Librepensadores

¿Aprendemos algo mientras el tiempo pasa?

Francisco Goya

Estos días de verano más largos en los que la abundancia de horas de luz y la mejoría en las condiciones sanitarias invitan a salir más, a compartir, a mí me suscitan alguna reflexión que me gustaría compartir.

Lo que hoy nos parece importante, fundamental y quizá decisivo en nuestras vidas, con el paso del tiempo quizá ya no lo es tanto y todo se relativiza. Incluso la muerte de seres queridos, el hecho de que personas importantes en tu vida ya no estén a tu lado, con el paso del tiempo se convierte también en algo que, aunque imposible de olvidar, ya no nos paraliza y seguimos adelante con nuestras vidas lo mejor que sabemos y podemos. Para mí eso demuestra la gran capacidad de aceptación y adaptación del ser humano.

Sin embargo, tengo la sensación de que el tiempo pasa y a nuestro alrededor suceden cosas a las que no prestamos atención. Los medios de comunicación, internet, las redes sociales, nos bombardean con constantes noticias y el mundo sigue girando. Al mismo tiempo, parece que no aprendemos de lo vivido, seguimos manteniendo actitudes y comportamientos egoístas que se dirigen más a conseguir un bienestar inmediato para uno/a misma sin pensar en los demás, sin pensar en el colectivo, así, por ejemplo, las actitudes incívicas que se ven en algunas reuniones multitudinarias, hemos olvidado que existe un virus que sigue siendo grave y que ha matado, y sigue haciéndolo, a muchas personas, posiblemente las más débiles, las menos favorecidas, pero no nos afecta a “nosotros”. Tomamos conciencia de lo que nos pasa solamente cuando nos toca de cerca, cuando tenemos grandes contagios en Mallorca o Salou que nos acaban afectando a todos pero solamente por un breve espacio de tiempo, no sé si consciente o inconscientemente hacemos un ejercicio de olvido, o, incluso teniéndolo presente, hay personas que directamente optan por no acatar las reglas, especialmente si las han puesto quienes no son afines a lo que nosotros pensamos.

Los propios dirigentes políticos, que son un reflejo de la sociedad en la que vivimos, se enzarzan en discusiones vacías y estériles y critican al adversario o sus medidas cuando en otros momentos han apoyado medidas similares. Ahora, por ejemplo, se critica una campaña, quizá inoportuna, para reducir el consumo de carne, cuando es algo que la comunidad médica viene diciendo hace tiempo y cuando olvidamos que, no hace demasiado, una antigua ministra de Sanidad del partido hoy en el Gobierno promulgó una campaña similar por el tema de las hamburguesas. Abundan los insultos y descalificaciones y el hecho de que dispongamos de altavoces inmediatos, abundantes y globales hace que las noticias negativas nos abrumen, insensibilizándonos ante el sufrimiento. No prestamos atención si mueren 54 personas en Bangladesh en un incendio o si constantemente se producen agresiones y malos tratos, solo nos impactan los casos más llamativos y sangrantes como el de los casos de las niñas de Tenerife y su madre o el de el enfermero de A Coruña, y todo esto posiblemente durante un corto espacio de tiempo, eso sí, seguimos hablando de fútbol y podemos pasar mucho tiempo encumbrando o dejando caer a nuestros deportistas para olvidarnos de ello cuando hay algo más inmediato y urgente que reclama nuestra atención. Parecemos pasar por la vida sin propósito, sin que nada nos afecte, al menos aparentemente.

Pero el paso del tiempo sí afecta. No soy la misma persona que era hace tres años, mucho menos hace 18 o 20, lo que entonces me preocupaba y ocupaba no tiene sentido para mí ahora.

No sé qué pasará en los próximos meses, intuyo que seguiremos en una espiral constante de enfrentamiento político y mediático, que seguiremos salpicados de casos de corrupción y de noticias que ponen el foco en lo que separa antes que en lo que une, no aceptamos indultos los unos por afán de revancha, los otros porque no desean ceder en sus posiciones, no vaya a ser que se interprete como debilidad.

Son esas noticias, tristes y desalentadoras, que nos muestran lo peor de la condición humana, las que más veremos, pero las hay también positivas y alentadoras y que hacen que podamos seguir confiando en las personas.

Por mi parte, seguiré tratando de aprender de quienes me rodean, intentaré aportar lo que esté en mi mano, buscando el sentido de por qué y para qué estamos aquí, mientras tanto disfrutaremos del camino porque son las personas diversas, diferentes plurales y sus diferentes maneras de pensar y vivir quienes permite aprender, aceptar y enriquecernos como individuos y como sociedad.

Francisco Goya es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats