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Crisis en las valoraciones

Librepensadores nueva.

Juan Priego Romero

En cualquier época, las personas hemos sido muy aficionadas a valorar al prójimo, según unas reglas de medir que van cambiando en función de los tiempos y de las modas.

Estas reglas, de siempre las han establecido y han servido a los dominantes, los que siempre han vivido en los castillos y nunca a la plebe, que a fin de cuentas ¡qué más da!

La mejor es la “regla de oro”, que establece que no debes hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a ti y que debes hacer por los demás lo que quisieras que hicieran por ti.

Ahora, parece que llevamos unos años, en los que las reglas andan bastante gilipollas, al menos para los que ya pasamos de los 50 y nos cuesta entender esas valoraciones, que se otorgan alegremente a personas para situarlas en pedestales, que nos resultan imposibles de entender y de aceptar con el más mínimo raciocinio, que ya algo ha ido ganando en consistencia.

Esto se ha convertido en una tómbola de feria, donde parece ser que solo hay que comprar papeletas para ser bien valorado y cuantas más se compren, más te toca.

Da igual hacia dónde mires, ya sean artistas, políticos, reyes o periodistas, que puedes observar unas valoraciones que se les otorgan, que no tienen ni pies ni cabeza, cómo se suele decir.

¡Y encima se forran que te cagas!

Con el tema de la religión ocurre otro tanto y mira tú por dónde, también se forran.

Mientras tanto, el buen currante, honesto, sacrificado, qué digo yo, humillado, se ve obligado a pasar calamidades, aunque esté trabajando, o sin tener siquiera un trabajo con el que poder ganarse el sustento y ya, si es un joven apaga y vámonos, a no ser que se meta en uno de tantos circos mediáticos donde poder desnudar sus vergüenzas para ganar una pasta.

Eso son las nuevas "limosnas" de los poderosos de siempre, con un nuevo look en plan espectáculo de circo.look

Por eso, pienso que el común de los mortales debe andar bastante desquiciado con las nuevas valoraciones y que debe andar "como puta por rastrojo", que también se suele decir cuando alguien va de puto culo, vaya.

A ver, hay que adaptarse a los nuevos tiempos, si no, más vale que no te coja un Airbus en vuelo rasante. En los años 50 se decía: "Más vale que no te coja el balastro". El balastro era un tren cargado de piedras para las vías férreas.

Yo, francamente, me descojono de la risa cuando oigo hablar del emérito, de la Rociito, del Quico, o de cualquiera de las fulgurantes estrellas que nos rodean, pero se me congela la risa en cuanto pienso en los desahuciados, en los parados obligatorios, en los que no llegan a final del mes, o en los últimos de la lista que llegan en patera, si llegan.

No sé, pero habrá que ir pensando en otra manera de valorar, porque si no, este circo se les puede ir al garete, y jodérseles el invento, por muchos varietés nuevos que se inventen los que establecen las reglas para valorar a “las estrellas que nos rodean”.

Un flagrante ejemplo lo acabo de leer en infoLibre, en un magnífico artículo recién publicado de Alfonso Jiménez, Grandes ejemplos de excelencia madrileña, en el que denuncia la intención de Ayuso de premiar con “Titulo Excelencia” a sus predecesores en el cargo, o séase a Cristina Cifuentes, la ladrona pillada in fraganti en plena faena.in fraganti

Juan Priego Romero es socio de infoLibre

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