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Recuerdos del carnaval alemán

Juan Priego Romero

Los recuerdos, como los buenos vinos, con el paso del tiempo, van adquiriendo su verdadero sabor y valor y se pueden paladear con ese deleite, que nos proporciona una felicidad momentánea que se agradece.

Hay una diferencia vital entre el vino y los recuerdos, el precio… Mientras que el néctar de la uva se vuelve inaccesible para el común de los mortales, a los recuerdos se accede completamente gratis y se disfrutan tanto al sacarlos de su botella, con diferentes efectos secundarios y sin resaca.

Qué entrañables los recuerdos de aquella larga etapa de emigrante en los años sesenta, en la que coincidí con tantos jóvenes españoles y de otras nacionalidades, que llegábamos de adolescentes, de inocentes y de alegres, para convertirnos en mayores y responsables, donde ya todos nos fuimos emparejando, nos pusimos serios y aumentamos el coeficiente de natalidad alemán, que estaba por los suelos…

En Alemania, se celebraban intensamente los carnavales, al contrario que en España por aquellos tiempos, y nosotros los españoles, alucinábamos viendo a los alemanes como se divertían en esas fechas, algo que la dictadura franquista tenía bien controlado y que yo de niño conocía bien poco y solo de tapadillo.

Como todo lo nuevo, me impactaban esas fiestas y me asombraba que los serios y trabajadores alemanes pudieran desmadrarse tanto en esos días, si bien ya estábamos bastante asombrados con aquellas diferencias que nos hacían pensar, que algo de lo que nos habían contado no cuadraba, al menos para mí, que había sido educado en un colegio de Falange, en sus campamentos de verano y en misas y rosarios al amanecer.

El que se analice la conducta de los demás y sirva para reflexionar sobre la propia no debiera significar "culito veo, culito deseo", que decimos por aquí.

Ya por aquellos tiempos, en esos años sesenta, nos contaban allí como parejas alemanas, se daban por escrito salvoconductos, para que ciertas infidelidades no pudieran ser utilizadas en caso de divorcio y si, ya de por sí los alemanes eran mucho más permisivos en lo de las relaciones de pareja, en Carnaval lo eran mucho más. No todo lo que hacen los demás es mejor que lo nuestro...

Era muy curioso cómo algunos alemanes chistosos, que también los había, me contaban chistes que yo había oído literalmente igual en España y siempre me pregunté: ¿Quién se los habrá contado a quién?

Esto me hizo aficionarme a contarle algunos chistes traducidos a mis amigos alemanes para comprobar los diferentes sentidos del humor y de paso practicar el idioma.

Cómo cambiaba el cuento que me habían contado y la realidad en un país que había dejado de ser el súmum del más aberrante y criminal nacionalismo, para convertirse a la fuerza en libre y democrático.

En los años setenta, ya de vuelta en mi querida Córdoba, empecé a escribir los recuerdos de aquella gente maravillosa con los que conviví en aquellos años inolvidables, para mantenerlos siempre frescos y cada vez más entrañables.

Así con estos versos, recordaba yo uno de aquellos carnavales en la bella Düsseldorf:

Recuerdos de carnaval

Recuerdo unos carnavales

en la bella Dusseldorf

nunca me había disfrazado

pero en aquella ocasión

yo me sentí entusiasmado y acepté la invitación.

Se vistieron mis compadres

doña Charo y Salvador y también Bonilla y Mari

vino Isabel y Pepillo

con Provi y un servidor.

Y tiritando de frío

en el Renault Douphine

nos dirigimos al río

en vez de irnos al cine.

Allá en Cecilien Aleé

visitamos a Fernando

doña Tomasa y Javier

y tardamos más que andando.

Porque aquella limusina

para poderla arrancar

había que doblar la espina

y con gran fuerza empujar.

Con Salvador a mi lado

calzando largos tacones

y aquel vestido prestado

hartos de dar empujones.

El coche saltó arrancado

los dos perdimos el paso

nos dimos el gran porrazo

y yo reía encantado.

Y terminamos bailando allá

en el centro español

con más de uno aguantando

que asomaba el sol.

Y es que solo se asomaba

no se atrevía a salir

porque el frío que reinaba

no se podía resistir.

Ahora que el tiempo ha pasado

y somos algo mayores

aquellos años y amigos

sé que fueron los mejores.

Moraleja:

Con coches o amigos nuevos

no es seguro el acertar

con coches y amigos viejos

¡cuánta historia por contar!

Juan Priego Romero es socio de infoLibre

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