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Juan José Millás: "El progreso consiste en no sacar al idiota que llevamos dentro"

Juan José Millás, a través de sus colaboraciones en prensa y radio, se ha convertido en un destacado retratista de la evolución de la sociedad española en las últimas décadas. Su enorme cantidad de seguidores siempre ha valorado en él su capacidad para observar la realidad desde una perspectiva original y sugerente. Hemos podido encontrarnos y charlar con él en el Taller de Ideas, donde acaba de mudarse la redacción de infoLibre. Ha publicado recientemente su último libro, La vida contada por un sapiens a un neardental. Se trata de un apasionante y entretenido relato de dos años de conversaciones intermitentes con el paleontólogo Juan Luis Arsuaga.

El hombre del neolítico

"Parece que hay cierto consenso científico en que la mejor época del ser humano fue aquella en la que era un cazador-recolector. Era un hombre muy sano, comía de lo que cazaba, de lo que recolectaba, hacía ejercicio todo el día… Además era muy presumido, se adornaba mucho. De manera que un cazador-recolector que tuviera sesenta años estaba mucho mejor físicamente que un personaje del paleolítico o de nuestra época. Otra cuestión es que el hombre del neolítico cazador-recolector no tenía excedentes. No sabía lo que era un excedente. No tenía propiedad privada. No tenía pánico de que vinieran las tribus del norte o de la montaña a quitarle su grano. Por decirlo en palabras de un personaje de Vargas Llosa, la invención de la agricultura y la ganadería 'lo jodió todo'. Ahí es donde se jodió Perú". 

Ficción y realidad

"La ficción no compite con la realidad en el disparate. La ficción no intenta ser más disparatada que la realidad. La ficción compite con la realidad en la verosimilitud. Sin embargo, todo lo que ocurre en la realidad, por disparatado que sea, tiene a su favor el hecho de haber sucedido. Cuando leemos en un periódico un disparate no decimos: 'Esto es imposible'. Nos lo creemos porque ha sucedido. En cambio, cuando uno escribe una novela, todo lo que sucede en esa novela tiene que ser verosímil, precisamente porque no ha sucedido. Es muy curioso, porque resulta que el territorio de la realidad y el territorio de la literatura, de la novela, son territorios autónomos. Es decir, tienen leyes diferentes. En la realidad, todo es contingente. En el territorio de la novela todo es necesario. Si a una novela le sacas un material y se queda igual, es que ese material sobraba".

La vida en tiempos de pandemia

"Bueno, estoy viviendo como casi todos, con mucha preocupación. Porque está ocasionando destrozos económicos allá donde vayamos: las colas del hambre, de la gente que se está quedando sin trabajo, de las empresas que se están yendo al carajo, etc. Todo esto es muy preocupante porque todos en nuestro entorno tenemos a alguien o conocemos a alguien que está viviendo situaciones muy difíciles y el Estado parece que no puede llegar a solucionar todas ellas. Desde el punto de vista personal, hay días que sufro incluso con angustia, con verdadera angustia. Desde el punto de vista político, a mí me parece que la pandemia forma parte del mismo paquete del cambio climático y del neoliberalismo económico, es decir, el ser humano, la especie, está transgrediendo fronteras que no se deberían transgredir y el resultado es este".

Covid y batalla política

"Esto es un desastre. Aunque es un desastre al que ya estamos acostumbrados. Desde las zonas conservadoras de la política, ya se utilizó en su día ETA políticamente y ya se utilizó los atentados yihadistas de Atocha. No hay límites de aprovechamiento de los sucesos más desgraciados con fines partidistas. La oposición es un espacio estupendo para ejercer el poder. Desde la oposición se puede mejorar mucho la vida de los ciudadanos, pero cuando desde la oposición uno se dedica a polarizar, a sacar lo peor de los seres humanos, llegamos a esta situación que estamos viviendo en estos momentos en España, en donde parece que es imposible llegar a un acuerdo. Acuerdos a los que la sociedad civil, por su parte, está llegando continuamente en las familias y en las empresas. El único desacuerdo que no se puede arreglar es en la política".

La importancia de lo público

"Bueno, la pandemia es como si hubiéramos levantado una sábana y hemos visto debajo cosas que no nos gustan. Cosas que sospechábamos que estaban mal pero no que estaban tan mal, como el tratamiento de lo público, lo que se refiere a los aspectos sanitarios. A mí lo que me preocupa es que gran parte de los políticos están pensando que cuando esto pase, y esto pasará, podremos volver a la situación anterior y yo creo que no vamos a poder volver nunca a la situación anterior. El virus ha sido como un catalizador que ha acelerado este proceso de paso de la sociedad analógica a la sociedad digital, que es un paso de un tamaño tan grande que no encontramos en la historia uno semejante. Ni la imprenta, ni la Revolución Industrial. Tengo la impresión de que los políticos están pensando como en el siglo XX. Están pensando soluciones para un siglo que ya no existe".

La vida política

"Nunca he vivido la situación política con distancia. Procuro estar enterado de lo que ocurre. Procuro leer los análisis que me parece que son más interesantes o más acertados. Y la vivo con preocupación. Me parece que en la situación que vivimos en España actualmente, si la comparamos con los estándares europeos y mundiales, se está haciendo frente, mejor o peor, a una situación en la que se ha introducido además como una cuña la pandemia, que además era imprevisible. Esto es si lo comparamos con los estándares internacionales que no son muy halagüeños. Porque estamos viviendo una situación de enorme falta de liderazgo y de personajes estrambóticos que están ocupando espacios muy importantes de la política mundial y que repercute también en la política doméstica".

El Gobierno de coalición

"No está funcionando mal. Creo que en la gestión de la pandemia se están cometiendo errores inevitables que son los que provienen de la ignorancia del virus. Ahora bien, hay errores que no tienen que ver con mayor o peor conocimiento del virus, sino con el hábito de la política de mentir, de no decir la verdad. Por ejemplo, con el tema de las mascarillas. Al principio se nos dijo que no solamente no eran buenas, sino que eran perjudiciales. Ahora son obligatorias. Nos deberían tratar como adultos. Ahora bien, creo que no es el momento de hacer una crítica feroz. Vemos lo que ocurre en Francia, en Suecia, en Alemania y tenemos que hacernos cargo de que la situación es muy complicada. Sin duda, cuando esto pase, habrá tiempo de hacer un análisis de lo que se hizo bien y lo que se hizo mal, con más detenimiento que ahora".

Derechas e izquierdas 

"Pienso que la dicotomía de derecha/izquierda deberíamos tratarla cada vez con más cuidado porque ya no explica el mundo. Cuando alguien me dice que soy de izquierdas, parece que me esclerotiza y que me coloca frente a una trinchera en la que ya no puedo tener comunicación con los otros. Del mismo modo que cuando yo coloco a alguien en la derecha, le esclerotizo también, lo inmovilizo. Me parece que deberíamos entrar más en una etapa en la que habláramos de sentido común. Si a alguien de la izquierda clásica le preguntas en qué consiste ser de izquierdas hoy, tendría dificultades para responderte. Entramos en una etapa histórica en la que, evidentemente, gran parte de los problemas que nos acechan se van a resolver por un reparto más justo de la riqueza, no hay otra. Hay que llegar a acuerdos sin etiquetas previas, porque las etiquetas son muy reductoras".

La era Trump

"Hace poco dije, medio en broma medio en serio en la radio, que la cultura y el progreso es el resultado de un acuerdo implícito al que hemos llegado todos los seres humanos, que consiste en no sacar al idiota que llevamos dentro. Lo que ha ocurrido con Trump ha sido tremendo porque, en cierto modo, ha legitimado a un idiota. Se puede ser idiota y ganar las elecciones en EEUU. Creo que al perder las elecciones, esos 70 millones que han sacado el tonto que llevaban dentro, lo volverán a meter o censurar. Freud escribió hace muchos años, en un ensayo que se titula Malestar en la cultura, que la cultura es el resultado de la represión de los instintos. Llegamos a acuerdos de que hay instintos que reprimimos porque no son buenos para vivir en sociedad. Creo que deberíamos volver, después de la derrota de Trump, a poner en marcha ese acuerdo consistente en no sacar al idiota que todos llevamos dentro".

La disrupción tecnológica 

"Mi opinión es que está llegando y que no hay quien lo pare. Nosotros, cuando hablamos de progreso, queremos señalar que hay un avance. La palabra progreso está connotada meyorativamente: el progreso es bueno. Esto es un poco un disparate, porque la evolución humana no tiene propósito. Somos responsables morales de lo que nos pasa. Nietzsche dijo: "Dios ha muerto", y alguien le respondió: "Si Dios ha muerto todo está permitido" y creo que fue Sartre el que respondió diciendo que no, que si Dios ha muerto, la responsabilidad de todo lo que ocurre la tenemos nosotros, que somos la única especie autoconsciente sobre la Tierra. No es una cuestión de estar de acuerdo o no con la llegada de las nuevas tecnologías, sino de saber que van a llegar y tratar de que estén a nuestro servicio, en lugar de estar nosotros al servicio de ellas".

Egoísmo y altruismo 

"Es una de las cuestiones que abordamos en el libro Juan Luis Arsuaga y yo. Es una de las grandes cuestiones que discuten incluso los discípulos de Darwin. Hay una línea en la que dice que somos altruistas y otra línea que somos egoístas. Es decir, el altruismo implica dar algo sin recibir nada a cambio. Y hay otra forma de cooperación, que es dar algo a cambio de que te den algo. Yo creo que el altruismo es una construcción. El ser humano, en cierto modo, carece de naturaleza porque se adapta a todo, porque se separó de la naturaleza hace siglos. Entonces, creo que el altruismo no sé si está en nuestra naturaleza, ni me importa mucho. Lo que sí sé es que debemos imponernos la obligación moral de construirlo".

Periodismo libre e independiente 

Diálogos desde la prehistoria

Diálogos desde la prehistoria

"Creo que contamos con un periodismo libre e independiente. Y, además, con un buen periodismo. Cuando hablamos de periodismo solemos fijarnos en los cuatro periódicos de circulación nacional y en los tres o cuatro canales de televisión o radio más conocidos, que funcionan bien, sin duda. En este país tenemos una excelente red de prensa local, que está muy bien hecha, que es absolutamente independiente, porque está saneada también económicamente y que da gusto verla. Tengo una casa en Asturias y cuando estoy allí compro la prensa local y me quedo asombrado de lo buena que es y el poco conocimiento que tenemos de ella en el centro. Me ocurre lo mismo cuando voy a Valencia, cuando voy a Galicia, a Andalucía… Yo creo que tenemos, afortunadamente, un buen periodismo, que es un periodismo, además, independiente y que está muy extendido".

Las redes sociales

"El fenómeno de las redes sociales es tan reciente que todavía no estamos educados para ellas. Yo me he acostumbrado sorprendentemente a ellas. He tenido que ir haciéndome con todas estas tecnologías un poco a la fuerza, pero tampoco las he tenido rechazo. La gente de mi generación no viene del siglo XX. Nosotros venimos del siglo XIX, porque hemos visto lavar a mano, llegar a casa las lavadoras, el teléfono, la radio de transistores, la televisión y los lavavajillas. El mundo, hasta los años 50, no cambió mucho. Si alguien se hubiera dormido en la Edad Media y se hubiera despertado en el siglo XIX no habría notado grandes cambios. Pero si mi padre, que se murió hace cuarenta años, se despertara ahora, no entendería nada. Es todo una idea fantástica de la plasticidad del ser humano y de su cerebro. Cómo gente de nuestra edad nos hemos incorporado a tecnologías que cuando yo era pequeño no podían ni soñarse".

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