Música

Ana Moura: “Prince compró mis discos en internet”

Fado

Francisco Chacón

La apertura del fado para ensanchar sus límites lleva en volandas a Ana Moura hacia una consagración internacional que arrancó cuando los mismísimos Rolling Stones y Prince la invitaron a cantar con ellos. La vocalista portuguesa acaba de realizar una gira de dos meses por teatros de Estados Unidos, catapultada por su colaboración con Herbie Hancock, tótem del jazz.

Su séptimo álbum, Desfado (Universal)Desfado, la avala como la mejor fadista desde el boom de Marizaboom. Y la más valiente por osar ponerse en manos de Larry Klein, productor de Joni Mitchell, Madeleine Peyroux, Luciana Souza, Walter Becker (Steely Dan), Tracy Chapman y Melody Gardot.

A sus 33 años, responde con las tablas que le dan haberse fogueado en las casas de fado de Lisboa y hasta en jam sessions de alto niveljam sessions en clubs de música negra de Nueva York o Londres.

Pero, ¿cómo empezó su despegue? "El tour europeo de los Rolling en 2007 pasó por el Estadio Alvalade de Lisboa. Ellos estaban llevando a cabo The Stones Project (bajo la batuta del saxofonista Tim Ries), donde invitaban a cantantes femeninas a reinterpretar sus temas. Llamaron a Sheryl Crow y a Norah Jones, por ejemplo. Antes de aterrizar en Portugal, alguien les puso un disco mío mientras se encontraban en Japón. Pensaron que yo podía ser otra de esas cantantes, así que grabé 'Brown sugar' y 'No expectations' con ellos", narra entusiasmada al rememorar un episodio clave en su fulgurante carrera.

Y añade: "Les llevé a la casa de fados [Bacalhau do Molho, en la Alfama] donde yo solía actuar. La cerramos al público y yo me puse a cantar sólo para ellos y su troupe. Estaban Mick Jagger, Keith Richards y Ron Wood. Al día siguiente, era su concierto y me dijeron que podíamos cenar pronto, justo antes del espectáculo. Cuando llegué, me avisaron con pocos minutos de antelación de que tramaban sacarme al escenario. Subí allí, delante de miles de personas, y cantamos juntos 'No expectations'. La gente no se lo esperaba y fue increíble".

Dos años después, el agente de Prince se puso en contacto con el de Ana Moura. "Prince compró mis discos en internet y le encantaron. De modo que quiso verme en directo. Yo estaba en La Cigale de París, y me llevé la sorpresa de que él se plantó allí", prosigue antes de retrotraerse a un tumultuoso paseo con la megaestrella de Mineápolis por el Barrio Alto lisboeta.

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"Quise llevarle a una casa de fado [la Tasca do Chico, famosa por acoger a espontáneos que se arrancan al ritmo de la guitarra portuguesa], pero no pudimos porque se agolparon los fans, que nos impedían entrar", explica. Lo que sí se celebró fue el concierto de Prince en Super Bock Super Rock (playa de Meco, 2010), con ella de invitada y hasta de mediadora, porque el artífice de himnos como "Purple rain" o "When doves cry" aceptó rebajar sus honorarios a instancias de Ana Moura. De otra forma, el festival no habría alcanzado a pagar su altísimo caché. Interpretaron juntos dos piezas de la arrebatadora fadista, "A sos com a noite" y "Vou dar de beber à Dor".

"La música de los Rolling viene del blues y la de Prince es muy profunda. Ahí está entonces la raíz de mi conexión con ellos. El fado puede convivir con el rock o el funk perfectamente", declara una cantante que tiene previsto fusionar su estilo con el jazz en vivo el próximo 4 de julio en los Jardins do Marquês de Pombal, en Lisboa, al lado de Luísa Sobral.

Nada extraño, por tanto, que aplauda el magistral experimento "Amália Hoje", en el que Nuno Gonçalves y Sónia Tavares (pilares del grupo The Gift) recreaban el repertorio de Amália Rodrigues para demostar que "no era sólo la gran dama del fado, sino una diva pop", según declaró en su día el líder y teclista de esta banda lusa. "Ese disco hizo que muchos jóvenes que nacieron cuando Amália ya estaba muerta se acercaran a su legado", proclama Ana Moura.

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