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No aprendieron del error de diciembre, lo repetirán en abril

Fernando Pérez Martínez

Es mejor para Madrid orear su índice elevado de contagiados esparciéndolo por la Península, socializando su alta tasa de contagiados por cada 100.000 habitantes y de este modo reducirla en Madrid por el sencillo procedimiento de diseminarla, aplicando la lógica aplastante de la política populista de puertas abiertas que predica la autoridad autonómica madrileña, según la que lo que se contagia en Castilla y León, Galicia o Valencia no se contagia en casa.

Sin embargo, la impopular medida de confinar a los madrileños en los límites de la Comunidad y el consejo de permanecer responsablemente guardaditos cada uno en su casa durante las próximas semanas, continuaría bajando la tasa de contagio que sigue estando entre las más altas de España. No está mal traído, pero habrá que oír la opinión de los convidados a compartir virus, a quienes ingenua y generosamente la presidenta de la comunidad madrileña invita al agasajo viral como ella suele hacerlo todo, a las claras no por vocación de sinceridad sino por esa costumbre de cierta clase de tenderos desaprensivos que ofrecen a la vista, en el escaparate, un producto visualmente impecable y sirven a la clientela otro género sacado de las entretelas de la bodega y, si el comprador protesta, le espetan con su aplastante razón taruga y sin asomo de rubor: este lleva más tiempo almacenado y se está pasando, pero es el mismo género...

Ya aplicó esa lógica perversa y a la pata la llana a través de su mano ejecutora, el entonces despiadado equipo de sicarios de su Consejería, hoy temblorosos y balbuceantes intérpretes del hit “donde dije digo, digo Diego” y “yo no fui que fue Pirulí”, perpetrando su “directriz de la vergüenza” por la que los tiros del pelotón de ejecución de su política maltusiana desahució a miles de madrileños en las residencias de mayores privándoles de atención médica hospitalaria que hubiera salvado a muchos de ellos. Su campechanía y desvergüenza van a la par, el atrevimiento de la ignorancia y la falta de escrúpulos la hace simpática a la parte de sus votantes que acudirían a ver las ejecuciones y aplaudir al verdugo.

Ahora proclama muy seriecita que hay que ayudar a la economía de la Comunidad de Madrid cuyo índice de contagios destaca sobre el de la mayor parte de las comunidades y con la empatía de un guijarro, sondea la opinión de los responsables de las comunidades hipotéticamente receptoras del "ahí va eso” que pretende largar durante la semanita de marras, proponiendo un refrito de las navidades devastadoras consistente en agudizar la escalada de la curva de contagios en toda España, que los medios piadosamente llamaron tercera ola y que si se quiere se podría representar en un número premeditado e innecesario de víctimas.

Quienes la quieren dicen de la presidenta por halagarla que no tiene filtros, que dice lo que piensa. Lo cierto es que verdaderamente dice lo que piensa y no menos cierto es que debiera pensar lo que dice en lugar de lo primero que se le ocurre.

Sin haber todavía enterrado los muertos de la llamada tercera ola y con el ínfimo porcentaje de españoles vacunados, deberíamos recordar que la escalada que comenzó a mediados de diciembre no ha dejado de crecer hasta marzo y que resulta una evidente temeridad ordeñar una semana de vacaciones de primavera a cambio de disparar el pronóstico de abril, mayo y junio en una nueva escalada de contagio, enfermedad y muerte que dejaría las opciones de la temporada de verano sembradas de luto, en un inquietante panorama en el que los turistas españoles y extranjeros vacunados podrían convertirse en el vehículo perfecto para diseminar virus y variantes pues no presentan síntomas pero sí transportan y esparcen el covid 19, del que, en el momento de redactar estas líneas, a primeros de marzo, los indicadores señalan una tendencia descendente como ocurría allá por diciembre antes de que la llamada tercera ola empezase a matar.

¿Nos privará la presidenta madrileña de una cuarta ola? ¿Se resistirá a salvar la cuarta ola?

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

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