La portada de mañana
Ver
Sánchez medita su dimisión y abre un debate sobre la campaña de acoso político, mediático y judicial

Librepensadores

La violencia de género

Librepensadores nueva.

Jesús Moncho

Algunos medios de comunicación están pendientes del caso Rocío Carrasco. No sabemos si por audiencia, por dinero, frivolizando un tema tan serio como es el de la violencia de género, o realmente para poner sobre la mesa la cuestión. Hacer un examen público siempre va bien, por sí conlleva una especie de catarsis o de concienciación. Desgraciadamente, los casos de violencia física continúan aquí, las estadísticas nos dicen que cada seis días se produce un asesinato de mujer (62 al año, de media), aunque van disminuyendo un 3% de año en año (esta sería la noticia esperanzadora). Sumado esto a la violencia psicológica en forma de insultos, desprecios, controles e imposiciones contra la mujer, nos evidencia, efectivamente, la necesidad de reflexión sobre el asunto.

Obviamente, la violencia o ejercicio de la fuerza contra las mujeres es un acto doblemente execrable. Primero porque no se debe usar la violencia nunca en ningún caso; segundo, porque usarla contra quien se cree más débil, contra el débil, es una cobardía añadida. Ya sabemos que la violencia sólo la puede llevar a cabo el Estado, desde la pena de muerte, o la declaración de guerra, o la represión policial ...

Con respecto al ejercicio de la violencia social, si echamos la mirada atrás, en la Historia de los pueblos, vemos que primeramente se dio lo que se llamaba "revancha personal o familiar", es decir, cada uno tenía el derecho a reparar el daño sufrido, tomándose "la justicia por su mano". Más adelante, convencidos de la necesidad de un control, la primera regulación pública fue la llamada ley del Talión (de talis/igual) o sea, sólo se permitiría hacer únicamente el mismo daño que se ha sufrido, concretado en la máxima "ojo por ojo, diente por diente". Después se pasó a la regulación total, aunque se podían dar barbaridades como el ultraje, la esclavitud o la muerte o linchamiento del malhechor. Finalmente, se ha impuesto la cordura, y la violencia estatal (tales como la pena de muerte o la guerra o la tortura) son rechazados por las sociedades modernas y democráticas. Y, específicamente al género femenino, hemos de decir que las mujeres sufrían una violencia institucional al no poder, hasta la llegada de la democracia, ni contratar, ni vender, ni hipotecar ni comprar bienes inmuebles, ni ejercer derechos laborales, ni aceptar herencias ni comparecer en juicios sin la autorización escrita del marido o del padre para las menores de 25 años; o, más claramente, desde el Código Civil de aquel momento: El marido debe proteger a la mujer y ésta obedecerle, art. 57. Amén.

Nos queda erradicar la violencia irracional de algunos individuos, como es la de aquellos que abusan de los más débiles, contra los niños, contra las mujeres, contra los vulnerables..., violencia que, más allá del daño a las víctimas, sólo viene a significar la escasa fuerza, sobre todo moral, que tiene el que la ejerce. Quizás, la persistencia de la violencia física y/o psicológica, en este caso contra las mujeres, provenga de una incompleta adaptación (por parte de los autores) a los cambios sociales y culturales, que implican un nuevo papel para la mujer, que ya no está confinada en el hogar en papeles pasivos y sometida a la tutela del macho, contra lo cual se reacciona violentamente.

La vida, la fuerza (bios/vis), cuando se manifiesta por parte de alguien de forma física, la expresamos añadiendo el sufijo lentus/el que hace, y ya tenemos Vio-lentus: el que hace o despliega la fuerza; y el nombre derivado será violencia: fuerza desplegada. Claro, si esa fuerza desplegada va de forma abusiva, agresiva o autoritaria, ya tenemos el significado actual de la palabra violencia.

Sólo nos queda resaltar cómo se ha generado el binomio positivo-negativo violencia/virtud, las dos caras de una misma cosa, a partir de bios-vis/fuerza- energía, que, como todos ustedes saben, correctamente usada, es el motor de la vida, pero desgraciadamente, en caso negativo, lleva destrucción y dolor, y más si es contra el débil, lo que todos, claro está, rechazamos.

Jesús Moncho es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats