Librepensadores

Bosé y Dalí

Francisco Javier Herrera Navarro

La entrevista de Jordi Évole el domingo a Miguel Bosé (aparte de ser magnífica desde el punto de vista periodístico) ocasionó en mí una extraña sensación de déjà vue, ya que por momentos Bosé me empezaba a recordar a Dalí, no sólo en la gestualidad y en ese tono de voz impostado y giróvago, sino en el trasfondo ideológico que subyace a su condición de personaje público.

Bosé como Dalí ha llegado a creerse tanto su personaje que ha logrado el non plus ultra (al alcance de muy pocos humanos) de utilizar su vida real como argumento de ficción y hacer de dicho argumento su principal moneda de cambio, su principal fuente de ingresos, su principal razón para el logro de la inmortalidad.

Es innegable el talento de Bosé, pero no es menos cierto que ha intentado, como el ampurdanés, alcanzar la categoría de "divino", que repetía hasta la saciedad el pintor en sus manifestaciones públicas, tan excéntricas como lunáticas para el común de los mortales. Llegó incluso a coquetear con el franquismo declarándose abiertamente monárquico (y viceversa, pues "Picasso es comunista; yo tampoco" y así hasta rizar el rizo de las ocurrencias propias del histrionismo ilustrado que profesaba); es decir, se sentía tan distinto, y tan por encima del bien y del mal, que se reía de todos y en primer lugar de sí mismo. Todo lo contrario que el hijo del torero que se lo cree tan en serio que está dispuesto a defender su criterio hasta con sus "santos cojones" (dixit el domingo), sabedor de la impotencia masturbatoria reconocida del genial pintor y de que en eso su miembro viril ha funcionado hasta la extenuación cercana al arrobamiento místico...

Esa es una de las razones por las cuales mientras Dalí nos divertía y hasta nos inquietaba o incitaba a reflexionar, incluso nos invitaba a ver la realidad con mirada diferente, el hijo del torero nos resulta un ser triste y hundido en su propia divinidad, creyente en el patetismo ilustrado. Y, además, tan ensoberbecido y seguro de sí que no le importa llevar a la pira funeraria a un puñado de insensatos y sectarios compatriotas con el único y exclusivo fin de no transitar en soledad el camino hacia su definitiva autoaniquilación.

Otro ídolo caído más. Mis más sinceras condolencias, ¡Mercedes! (Milá)

Francisco Javier Herrera Navarroes socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats