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Cambiemos la Constitución y podremos tener democracia

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Jesús Peñamedrano Casado

Autonomías. La Constitución española se escribió poniéndose de acuerdo representantes de partidos políticos en un momento que, recién muerto el dictador, que dejó su primer sustituto ya nombrado (Juan Carlos I, rey de España), por lo tanto, también dejó fijado el régimen; siguiendo de entrada al mando sus seguidores y máximos colaboradores, no hubo el coraje suficiente para elegir democráticamente el régimen que se podría haber deseado. Es comprensible. Porque han pasado más de 40 años y aún hoy hay algún general que se permite amenazar de muerte a la mitad de la población española y el sucesor del emérito calla sin pudor alguno. Y no sabemos qué habrían decidido estos mismos militares en el caso de que hubiera habido el coraje suficiente. Esta Constitución, no sé si por comodidad de algunos, dividió las responsabilidades en autonomías, que para nada respondían a la historia. En mi tiempo en el colegio, eran (disculpadme si me falla la memoria): Galicia, Asturias, León, Castilla la Vieja, Navarra, Aragón, Cataluña, Valencia, Murcia, Castilla la Nueva, Extremadura y Andalucía. Nos habríamos ahorrado el bochorno de que IDA nos adoctrinara a todos los españoles con lo de que España es Madrid; no se habría atrevido a decirlo de Castilla la Nueva formada por Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara.

Poderes. En este momento, en todo el globo, el poder lo tiene “el capital” (grandes empresas, enormes salarios de directivos y otros cargos, etc.) y las decisiones, si vienen respaldadas por el capital, no hay problema, se aplican y punto; porque algunos pueden decir que las religiones tienen algo que decir, pero la realidad es que históricamente el apoyo ha sido mutuo y así se perpetúa. El poder político no es que se apoye en el capital, es que éste, o compra a los políticos o directamente les dicta las decisiones que “sería conveniente” tomar; porque sabe perfectamente que sin su apoyo no se puede decidir nada.

Elecciones. Existen elecciones a todos los niveles: locales, autonómicas y nacionales, pero el formato que nos permite la Constitución es de Partido. Y ya sabemos quién manda o dirige los partidos, el único poder que existe y ya he mencionado; el resultado es, que te digan lo que te digan, al final, las decisiones sobre toda la gobernanza las toman los que ostentan el poder. Si preguntas por qué se hace algo, te van a decir que lo han ordenado desde el partido, sea el que sea. Otra cosa sería que toda elección se realizara en listas abiertas, marcando a la persona que eliges, aunque luego pudiesen llegar a acuerdos en los parlamentos. Claro que eso supondría más trabajo. Pero, ¿no hay un montón de parados? Si los parlamentos votaran que las personas y entidades paguen en proporción a sus ingresos, los economistas podrían decidir cómo valorar la proporción; podríamos disponer del dinero suficiente para cubrir todo ese trabajo extra.

Programa electoral individual. Para poder llegar a la situación que planteo, la ley debería ordenar un programa individual editado, por el que cada candidato se comprometería a defender qué leyes, normas u ordenanzas dentro de su competencia, y en el caso de incumplimiento de sus compromisos castigarle por ley a sanciones proporcionales a la falta , o incluso a la prohibición de presentarse a futuras elecciones.

Democracia. En unos Parlamentos, a todos los niveles, en que la responsabilidad de elección de gestores, programas, y decisiones sea individual, se cuidarían mucho los electos de ignorar las acciones a las que se hubieran comprometido en su programa electoral, y los ciudadanos participarían con más convencimiento en las votaciones.

Constitución. Estas ideas que expreso aquí, no pretendo que sean ni las únicas ni las mejores, pero, a mí entender, el compromiso individual concreto siempre resulta mejor valorable que el difuso dentro de un partido; la premisa necesaria es convocar unas elecciones con el encargo de estudiar y modificar la Constitución española sin complejos ni miedos.

Jesús Peñamedrano Casado es socio de infoLibre.

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