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Xavier Sardá sobre 'Olive Kitteridge': "Es una miniserie extraordinaria con un regusto inquietante"

Para espectadores que no concedan su tiempo a propuestas sin credenciales, la miniserie Olive Kitteridge, que puede verse en HBO, es una opción muy considerable. Premiado el libro en el que se basa, multipremiada su versión televisiva, además llega recomendada por el periodista, comunicador y analista de la actualidad Xavier Sardá. “No os perdáis Olive Kitterdige”, prescribe tras analizarla.

“Realmente, estamos hablando de una serie durísima, una serie que a uno le evoca determinados autores de esa América profunda, de esa América durísima, de esa América de soledad, Tennesse Williams, y tantos otros escritores”, aclara en primer lugar para situar el tono y el tipo de obra que se presenta en estos cuatro episodios.

La serie sigue la vida de una profesora en una localidad de Maine, en el norte de la costa atlántica de Estados Unidos, y sus seres cercanos, durante 25 años de su vida, entre su madurez y el comienzo de su vejez. La protagonista es Olive, y no es una píldora fácil de tragar. Ayuda que esté interpretada por la fantástica Frances McDormand, de actualidad por el estreno de la película Nomadland y de aniversario porque se cumplen los veinticinco años del estreno de Fargo. Como en aquella película, no hace falta que aparezca en todo el metraje para quedarse con la obra. En este caso está acompañada por unos fantásticos Richard Jenkins y Bill Murray en el departamento de maduros.

“La protagonista no está por hostias, pero en su interior hay un auténtico volcán”

“La actriz protagonista es extraordinaria —acuerda Sardá—. Hay papeles que son muy ingratos, porque tener que hacer de una mujer insensible, emocionalmente atroz, bloqueada, a la que las adversidades han convertido en una persona que no está por hostias, que no va a decir nada por complacer a los demás y que es fría como un témpano no es cualquier cosa. Pero en realidad, en su interior, como es lógico, como ocurre en todos estos casos, hay un auténtico volcán”. McDormand califica a su personaje como un ser que sólo entiende el estoicismo.

Olive Kitteridge fue primero un libro, escrito por Elisabeth Strout, quien se crió en el estado de Maine y sitúa en ese ambiente a los protagonistas de sus novelas. En el caso de esta novela, la estructura era de trece escenas independientes, algunas protagonizadas por Olive, en otras su presencia era testimonial, pero el ambiente explica en parte al personaje. El libro ganó el premio Pulitzer a la obra de ficción del año 2009 y ha vendido en torno al millón de ejemplares.

Aparece en la historia este personaje perfecto para Frances McDormand, actriz especializada en interpretar a mujeres que no se muestran de una vez y obligan a los espectadores a buscar capas más profundas de sus motivaciones. Según declaraciones de la actriz y productora a Los Angeles Times, primero leyó y recomendó el libro y cuando un amigo asumió que quería interpretar a la protagonista, cosa que no se le había ocurrido, la idea le quedó clavada y optó a los derechos de la novela antes de que explotase en popularidad tras ganar el Pulitzer.

“Es una historia hecha por mujeres que concierne también a los hombres”

McDormand siempre pensó en una serie en lugar de una película porque según ella las historias desarrolladas en tres actos y puestas en escena entre 90 y 120 minutos no son las idóneas para desarrollar historias femeninas. “Estas son más circulares, prolongadas y complejas, necesitan ser contadas en formatos distintos”, declaró al medio americano. Para Sardá: “Esta es una historia hecha por mujeres y no solo para mujeres, porque los hombres también se sienten concernidos en este ambiente asfixiante, durísimo”.

Acierta plenamente respecto a la elaboración de la serie, ya que Frances McDormand quiso en dirección y guión solo a mujeres en este proyecto, y se denomina a sí misma feminista militante. Para HBO el formato elegido venía avalado por el éxito de la adaptación de Mildred Pierce poco tiempo antes. El fenómeno de la adaptación de libros como miniseries se ha mostrado especialmente exitoso en las plataformas televisivas, y dentro del género, hay una fructífera corriente en la que actrices veteranas lideran y protagonizan los proyectos que la industria no les ofrece. Entre las responsables de la versión audiovisual de esta historia se debatió cuánto desagrado debía despertar Olive, una tipa tan dura que Joel Coen, el famoso cineasta y esposo de McDormand define como “una Harry el Sucio emocional”.

“Me gusta la dureza, en las películas melifluas quiero que maten, que pase algo feo”

Esta intensidad, este buscar lugares incómodos del comportamiento es parte del interés que despierta para Xavier Sardá: “Me gusta la dureza, es verdad que yo en las películas melifluas digo: ‘que maten ya, que suceda algo feo, que no salgan felices de la película’. Es lo que sucede en esta serie. Pero, depende del día que tenga cada uno de nosotros es interesante intelectualmente, pero menos emocionalmente. Es una serie extraordinaria, pero dependiendo del momento en que uno la vea, el sabor que te deja es inquietante”.

Esta aspereza no ha sido obstáculo para el éxito de la serie. Es especialmente afortunado que Xavier Sardá la recomiende, aunque reconoce claramente que la vió para poder ofrecer a los lectores una propuesta nueva: “Cada vez es más difícil que cada uno de nosotros pueda decir algo distinto y entonces recalé, casi en búsqueda de alguna serie de la que poder hablaros, en esta serie que me impresionó desde el primer momento”. Y es algo afortunado porque esta propuesta pasó un poco desapercibida en España. En su momento, en 2014, su fama fue eclipsada por Juego de Tronos y Mad Men, a pesar de que fue distinguida con nada menos que ocho premios Emmy, incluyendo a su directora y a varios de sus intérpretes.

Por supuesto fue galardonada su protagonista: “Frances McDormand para mí, insisto, está espectacular —coincide Sardá, que también señala a otros dos actores galardonados del reparto—, igual que todo el elenco de actores, Bill Murray o Richard Jenkins, el marido, que hace de compañero paciente, adorable, pero que, a su modo, vive también un infierno y es el farmacéutico de esa población”.

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“En cierto momento, esa mujer distante y negativa se vuelve muy humana”

Sardá entra en el meollo del argumento: “Está mujer ha sido profesora de escuela, se retira, los dos se retiran, su marido farmacéutico también. Ella es durísima incluso con su propio hijo, que crece, se casa, se separa… Pero, cuando al marido adorable le sucede una pérdida muy notable, mira tú por donde, en ese momento de soledad y bloqueo de su marido, esa mujer fría, distante y negativa se vuelve tremendamente humana”.

Olive sabotea su propia búsqueda de conexión con los demás, y lo hace a conciencia, pero hay en ella momentos, ramalazos, y como concluye Xavier Sardá: “A pesar de los pesares y de las tristezas, de los agobios que se dan a lo largo de la serie, al final, acaba en un abrazo. Un abrazo de dos personas solitarias y desesperadas, pero un abrazo que hace que la situación sea más balsámica y mejor”.

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