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Ana Karenina y cine 'indie' norteamericano

David Bernal

La vida es puro teatro. Han sido muchas las actrices que han interpretado a Ana Karenina. Greta Garbo, por ejemplo, protagonizó una versión muda y otra sonora que, para muchos críticos, es la mejor de todas. Keira Knightley es la última en sumarse a esta lista. Aunque la actriz británica, que vuelve a sacar a relucir su limitado repertorio de mohines, no es el mayor aliciente de esta enésima adaptación del clásico de Tolstói firmada por su compatriota Joe Wright ('Expiación'). El toque de distinción de 'Ana Karenina' está en su audaz forma de mezclar cine y teatro, componiendo una suerte de ópera posmoderna más cercana a 'Mouline Rouge!' que a 'El gatopardo' de Visconti. Salvo la trama del personaje de Levis, todo transcurre en el interior de un teatro sin butacas que se va transformando (ante nuestra mirada) en los distintos escenarios de la historia, incluida la estación de tren. Este artificio también se traslada al resto del reparto: un Jude Law con sobredosis de caracterización para neutralizar su belleza y un Aaron Johnson con exceso de Farmatint rubio. Todo esto le resta profundidad y complejidad a la historia, y reduce la trágica heroína de Tolstoi a un arquetipo, pero resulta muy entretenida y su poder de seducción de las audiencias más jóvenes está garantizado. Y es que hay que encontrar nuevas formas de contar los clásicos. Ganó el Oscar al mejor vestuario.

La sublimación de lo choni

. Adolescentes en bikini, pistolas, rayas de cocaína, tríos, canciones de Britney Spears… Estos son los ingredientes de 'Spring Breakers', uno de los estrenos más interesantes de la semana más allá de su dosis de sensacionalismo. En él confluyen dos estrategias inversas. Por un lado, el viaje de Harmony Korine hacía un cine pseudo-comercial tras “películas” experimentales como 'Trash Humpers' (2009), en la que un grupo de jóvenes con máscaras de ancianos practicaban sexo con cubos de basura. Por otro, el intento de una lúbrica colección de iconos de Disney Channel –como Selena Gómez o Vanessa Hudgens- de romper con su imagen de niñas buenas y hacer cine alternativo. La relevancia de la propuesta está en la ambigüedad de su mirada. Korine no crítica los excesos de esta generación pero tampoco hace apología de ellos. El cineasta filma los desmanes de estas oscuras lolitas como si fuera un lisérgico y sofisticado video-arte, convirtiendo en estética lo que en los realitys de MTV no es más que basura blanca: es decir, (efímera) carne de derribo. En suma, un filme de culto instantáneo.

Desempolvando los cuentos de hadas

. Hablar de la crisis de ideas de Hollywood es un cliché, pero algo de cierto debe haber en ello cuando, en un mes, se han estrenado una adaptación de Hansel y Gretel, otra de El mago de Oz y ahora una de Las habichuelas mágicas titulada 'Jack el caza gigantes'. Si a estas le sumamos las dos Blancanieves estrenadas el año pasado podemos afirmar que los cuentos de hada están de moda, probablemente a rebufo del éxito de 'El señor de los anillos'. Al contrario de lo que hiciera Disney en los 90 con sus edulcorados musicales, ahora la estrategia pasa por destilar la épica de las atemporales historias de los Grimm, Andersen y compañía y convertirlas en una mezcla entre video-juego y parque temático con la vista puesta en el público adolescente. Protagonizada por la emergente estrella Nicholas Hoult (que el 19 de abril estrena 'Memorias de un zombie adolescente'), 'Jack el caza gigantes' es un intento de Bryan Singer de recuperar el crédito comercial tras el batacazo de 'Valkiria' a base de efectos digitales y 3D. El director, que debutó con la sobresaliente 'Sospechosos habituales' y dio prestigio a las adaptaciones de cómic con 'X-Men', trufa la historia de gigantes, batallas y romance con el fin de seducir a un público familiar.

Libros, neurosis y amor

. Después de triunfar como actor en la serie 'Cómo conocí a vuestra madre' Josh Radnor está intentando labrarse una carrera como cineasta. Su debut, 'Happythankyoumoreplease', fue un éxito en los circuitos de versión original gracias a su trasfondo de autoayuda y su buen rollo, aunque caía en muchos de los clichés del cine indie marca Sundance. En él se intuía cierto empeño en ser un autor total a lo Woody Allen, que escribe, dirige y protagoniza sus propias películas, pero todavía se detectaba cierta falta de voz propia. En 'Amor y letras' interpreta a un treintañero que, tras una visita a su antigua universidad, se enamora de una estudiante de 19 años (Elizabeth Olsen) que lee best-sellers de vampiros. Un obstáculo para un enamorado de los clásicos que desprecia la baja cultura y prefiere los libros a la vida. Este es uno de los conflictos que mueve esta comedia romántica –menos heterodoxa de lo que se cree- en la que se alternan momentos y reflexiones brillantes con otros de desidia.

La canícula sureña produce delirios

camp. Después de ganar el Oscar por 'Todo sobre mi madre' Almodóvar estuvo apuntito de quedarse en Hollywood para dirigir una adaptación que tenía escrita sobre la novela de Peter Dexter 'El chico del periódico'. Finalmente ha sido Lee Daniels, director de la sobrevalorada 'Precious', el encargado de llevar a imágenes la historia sobre un guion totalmente diferente. Una buena elección teniendo en cuenta la proximidad del cineasta, afroamericano y homosexual, con el material: un drama sureño con denuncia social y palpable homoerotismo ambientado en un pueblo de Florida en los años 60. En él confluye un explosivo círculo de pasiones compuesto por una sexy ama de casa enamorada de un psicópata que cumple cadena perpetua, un apolíneo adolescente enamorado de ésta y su hermano, un periodista gay de vida disoluta. A pesar de los abucheos que recibió en Cannes, su estética exploit y la presencia de Nicole Kidman, Zac Efron, Matthew McConaughey y John Cusack nos hacían albergar la esperanza de encontrarnos con una de esas películas tan bizarras que resultan sublimes. El cineasta se recrea en los elementos más grotescos de la trama, con especial atención a los encuentros sexuales, pero todo despierta más risa que verdadero interés.

Más historias mínimas sobre gente común

. En 'Días de pesca en Patagonia' Carlos Sorín vuelve a ese cine pequeño, pero lleno de ternura, humor y humanismo, que le encumbró con títulos como 'Historias mínimas' (2002) o 'Bombón, el perro' (2004). En ella nos cuenta el viaje existencial de un hombre de cincuenta años que, tras bajar a los infiernos del alcoholismo, viaja a la Patagonia para pescar tiburones y ver a su hija. Por el camino se encuentra con una serie de personajes de los que aprenderá valiosas lecciones. Salvo los dos protagonistas, el resto de personajes son personas de la calle que se interpretan a sí mismos. Esto le confiere una frescura y un realismo que se ha convertido en marca de la casa. Es verdad que en el cine del argentino empezamos a detectar cierta repetición, pero aquí adquiere un despojamiento y una concisión propia de un maestro.

El despiadado mercado laboral

. Un comercial de métodos anticuados (Antonio Dechent), una azafata joven (María Valverde) y un empresario despiadado (el mismísimo Nick Nolte) son los personajes de 'A puerta fría', este drama laboral de la cosecha del festival de Málaga del año pasado, donde ganó el premio de la crítica y mejor actor. Xavi Puebla, que ya se aproximó al tema en 'Bienvenido a Farewell-Gutman', hace un retrato del mercado laboral actual utilizando como única localización un hotel el que se celebra una convención.

Un Willy Fog sobre ruedas

Pilar Adón se pone en la piel de Orlando y Anna Karenina

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. Cuando Marcel Barrera vio a Albert Casals en un programa de televisión presentando un libro supo que tenía que hacer una película sobre él. Se trata de un chaval de 19 años que se mueve sobre una silla de ruedas y viaja por todo el mundo sin un duro en el bolsillo. Este inspirador documental titulado 'Món petit', que incluyen video-diarios y entrevistas con miembros de su familia, sigue su mayor hazaña: la que le llevó, junto a su novia, hasta un faro de Nueva Zelanda que está justo en las antípodas de su casa barcelonesa. Un chute de libertad y optimismo.

Snowboard

con gafas en lugar de tabla. El último estreno es 'The art of flight', que más que un documental es una experiencia que tiene como objetivo hacernos sentir que nos deslizamos junto a Travis Rice y la élite mundial del snowboard sobre algunas de las montañas más peligrosas del planeta, entre ellas la cordillera Darwin de la Patagonia chilena o los Andes. Para ello se han empleado dos años de producción y la última tecnología 3D. Recomendado para los aficionados a los deportes de riesgo.

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