos, con mi padre falangista y franquista, que me quiso integrar en aquellas organizaciones y pude negarme pese a mi corta edad. Menos mal que mi familia materna, incluida mi madre, era contraria a aquel formato, aunque aguantando el machismo que también conocí de desprecio a la mujer. Todo ello era una experiencia de odio en aquellas venas que me llevaron a un trauma que he tenido cuando me dio tiempo a pensar, ya de mayor con algo que no le deseo a mi peor enemigo. El conocer personas que se creían los dueños del país, como ahora, el estar en un teatro de Madrid en donde se celebraban actos de falange son actos que no he eliminado de mi memoria.

Los correajes aquellos no se me olvidan jamás y sobre todo el odio que se respiraba en aquellas personas de las que me pude separar antes de mi mayoría de edad gracias a mi familia materna y a mi crianza en un lugar maravilloso, un caserío norteño, donde pude practicar trabajos agrícolas, como la siega, la trilla, etc., que me daban unos momentos maravillosos de mi vida de adolescente. Es lo mejor que puede soñar un joven. Y subirme a un manzano a coger un fruto y partir leña o llevar las vacas al monte. Aquello me hizo olvidar ese mundo fascistoide donde mi padre fracaso para insertarme a mí también. Y con esto que narro brevemente no concibo que haya gente joven o gente trabajadora que vote esa opción que se vale de la democracia para destruirla desde dentro. Se que la democracia no funciona bien, y eso es lo que hay que arreglar, pero me da mucho miedo que esa falta de soluciones por unos políticos nefastos que son incapaces de ver esos peligros, no sean capaces de convencer a nuestros jóvenes que el fascismo es la mayor tragedia que puede volver. Y Trump o su gente aquí representados por Vox quieren volver a hacerlo. Yo no tendría ningún inconveniente de explicar a jóvenes en que consiste para que voten a quien sea, menos a ellos. A ellos jamás. Solo se valen de bulos, mentiras y ansia de poder personal para destrozar democracias. Lo hicieron en el siglo pasado y lo quieren repetir.

César Moya Villasante es socio de infoLibre

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