El debate de investidura

Así hablaba Sánchez

Así hablaba Sánchez

Guillem Martínez (Ctxt)

Chorrocientos periodistas vestidos de gala, mucho diputado vestido de vendedor de El Corte Inglés, mucha diputada vestida de tía sexy. En el Congreso, por cierto, es palpable cierta tensión sexual. Menos, sí, que en un congreso del PP; nivel cenorrio de Clinton con Michael Douglas, pero más que, pongamos, en una cadena de montaje de la SEAT.

La tensión sexual es, en fin, algo propio de los sitios en los que no pasa nada, por lo que te tienes que inventar lo que pasa. Cuando nos dejan inventar lo que pasa, en Occidente siempre hemos recurrido a lo guarri. Esto igual, ahora que lo releo, es un spoiler de las memorias de Saint-Simon, aquel pollo que escribía sobre Versalles, ese sitio en el que jamás pasó nada. Salvo, zas, el último día.

Bueno. Hola. Saludos desde el Congreso de los Diputados. Está a punto de empezar uno de los espectáculos más absurdos del mundo. Es tan absurdo que, si fuera en sueco, dirían que es experimental y nos hubieran cobrado 100 pepinos por la entrada. En contrapartida, y como pasa cuando un espectáculo experimental no sabe a dónde tirar, el monologuista se hubiera quedado en pelotas a mediados del primer acto, y hubiéramos tenido donde mirar, como cuando vas a la playa. El carácter absurdo de la cosa viene de la ausencia de género. No se sabe muy bien la disciplina que se va a acometer hoy. No es, desde luego, una sesión de investidura. Aquí no se va a investir nada ni a nadie.

Nadie lo sabe. Faltan piezas para interpretarlo. Algo importante. Si no te enseñan todas las piezas, un coche puede pasar por una moto, o un vestido de novia puede ser una mortaja. Y, en este juego no sólo no existen, lo dicho, todas las piezas, sino que, además, están desordenadas.

El Pacto a la Naranja, presentado como un día histórico, fue reformulado al día siguiente, que no fue histórico. En el momento de publicitarlo, las webs de PSOE y C's publicaron pactos diferentes. Esta semana, PSOE ha querido reabrir/escenificar el Pacto hacia la izquierda, enviándolo al pack Podemos-Confluencias. Cada uno de esos grupos –y esto ya empieza a ser de traca–, recibió un pacto distinto.

Esto, que podría ser un cuento de Borges, o un colapso en SEUR, se complica con más detalles. Si bien el PSOE empezó a negociar con el pack Podemos-Confluencias, esas negociaciones no existieron, o sólo fueron una dramaturgia, pues el Comité Federal no autorizó jamás un pacto en esa dirección. En todo caso, las negociaciones PSOE-Pack no lo fueron.

Parecían más una reunión entre Corea de Norte y Corea de Sur. El PSOE, que afortunadamente no domina el taekwondo, bordeó la agresividad Kim II Sung. Esta semana, que han vuelto a abrir aparentemente el pacto, han ofrecido al Pack productos extraños -a los catalanes de En Comú, verbigracia, les han ofrecido productos que antes se ofrecían, en estos rituales, a la añorada CiU-, que evidencian un desconocimiento absoluto del interlocutor.

¿Qué diablos es el Pacto? ¿Un intento apresurado de tener 66 hojas de lo que sea, para hacer una consulta interna que mantuviera vivo a Pedro Sánchez? ¿Un intento de quemar cualquier pacto a la derecha, para iniciar una tentativa de pacto hacia la izquierda? ¿Un encargo Real, que especificaría cómo reordenar, sin abandonarlos, los cambios estructurales realizados por el PP, e intentaría cerrar la crisis política y territorial española con una reforma constitucional exprés, rapidita, de manera que el invento dure otros 35 años? ¿Es el primer acto, así, de un intento teatralizado en el que, a través de varias actos, se accede a la aceptación --y al liderato-- del pacto por el PP, sin mover muchas páginas de las 66?

¿Es, por tanto, el acceso lento a una Gran Coalición? ¿Es fruto de la desinformación interna del PSOE? ¿Es un indicio de que el PSOE colapsa, o es un objeto inteligente y aún incomprensible del PSOE? ¿Un partido, en el momento en el que se va a la XXXXX, puede dejar de evitar irse a la XXXXX? No se sabe. Por lo que no sabemos ni dónde estamos, ni lo que vamos a oír. Suena los timbres. Se inicia la sesión. Empezamos a oír.

Sánchez empieza a hablar. En ese momento, los periodistas ya tenemos su discurso en la mano. El público lo tiene al poco rato, publicado en los medios digitales. Lo que confiere al acto el carácter de prescindible. Si se realiza, supongo, es por imperativo legal. Y para intentar transmitir algo. Es, por tanto, un acto propagandístico. De hecho, el que hoy sólo hable Sánchez y únicamente Sánchez es una concesión propagandística de Patxi López, iniciativa que convierte a López en algo más cercano al dueño del cortijo que a un Presi de un parlamento. La política española, en fin, es profundamente deshonesta. Anyway.

