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Al loro, votantes

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José Luis Lopez Lillo

Amigos y amigas madrileñas, yo no soy vecino vuestro pero me dirijo a vosotros como murciano que lleva aguantando casi los mismos años que vosotros, muchos, viendo como los sucesivos gobiernos del Partido Popular en la Región de Murcia se han dedicado a trasvasar dinero público al sector privado, con sucesivos “proyectos estrella” cada cuatro años, sin que ninguno haya supuesto ningún avance en el bienestar de la población (aeropuerto sin aviones, auditorios sin público, museos sin acabar, autopistas sin uso, urbanizaciones fantasma, colegios privados). O el colmo en nuestro secano: desaladoras inútiles y caras pues tenemos que pagar el triple de su valor, por “lucro cesante”, a un tal Florentino…

Madrid y Murcia se parecen en muchas cosas, las fundamentales son: el ladrillo, el cemento y las empresas amigas de sus gobernantes.

Pero hay más similitudes. Ambas regiones tienen presidentes, consejeros, alcaldes y concejales del PP encausados por delitos de corrupción; ahí Madrid lleva ventaja porque ya han pisado la cárcel un presidente y un vicepresidente. Otro parecido esclarecedor: tanto en Murcia como en Madrid en las últimas elecciones el PP se mantuvo en el poder gracias al apoyo de la extrema derecha. En nuestra región todavía ha ido a peor puesto que la extrema derecha ya ha llegado al Gobierno con una representante del sector ultra, no solo en sentido político, también religioso y además antivacunas. Menos mal que ella ha declarado que no proviene de Atapuerca y que no es “terraplanista”. Pero a nuestro alumnado lo amenaza con el “pin parental”, que no es otra cosa que limitar la información que pueda recibir el alumnado desde la sociedad y que está autorizada legalmente por el Consejo escolar, y aceptar que sus hijos la reciban o no en función de sus prejuicios personales. Y esa es otra amenaza, aparte del continuismo del PP, sobre los madrileños, la posibilidad de la entrada de la antigua falsa arquitecta candidata de Vox en vuestro gobierno no solo por sus ideas antiguas e insolidarias, sino también por las de urbanismo, de las que ya ha dado muestras de cómo sacarle partido personal.

Hay todavía otro parecido entre nuestras comunidades: sus dirigentes no han trabajado en su vida, desde que entraron en las Nuevas Generaciones del PP, fuera de las ubres de su partido. Esta falta de oficio puede ser la causa de que lleguen a aliarse con quien sea, vender lo que sea, como ha hecho el murciano, por seguir en el poder hasta que tengan un hueco laboral donde acomodarse.

Unas elecciones dan oportunidad de corregir los desvíos de los políticos en el poder, y tanto en vuestra comunidad como en la nuestra, ya va siendo hora de que haya un cambio tras 26 años porque ambas más que oler a podrido, apestan. Para poder cambiar de criterio sería bueno que se comparara el estado de los servicios públicos y el trasvase de fondos al sector privado desde la llegada del Partido Popular al poder hasta hoy, la sinrazón o disparate de seguir votando lo mismo sería más que evidente.

Otra cuestión para reflexionar sería las características de las personas que los distintos partidos nos proponen para ocupar sus listas. Es importante esta reflexión puesto que los partidos no se hacen luego responsables de lo que hagan los elegidos en sus listas. Otro gallo cantaría si, por ejemplo el PP y cualquier otro partido, tuviera que hacerse responsable civil subsidiario de las condenas de sus políticos, pues al fin y al cabo ellos los colocan en sus listas. La primera cuestión a dilucidar sería si el candidato que nos proponen ha trabajado alguna vez fuera de su partido, o lo que es lo mismo fuera de las tetas de “lo público”, donde lo haya puesto el dedo benefactor de sus conmilitones.

Puede parecer baladí que nuestro candidato sepa lo que es cotizar a la Seguridad Social, en un colegio profesional para poder ejercer su profesión, o liquidar el IVA como autónomo, u opositar a la función pública, o echar currículos por todas partes antes de encontrar un trabajo con el que ganarse la vida. Pero este estudio de los antecedentes laborales del candidato es una cuestión imprescindible porque, si no lo hacemos, estaremos condenados a que se perpetúen en el cargo, pegados al sillón como lapas pues no tienen sitio o trabajo al que volver; o lo que es peor, que se dediquen a repartir favores entre empresas amigas para buscarse una puerta de salida para cuando se vuelvan las tornas y las urnas no les resulten favorables, siendo el caso que los paganos (no de idólatras, sino de aquellos que pagan, por abuso, las cuentas o culpas ajenas) siempre serán los mismos: los ciudadanos y ciudadanas de la Región.

Otra cosa para pensar sería la posibilidad de que el partido esté inmerso en un proceso judicial, lo que hace que el problema de la persona candidata, si resulta elegida, deje de ser un problema personal o del partido para transformarse en un problema institucional, como si las instituciones no estuvieran ya lo suficientemente dañadas con la ristra de escándalos que arrastramos desde hace ya bastantes años. Demasiados.

Para terminar me gustaría repetir la llamada a estudiar bien los currículos de las personas candidatas para que nuestro voto sirva para que sea el principio del fin de los vividores y vividoras del partido cuya única habilidad es situarse, o que les coloquen en puestos de salida, y después somos el resto de la sociedad los que cargamos con ellos hasta que son elevados a su siguiente escalón de incompetencia: al Parlamento o Gobierno Nacional o a Europa por ejemplo. Hasta su jubilación.

Parafraseando a Tierno Galván: al loro, votantes.

José Luis López Lillo es socio de infoLibre

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