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Política

El PP y Vox ya reúnen a sus líderes en Andalucía

El presidente de Vox, Santiago Abascal, y el candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, Francisco Serrano.

Á.M.

La segunda semana tras el 2-D confirmó lo que la primera, todavía confusa debido a unos resultados que nadie esperaba y que obligaron a todos a improvisar estrategias, ya había dejado entrever: de forma inédita en la historia de la autonomía, la política no gira ya en torno al PSOE. La candidata socialista, Susana Díaz, ha visto cómo su comité director le daba el apoyo para intentar una improbable –casi imposible– investidura, no sin escuchar también algunas críticas por desmarcarse de la línea política de Pedro Sánchez. Y luego se ha volcado puertas adentro en el partido para tratar que se arracime en torno a ella con la vista puesta ya en las municipales, en las que el PSOE andaluz puede perder fortinos de poder ahora más importantes que nunca. Son movimientos meditados que hasta el 2-D hubieran determinado el relato político andaluz. Ya no.

El nuevo eje de rotación lo conforman PP y Ciudadanos, que han dado un paso decisivo para la conformación de su primer gobierno de coalición, si bien el papel de Vox ha provocado también los primeros roces entre los nuevos aliados. Tras casi 37 años, el PSOE se prepara para abandonar al poder. La determinación de los partidos conservadores para el acuerdo es total, como evidenciaron sus líderes, Juan Manuel Moreno (PP) y Juan Marín Cs), tras una reunión en el Parlamento el lunes. Pero su escollo es matemático: suman 47 diputados (26 el PP y 21 Cs), cuando la mayoría absoluta es 55. Para alcanzarla necesitan o la abstención del PSOE (33) o el voto favorable de Vox (12), un partido de ultraderecha contra el que advierten los socios liberales de Ciudadanos en Europa, partidarios de aislar a los integrantes del frente ultraderechista de Le Pen, Salvini, Orbán... y Santiago Abascal. Y aquí está la piedra en el camino.

Moreno y Marín declararon el lunes que pactarán entre ellos y no con Vox, pero que esperarán sus votos porque el partido de Santiago Abascal es partidario del "cambio". La estrategia oficial pasa tanto por conformar una mayoría conservadora de la mesa del Parlamento –incluida la presidencia– como por alcanzar una investidura para un Gobierno PP-Cs sin negociar nada con Vox. Y luego repartirse el Gobierno entre PP y Ciudadanos, también con Vox como espectador. Es decir, obtener su apoyo a cambio de nada, ni compromisos programáticos ni cargos.

Si este guión era un intento de sacar a Vox de foco, Moreno y Marín no lo han conseguido. A base de simples tuits, sin una sola rueda de prensa, tanto el candidato de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, como el líder del partido, Santiago Abascal, han logrado mantener buena parte de la atención políticadurante la semana. Y han dejado este mensaje: su apoyo no será gratis; para empezar quieren voz y voto en la mesa del Parlamento. Con ello sitúan en una posición incómoda a Ciudadanos, que se presenta como un partido muy alejado de Vox pero en la práctica negocia un Gobierno con el PP, que ya mantiene incluso contactos con el partido ultraderechista. La idea de que es posible echar a Susana Díaz de San Telmo sin Vox tiene lagunas.

El terreno de Rivera

Este viernes ha pedido la palabra Albert Rivera. En un desayuno informativo organizado por la cadena Ser, el presidente de Ciudadanos –que el jueves tachó a Vox de "populista" desde Bruselas– intentó marcar el terreno de juego con varias líneas. Por un lado, dijo que se negaba a negociar con Vox, que su negociación era con el PP. Por otro, intentó trasladar al PSOE la responsabilidad de que el partido alineado con Le Pen sea decisivo pidiendo a Susana Díaz la abstención. Además metió leña en la caldera de la negociación reforzando la posición de Ciudadanos con un gesto directo contra el candidato del PP, Juan Manuel Moreno, del que dijo que puede acabar "declarando en los juzgados" por el caso Bárcenas. Y por último descartó cualquier fórmula de gobierno que incluya al PSOE.

La respuesta de los socialistas a Rivera fue inmediata. El vicepresidente de la Junta en funciones, Manuel Jiménez Barrios, afirmó que "no ve posible" ese apoyo del PSOE a una investidura de un candidato del PP para un Gobierno PP-Cs."Será el señor Rivera", añadió, "el que tenga que aclararse".

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Una reunión en Sevilla

El elemento de fricción entre PP y Ciudadanos lo provocó Vox. Esta semana se reunieron en un hotel de Sevilla Juan Manuel Moreno (PP) y Francisco Serrano (Vox), según adelantó Newtral. El PP lo confirmó. Atribuyó la reunión a una cortesía, un conocimiento mutuo sin negociación, a iniciativa del propio presidente del PP. Tras conocerse la información Cs trasladó, a través de Europa Press, un mensaje de desconfianza: Moreno "tiene que dar explicaciones". Más allá de gestos, Ciudadanos mantiene la negociación. Y el PP no se achica. El presidente del PP andaluz, durante su intervención en la reunión de la Junta Directiva Provincial del partido en Granada, defendió su "toma de contacto" con Vox porque su partido habla "con quien quiere, cuando quiere y como quiere". La dirigente del PSOE-A Ángeles Férriz aprovechó para afirmar que Vox está "metido hasta el tuétano" en las negociaciones y pidió a Ciudadanos que salga de "ese aquelarre con la ultraderecha". Nada de lo acontecido alteró el guión previsto por PP y Cs, que este lunes prevén reunirse para repasar los avances en la negociación programática.

Se va acercando el 27 de diciembre, fecha de constitución del Parlamento, cuando se visualizarán definitivamente los pactos. En el flanco izquierdo Adelante Andalucía está desoyendo las alusiones del PSOE a la conformación de un bloque de 50 diputados, que haría imprescindible a Vox para la derecha. La coalición que lideran Teresa Rodríguez (Podemos) y Antonio Maíllo (IU) zanjó este viernes algunas dudas sobre su posición al anunciar que pretende estar "con voz y voto" en la mesa del Parlamento y que Vox tenga "una vocalía sin voto". Es decir, Rodríguez se inclina por buscar alguna fórmula de colaboración con el PSOE en este punto, ya que de lo contrario se quedaría sin voto en atención a una resolución del Tribunal Constitucional que afirma que todos los grupos tienen derecho a estar representados, pero no necesariamente a votar. Esta sentencia prevalece sobre el reglamento de la Cámara, que daba a todos los grupos voz y voto. Con dicho fallo sobre la mesa, tanto Vox como Adelante Andalucía corren el riesgo de quedarse sin voto, aunque es posible buscar fórmulas para que al menos estén en las reuniones de la mesa. Esa es la fórmula que Podemos-IU defiende para el partido ultraderechista. El PSOE pretende que Vox se quede fuera de la mesa.  

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