40 años del referéndum de autonomía en Andalucía

El andalucismo llega al 40º aniversario de la autonomía sumido en su mayor crisis

Una de las movilizaciones que desembocaron en el referéndum del 28-O.

Aunque Andalucía se prepara para la celebración del 40º aniversario del 28F, hay dos fechas que quizás resulten más adecuadas para entender la evolución de la autonomía: el 4D y el 2D. ¿De qué hablamos? El 4 de diciembre de 1977 se produjeron en Andalucía unas masivas manifestaciones en la región del sur que la postre resultaron cruciales para la definición del modelo autonómico y el conocido como "café para todos". Los protagonistas de la Transición coinciden en admitir que nadie vio venir aquella energía social, cocinada a fuego lento durante décadas y canalizada por una miríada de movimientos obreristas, sindicales y de barrio que habían ido ganando protagonismo discretamente desde finales de los 60. El 28 de febrero de 1980, poco más de dos años después de aquellas manifestaciones, tuvo lugar el referéndum autonómico, el que ahora se conmemora, un hito que sería inexplicable sin el impulso del 77. En cuanto al 2D, es mucho más reciente: 2 de diciembre de 2018. Cae el PSOE andaluz, histórico administrador de casi cuatro décadas de autonomía, e irrumpe en España, vía Andalucía, la primera fuerza ultraderechista relevante desde Fuerza Nueva. Otra sorpresa que nadie previó, esta vez con un sesgo político opuesto. Andalucía, uno de los motores del autonomismo en la Transición, ha virado hacia planteamientos conservadores justo cuando España afronta, tensada por la costura de Cataluña, un debate sobre la posible redefinición de su modelo territorial y de convivencia entre identidades.

La encrucijada afecta a toda España. Y especialmente a la propia Andalucía, donde la crisis del andalucismo, hoy agonizante, ha desatado una batalla política por capitalizar este espacio. El Partido Andalucista (PA), tras perder su representación en el Congreso de los Diputados y el Parlamento europeo, acabó quedándose sin escaños en la cámara autonómica en 2012. Desapareció en 2015. El PSOE, que durante décadas ha logrado erigirse en el gran partido de la autonomía, sigue asimilando el trauma de su salida del poder. Con el andaucismo histórico finiquitado y el PSOE fuera de la Junta de Andalucía, que le ofrecía una plataforma excelente para ejercer un eficaz andalucismo institucional, se ha desatado una puja tanto desde la derecha como desde la izquierda.

Entre Vox, Blas Infante y Clavero Arévalo

El presidente, Juanma Moreno (PP), ha lanzado una ofensiva de amplio espectro. Su apuesta consiste en una especie de redefinición del andalucismo difícil de compatitilizar con un acuerdo con los antiautonomistas de Vox. "Este Gobierno es el más andalucista de la historia", decía esta semana Elías Bendodo, consejero de Presidencia y portavoz del Ejecutivo. Se prodigan los guiños, que la oposición califica de "postureo". Este mismo lunes, en la antesala del 28F, la reunión del Consejo de Gobierno tuvo lugar en el Museo de la Autonomía, ubicado en Coria del Río (Sevilla), donde Blas Infante fue detenido por los falangistas antes de su asesinato.

En esta voluntad de apropiarse de un espacio político tradicionalmente patrimonializado por las fuerzas de izquierdas entronca su reivindicación constante y al máximo nivel de la figura de Manuel Clavero Arévalo, que fue ministro de UCD durante la Transición, al que se le atribuye un papel clave en el acceso de Andalucía a la autonomía plena. Moreno se ha referido a él como "padre de la Andalucía moderna", una fórmula que recuerda a la de Blas Infante, "padre de la patria andaluza", reconocido así por el Estatuto, al que Vox desaira ausentándose de los actos en recuerdo de su asesinato en 1936.

Pese a la contradicción constante que le provoca gobernar gracias al apoyo de Vox, el PP intenta marcar perfil andalucista, insistiendo en que no es una corriente política que le pertenezca a la izquierda. Se han vuelto a ver banderas blanquiverdes en las muñecas de los diputados conservadores, que las llevan a los plenos para irritación del PSOE. Moreno y los suyos vienen enarbolando el "andalucismo" como la fuerza llamada a parar cualquier posible "trato de favor" o "privilegio" a Cataluña. Moreno explota la antipatía que puede generar el independentismo en Andalucía, con gestos como anunciar ayudas para inmigrantes andaluces "afectados" por la inmersión lingüística o preparar la apertura de una sede en Barcelona para atraer empresarios contrarios al independentismo. Este mismo lunes, Moreno insistió en este mensaje. El espíritu del 28F, dijo el presidente, está "más vivo que nunca", frente a quienes quieren "quebrar el principio de igualdad" con "cesiones a los independentistas". Alianza Popular, origen de lo que hoy es el Partido Popular, pidió el voto en blanco hace 40 años.

Una bandera de la izquierda

Hay que tener en cuenta que, al hablar de andalucismo, una asociación mental automática lleva a mirar a la izquierda. Está en su ADN desde Blas Infante. "Durante el proceso autonómico andaluz, en ausencia de factores étnicos o lingüísticos, resultarán claves la conciencia del atraso y el agravio comparativo como elementos que conforman una identidad cívica", señala la historiadora Teresa María Ortega López en el ensayo colectivo Ls sociedad andaluza. Punta de lanza de la democracia y la autonomía (Centro de Estudios Andaluces, 2019). Es una frase que se ha dado siempre por hecha: "El andalucismo es de izquierdas". Está en la historia. Ni UCD ni Alianza Popular estuvieron a favor de la autonomía en la campaña del referéndum de hace 40 años. "Para muchos la autonomía no es otra cosa que acercarse a la teta de los sueldos", proclamó Fraga, muy en su estilo. El no apenas obtuvo 152.000 votos de un total de más de 2,8 millones. Aquel fracaso de la derecha fundó la autonomía sobre el pilar izquierdo. El PSOE supo apropiarse de la blanquiverde en la persona del que fuera presidente Rafael Escuredo. Y quedó muy limitado el marco de actuación de la derecha, algo que no se corrigió hasta 2007, cuando Javier Arenas reincorporó al PP en plenitud al marco autonómico con el apoyo a la reforma del Estatuto, que alude a Andalucía como "realidad nacional". Paradojas de la política, finalmente el PP ha llegado a San Telmo gracias a un partido que, si pudiera, eliminaría la autonomía andaluza y las otras 16.

El catedrático de Historia Salvador Cruz Artacho, en su artículo 28F. 40 años del sí que cambió la historia, publicado en el número especial dedicado a la efeméride por la revista Andalucía en la historia, explica con claridad el sesgo izquierdista de la lucha autonomista andaluza: "En los tiempos de cambio que siguieron a la muerte del dictador Francisco Franco, las ansias de libertad política y social se sumaron a las demandas de igualdad territorial del Estado. En Andalucía los gritos en pro de la amnistía, la libertad y la democracia se acompañaba de la denuncia del 'agravio comparativo' y de la exigencia de su definitiva superación por la vía de la igualdad de trato". En aquellos tiempos, recuerda Cruz Artacho, se hizo común una expresión: "Ni más que nadie, ni menos que ninguno". Ahora Juanma Moreno le recuerda esta frase a Díaz, a la que acusa de haber "traicionado" aquel espíritu al apoyar el diálogo de Pedro Sánchez con ERC.

