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La gran paradoja del 21A: un Parlamento más soberanista, una ciudadanía menos independentista

Política

Sánchez se hace fuerte en Ferraz

Susana Díaz y Pedro Sánchez.

Cristina S. Barbarroja (Ctxt)

Estamos mejor que estábamos la noche del 20D”. La frase, de un colaborador del secretario general de los socialistas, resume los ánimos en Ferraz 70, antes sede del PSOE y hoy búnker de su dirección. Aquella noche, según el recuento electoral evidenció que “la cosa estaba entre PP y PSOE” –como anunciaba eufórico el secretario de Organización, César Luena–, Pedro Sánchez respiró tranquilo. No se había producido el sorpasso de Podemos que él mismo había ligado a su continuidad al frente del partido. Hoy aquella amenaza se ha convertido en la única esperanza del líder del PSOE para no engrosar la lista de los desempleados por pésimo resultado electoral. Y, a pesar de las maniobras de buena parte del partido, Sánchez, atrincherado en la cuarta planta de Ferraz, vuelve a respirar.

Está fuerte, no tiene nada que perder y va a ir a por todas”, afirman en su entorno, cada vez más confiados en el éxito de la única estrategia que podría evitarle ser devorado por sus compañeros. La misma que se diseñó, sin tener en cuenta a los barones territoriales, el 21D: una propuesta de acuerdo para la regeneración democrática con la izquierda, pero también con Ciudadanos. “Estamos en la táctica que manejábamos la noche electoral, aunque el escenario está cambiando a nuestro favor”. Entienden los de Sánchez que a los de Albert Rivera no les interesa el adelanto electoral y en sus cálculos cuentan, como mínimo, con la abstención naranja. Consideran además en Ferraz que, tras las declaraciones de Pablo Iglesias el domingo ante su consejo ciudadano, Podemos ha entendido el daño que le produciría rechazar el intento de formar un “gobierno del cambio” y van a emplearse a fondo en esa veta para forzar el acuerdo.

De hecho, el acercamiento entre el PSOE y los de Iglesias parece estar produciéndose ya en las negociaciones para la constitución de la Mesa del Congreso. Se espera que el lunes 11 de enero la Ejecutiva socialista proponga a su candidato para la Presidencia de la Cámara Baja, quizás Patxi López. Aunque tras la primera ronda de contactos, el negociador socialista, Antonio Hernando, negaba el martes 5 de enero que haya nombres encima de la mesa, sí reconocía que, “a pesar de los problemas reglamentarios, no se ha tomado ninguna decisión” sobre la posibilidad de aceptar la demanda de Podemos de contar con cuatro grupos parlamentarios. ¿Presidencia a cambio de representación territorial? Los berenjena solo admitían la cordialidad de las conversaciones, encabezadas por Carolina Bescansa, y que seguirán el jueves 7.

Pero más allá de las cuestiones de gobernabilidad, en el búnker de Sánchez añaden una tercera circunstancia que jugaría a su favor: el rechazo de la CUP a la investidura de Artur Mas y la probable convocatoria electoral de las catalanas en marzo. Para empezar porque se aleja el “fantasma” del interés general como argumento de la derecha, pero no sólo de la derecha, para promover la abstención socialista a una investidura de Rajoy (piensan en Ferraz que la estrategia de Susana Díaz pasa por una legislatura corta del PP que le dé tiempo a afianzar su candidatura a la Presidencia del Gobierno). Pero también porque las nuevas elecciones catalanas obligarían a frenar las prisas de La Sultana y sus acólitos territoriales en la renovación de la dirección del PSOE.

El laberinto del calendario

La fecha del Congreso Federal ordinario es la fecha de caducidad de Sánchez al frente del PSOE, si un acuerdo de investidura no lo remedia. Él y su ejecutiva lo saben, como lo saben los susanistas, partidarios de colocar a la trianera al frente de la secretaria general. Los primeros (Ferraz y las federaciones de Madrid, Euskadi, Baleares o La Rioja) apuestan por posponer el congreso hasta la primavera. Los segundos (Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias o Aragón), más poderosos en número de militantes, están en el “cuando toca”, es decir: ¡ya!. Y luego está el PSC que, de confirmarse el adelanto electoral, exigirá la paz interna y el retraso del congreso para que el partido se vuelque sin fisuras en la candidatura socialista a la Generalitat.

Es al Comité Federal al que corresponde la convocatoria del congreso, pero es a Sánchez a quien compete la convocatoria del Comité Federal. Y en ese trabalenguas estatutario se desarrolla un laberíntico calendario que debería empezar a contar en la próxima reunión de la Ejecutiva, prevista para el lunes 11 de enero. Los partidarios de Susana Díaz esperan que ese día la dirección del PSOE fije la fecha del nuevo Comité y avanzan que “ya están recogidas las firmas necesarias” para forzar la convocatoria en caso de negativa de Ferraz.

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Convoque quien convoque, a partir del mandato del Comité habrán de transcurrir 60 días para la celebración del congreso. Es decir que, aunque triunfara la agenda de quienes quieren desalojar cuanto antes a Sánchez, la reunión para la renovación del PSOE no se celebraría hasta mediados de marzo. O sea: coincidiendo con la nueva convocatoria electoral en Cataluña, si Mas o Junts pel Sí no lo remedian. Ya se sabe que es en tiempo de elecciones cuando los socialistas se disciplinan y aparcan diferencias. Otro argumento a favor del indoblegable Pedro Sánchez y el optimista búnker de Ferraz, donde cada día se ve más posible una victoria frente a las aspiraciones de La Sultana.

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