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Madrid no tiene casa y a Ayuso no le hace falta

Librepensadores nueva.

Fernando Pérez Martínez

Ayuso vive donde quiere y puede permitirse renunciar a la construcción de vivienda social o en su defecto a recuperar la que la alcaldesa consorte Botella arrebató a los madrileños en forma de miles de pisos para echarle de comer a los buitres fondones. Ella no tiene más que abrir la boca para que una turba de Sarasolas le ofrezcan terrazas de ensueño con vistas al Royal Palais que diría la políglota Botella, en áticos de precios prohibitivos para los madrileños. No la chusma de extrarradios, sino de barrios del centro derecha de toda la vida cada vez más arrinconados en Moratalaz y Aluche y sitios así con el glamour justito de los cinturones de ladrillo que tiene la capital.

Como dice el consejero de Vivienda de Ayuso, David Pérez, aquí lo que importa es la seguridad jurídica, se pongan los madrileños como se pongan, de que la ley del suelo garantizará que las cosas sigan tal cual atascando de beneficios a los promotores, que esto es Madrid y tiene que notarse en los embotellamientos si no de vehículos, que la pérdida Carmena se encargó de desbaratar haciéndonos tragar la píldora del Madrid Central, pues de las autopistas de capital rumbo al extracontable zulo de las Islas Caimán o cualquier otra patria con bandera de tibias cruzadas como dios manda y calavera con parche en el ojo. Así se lo debe recomendar el bachiller MAR que encumbró al pequeño Aznar, ya ve usted, un triste cobrador de impuestos, elevado sobre los tacones dobles de sus zapatitos castellanos a la presidencia del gobierno desde la que pudo contentar a los promotores de vivienda vaciando la caja de suelo público con la misma alegría que nombró notarios a todos los miembros del episcopado español para que se jodieran los moros que allá por el siglo VIII creían construir una mezquita y estaban construyendo una catedral para los perros cristianos, con sus arcos de herradura, estilo omeya y todo. Luego casó a la niña como una reina en la Octava Maravilla del Mundo con el cortejo de truhanes más vistoso que hayan visto los tiempos presentes, vestiditos como Alí Babá no lo habría sabido hacer mejor.

Si se hubiera producido el evento en la actualidad no se privarían de haber invitado con banco y reclinatorio floreado en primera fila a Teodoro el Murciano, que sin necesidad de elecciones, votos ni zarandajas, volvió al redil por cuatro duros a los ciudadanos que en cuanto tuvieron ocasión pusieron en almoneda el poder que los murcianos de clase media dejaron en sus manos y claro, llegó Teodoro que domina el quinqui de mercadillo como los propios ángeles caídos y corrigió la elección del votante de Murcia que a veces no sabe lo que quiere hasta que Teodoro se lo apaña. No como Ángel Garrido que de tanto moverse ya no tiene sitio en la foto en la que asomar su elegante tupé plateado. Como su popular partido de origen le despreció como presidente interino, mientras se acallaba el ruido del trastazo judicial que se asomaba en lontananza, dado el buen tino con que Esperanza Aguirre eligió a todas sus ranas para ostentar cargos de responsabilidad con acceso a los desfondados fondos públicos, sacando de la nada a la ocurrente Ayuso, que es como una broma, lozana y con carita de virgen boba coronada de Telepizza, pues Garrido se cabreó, lógico, y se fue donde más daño podía hacer a sus excompadres que le habían despreciado por la aniñada vocecita que parecía haber dejado de comer minas de lápices de colores y soñar dentro de su babi con sus asombrados ojitos redondos ayer mismo, a la vez que se extasiaba contemplando cómo las arterias madrileñas de Serrano y Velázquez se atascaban de R-5s, R-12s y Supermirafioris emponzoñando el aire capitalino con las tóxicas emanaciones de los rugientes motores y los tubos de escape de la movida. Nada nuevo bajo el sol. Todo apunta a que, aunque Pablo Iglesias se ponga de moños en campaña, el electorado madrileño no sabrá qué hacer con su voto mientras Teodoro, el sr. Lobo de Murcia, no abra el bolsillo que erice las orejas de los Tamayos y Sáezes agazapados quién sabe dónde. El 4 de mayo no va de votos, Pablo, parece que va, otra vez, de monipodios.

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

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