Intento ser perceptivo a lo que se intenta transmitir. Les enumero. Sánchez empieza declinando. Es decir, especificando que Rajoy declinó formar gobierno. Es decir, echándole la culpa del espectáculo a Rajoy. Al rato de iniciarse el espectáculo, constato que, Zzzzzz, no es mala idea. Descarta la Gran Coalición. Pero, glups, no la descarta con el PP, sino con "Rajoy y sus políticas".

Descarta un Gobierno de izquierdas. Se lo pide el cuerpo, dice, pero no puede porque no suman –de lo que se desprende que la suma con C's, otro glups, aún no está completada–. Llama a su propuesta de 66 páginas Gobierno de Cambio. Explica que no es un Gobierno de izquierdas o derechas. Explica que es --tres glups-- de españoles. Los españoles están, como los estreptococos, por encima de ideologías.

Luego propone que este gobierno de derechas es un gobierno sin ideología, o -E=MC glups-, "de mestizaje ideológico". Explica que este acuerdo mestizo es "el principio de la solución" –es decir, que lo de hoy no es la solución; falta, glups, más derechas, en cuando se desprendan de Rajoy–. Lo contrario al Pacto no es el PP, sino Rajoy –"hasta la peor de las medidas del acuerdo es mejor que mantener a Rajoy en el poder"–.

Rajoy, a su vez, escucha a Sánchez masticando algo, y con algo de cara de póker. O de gallego diseñando una escalera. Sánchez esboza los cinco puntos del pacto –hoy, yupi, son cinco–. Empleo, desigualdad, regeneración democrática y corrupción, y "crisis de convivencia en Catalunya" –con ese nombre artístico, la sensación es que católicos y protestantes nos estamos dando de leches en Catalunya–.

Desglose/perlas: aparece el palabro austeridad de casualidad, como el palabro Alka-ETA en una obra de títeres. La solución a casi todo es negociar un nuevo ajuste con Bruselas, trade-mark que, por cierto, ya ha dicho que no va a negociar nada, como su nombre indica. Renuncia a que los ajustes se hagan restando gastos sociales, un brindis al sol en un Estado en el que los presupuestos generales del Estado los corrigen los Súper Cicutas del Bruselas. La Reforma Laboral no se deroga. Pero sí. O no, pero sí.

Habrá planes de lucha para casi todo, menos para las espinillas y los puntos negros. La Seguridad Social seguirá garantizada por el Pacto de Toledo –nota: el Pacto de etc. nació con el objetivo de garantizar la cosa hasta 2010; se ha ido renovando; cuando Toledo esté sumergido bajo los océanos, seguirá existiendo el Pacto de Toledo–. El Bienestar se reconstruirá. Como en su día el Alcázar de Toledo. En la Ley Mordaza se derogarán sus artículos más regresivos / es decir, que los hay que son Dinamarca la nuit. Se cambiará radicalmente la política de refugiados por el mismo sistema. Catalunya. La cosa es una mezcla de sentimentalidad y problema político. Se solucionará con algo parecido al Pacto de Toledo/cosas que ya no existen. Reforma Constitucional.

Empezamos mal: se presenta como miembro de la "nueva generación de políticos que debe honrar a sus padres". Y qué mejor manera, se sobreentiende, que quemar a Jefferson y su idea de que cada generación pacte sus leyes, papá. Se creará una subcomisión que "llegará al acuerdo sobre el perímetro a reformar". Socorro. El final será una monarquía en el que puede reinar una primogénita -eso debe de ser "los problemas reales que preocupan a los españoles"--, el aumento de derechos -si no se garantizan, como hasta la fecha, se puede incorporar el derecho a unos rizos perfectos--, y un Estado Federal que no problematice mucho la cosa Estado Federado.

N del E: Todo lo anterior se puede resolver la próxima semana, menos Catalunya, que tal vez requiera los 18 meses habituales.

Sánchez finaliza. En ese momento, los chicos de la prensa estamos abrazados, durmiendo. Si nos vieran, querrían llevarnos a todos a su casa. Pero la propaganda continúa. Mañana, en cada radio y medio televisivo habrá un sociata-mestizo defendiendo que esto es una propuesta gubernamental y de reforma del Estado king-size, y que quién se niegue a ella merece nuestro desprecio'78. No obstante, la cosa propagandística les puede salir por la culata. Todos los grupos, incluido el PP, aquel a quien iba dirigido, tal vez, el espectáculo, salieron del hemiciclo como una moto. Iban más encendidos que un mechero, incluso Rivera, molesto porque Sánchez se olvidó de explicar que iba a hacer con las diputaciones lo que la primavera con los almendros. Tampoco ellos entendieron nada. Salvo que esto es la continuidad de las anteriores políticas y estilos. Y ahora, gracias a la ocurrencia de Patxi López, disponen de toda la noche para currarse la nominación a los Oscars.

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