Un movimiento desgastado

En la izquierda abunda un diagnóstico lúgubre. "El andalucismo era potencialmente lo más desestabilzador que había en la Transición. Lo que más inquietante resultaba era que se levantaran los campesinos del sur. Durante la etapa del PSOE, se dedicaron a desactivarlo. Desde Madrid, desde el propio PSOE, era visto como una amenaza. Al final queda muy poco ya de aquel impulso de finales de los 70, principios de los 80", señala a infoLibre el historiador Carlos Arenas, autor de Poder, economía y sociedad en el sur. Historia e instituciones del capitalismo andaluz (Centro de Estudios Andaluces, 2016). A su juicio, Andalucía no ha experimentado las transformaciones económicas necesarias dar por cumplido el propósito autonomista, lo cual exigía sacar a Andalucía de la posición de marginalidad económica y muy especialmente encarar el secular problema del mal reparto de la tierra. Agotada la etapa socialista, el electorado no se ha inclinado por un viraje hacia la izquierda, sino por un voto más conservador que tiene incluso una vertiente nítidamente antiautonomista en Vox.

Alejandro Rojas Marcos, histórico dirigente andalucista, que llegó a ser alcalde de Sevilla con el PA entre 1991 y 1995, afirma: "El pueblo andaluz tiene muy poca conciencia de pueblo andaluz y no poco, poquísimo poder". Lo dijo en un debate monográfico sobre la autonomía andaluza en la televisión 7TV, al que también asistió el histórico del PCE Felipe Alcaraz. "Se están perdiendo las banderas verdes y blancas, aparecen poco", dijo Alcaraz. Personalidades relevantes del andalucismo no ocultan su desesperación ante lo que consideran una desaparición de Andalucía como agente político en un momento crucial. Esta impresión se agudizó durante el debate de investidura de Pedro Sánchez, cuando Andalucía apenas ocupó unas referencias.

Fue muy comentado que fueran dos independentistas, Gabriel Rufián (ERC) y Oskar Matute (Bildu), los que mencionaran expresamente desde la tribuna la causa del andalucismo. El profesor de Derecho Antonio Manuel Rodríguez, uno de los principales divulgadores del pensamiento de Blas Infante, escribió en Twitter durante el debate: "Un 28 de febrero de 1980, el pueblo andaluz aprobó en referéndum acabar con la Inquisición centralista. Hoy, Andalucía carece de peso político en el Estado, con un gobierno respaldado por la misma Inquisición. Sinceramente, me duele mucho que en el Congreso más diverso de la democracia, ideológica y territorialmente, en un momento clave para nuestra historia, Andalucía carezca de voz propia. Y me duele mucho más que al pueblo andaluz no le duela".

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Tensiones en la izquierda

En Adelante Andalucía (IU, Podemos y dos pequeños partidos andalucistas) cunde la idea de que Susana Díaz, presidenta entre 2013 y 2018, malogró el legado andalucista del PSOE con su apuesta en clave nacional. Teresa Rodríguez, coordinadora de Podemos en Andalucía, tiene entre ceja y ceja la idea de que el espacio político a la izquierda del PSOE tiene ahora una oportunidad única de ampliar su espacio si consolida un perfil claramente andalucista y arrebata por fin la bandera blanquiverde a los socialistas. De ahí su empeño en un "sujeto político propio" para Andalucía, que no ha logrado culminar y que finalmente ha sido clave en su decisión de abandonar la dirección de Podemos, que podría ser el primer paso de su abandono del partido e incluso de la creación de un nueva formación. Adelante Andalucía se resquebraja hoy, entre otros motivos, por tensiones derivadas de una diferente lectura del andalucismo. Hay significativos cuadros de IU que observan con resquemor la deriva "nacionalista" de Rodríguez, cuya corriente, los anticapitalistas, ha llegado a mostrar apoyo al procés.

"Vamos a construir con con todo nuestro empeño ese sujeto propio andaluz con aspiración andalucista en un momento en que territorios como Cataluña, Euskadi, Galicia e incluso Teruel ponen sus necesidades encima de la mesa. Los que estamos haciendo el tonto somos los andaluces, alguien tiene que coger la bandera andaluza", dijo Rodríguez en la intervención en la que empezó a anunciar sus nuevos planes, que cerró con un "Viva Andalucía libre". Es pronto para saber si estos planes se podrán desarrollar dentro o fuera de Adelante Andalucía. Lo seguro es que tiene el propósito de revivir una tradición política, el andalucismo, hoy agonizante y en crisis de identidad.

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