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Hacia un mundo peor

Antonio García Gómez

Sin duda. Por mucho que disimulemos que volveremos a salir de ésta o de otra… ¿mejores?, tal y como nos animaron a creer a pies juntillas, como pardillos.

“Si solicitas asilo en Dinamarca, reúnes las condiciones que establece el derecho internacional para obtenerlo, pero sabes que, en lugar de acogerte, te enviarán a algún lugar como Ruanda, el Gobierno danés espera que vayas a otra puerta”. Soledad Gallego Díaz.

Dinamarca, ese país, tan simpático, que no molestaba a nadie que pudiese llegar a ganar la Eurocopa, con el incidente del partido inaugural, en el que cayó fulminado su jugador de campo, Erikson, por el que todos rezaron para que se recuperara pronto, como así sucedió, un país en fin civilizado, próspero, feliz, envidiable, demócrata… aprobó, en su Parlamento, por mayoría aplastante, una ley que permitirá fijar destinos, alejados del propio territorio danés, para aquellos refugiados que hayan osado atreverse a pedir asilo y se entienda que “no pinten bonito” entre sus naturales. 

Y no solamente eso, sino que a aquellos que ya hubiesen obtenido el asilo, con anterioridad, y estén viviendo, integrados, en Dinamarca, también serán “repatriados”, éste es el eufemismo, a sus lugares de origen, si se consideran ya esos destinos, de los que huyeron despavoridos, “seguros”, como se ha decidido con Damasco, capital de Siria, adonde envían, mejor dicho repatrian, a cientos de sirios que huyeron en su momento del horror, la guerra, la persecución y ya habían reiniciado una nueva vida en Dinamarca, les plazca o no les plazca a los “repatriados” por la fuerza.

Y esa ley fue aprobada el pasado 3 de julio y pasó absolutamente desapercibida en Europa. Bastante teníamos con el fútbol.

Ese mismo día, en nuestro país, en A Coruña, de madrugada, un joven de 24 años, Samuel, fue apalizado salvajemente hasta matarlo, al grito de “por maricón” por otro grupo de jóvenes que parecían no conocer a la víctima, Samuel.  Y tampoco ha sido noticia de primera portada, aunque el colectivo LGTBI sí se haya sentido agredido y por reiteración malsana, miserable, odiosa, sostenida, en fin, por un discurso que intenta establecer la ideología única, trasnochada, fanática y, de nuevo, odiosa.

Y uno se acuerda del autobús homófobo que publicitaba aquello de: “Lo dice la biología, los niños tienen pene y las niñas tienen vulva”, en aras de esa ideología casposa, excluyente, nauseabunda.

Y luego algunos se echarán las manos a la cabeza y señalarán a los criminales “así tomados de uno en uno”, escapando de reconocer violencias de género, indiscutibles, porque interesa más mantener el odio establecido contra los vulnerables, los distintos… como si solo se tratara de criminales “sueltos”.

Mientras nos entretienen con el asunto de la nueva defensa del “español” desde el chiringo montado al efecto, en Madrid, para “poner en valor al español”, dado de nuevo el trigo al asno, nada más y nada menos, con el Instituto Cervantes, sito en la capital de Madrid, con más de 90 actividades y cursos organizados el pasado curso, gran protagonista de la puesta en valor del idioma que aman, respetan y fomentan, sin ningún espíritu competitivo.

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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