La Historia aplasta al individuo

Arias Navarro y Franco.

No es nada habitual que un joven de poco más de 30 años debute en la narrativa con una historia compleja, ambiciosa y llena de personajes que abarcan buena parte del siglo XX, desde la guerra civil hasta los años setenta. Tampoco resulta frecuente que una novela de debutante transite por varios géneros (histórica, política, de ambiente universitario, de iniciación…) ni que se adentre en épocas recientes de varios países, en especial Francia y España. Pero El trapero del tiempo (Almuzara), un título de homenaje al médico Gregorio Marañón que se autodefinía así, representa, por encima de todo, una novela de Rafael García sobre el necesario diálogo entre generaciones, sobre la necesidad de que las historias orales no se pierdan, sobre las enseñanzas que pueden intercambiar los maduros y los jóvenes…

“Soy farmacéutico de profesión”, comenta el autor, “y todos los días en la botica tengo trato con gente mayor, con abuelos con los que charlo muy a menudo. Esa experiencia de la relación con los jubilados me ha dado mucha madurez, para mí significa un continuo aprendizaje. Pero hay que decir que los jóvenes de mi generación, en general, no tienen ningún interés en aprender de los mayores. Es algo que me parece un tremendo error. Supongo que en mi novela ha influido ese factor, así como la sombra de un abuelo al que no conocí y que fue todo un personaje: un médico culto y humanista, gran aficionado a la literatura. De alguna manera mi abuelo ha inspirado El trapero del tiempo”.

De hecho, la novela recorre varias décadas de vida de los dos personajes principales, de trayectorias e ideologías muy diferentes, uno marcado por la guerra civil española, y otro, por el nazismo. Ahora bien, la narración se centra en los últimos años de la dictadura franquista, en un marco de corrupción urbanística en la costa andaluza, a partir del que se teje la trama que va saltando hacia el pasado en distintas épocas. “La corrupción del tardofranquismo”, señala García, “me permite reconstruir aquella atmósfera del miedo de los franquistas al cambio que se avecinaba tras el final de la dictadura. El miedo a la izquierda estaba muy presente en España y coincidió con la irrupción del socialista François Mitterand, una figura apasionante, en la escena política francesa”. El autor de El trapero del tiempo combina personajes de ficción, aunque estén inspirados en gente real, con personajes históricos como Ramón Serrano Súñer, cuñado del general Franco y ministro de Exteriores en los años cuarenta; Juan Negrín, primer ministro del Gobierno republicano en la última etapa de la guerra civil; o el doctor Gregorio Marañón.

En cualquier caso, sobre la novela de Rafael García sobrevuela la forma en que la Historia, con mayúsculas, afecta en algunos periodos intensos a las peripecias individuales, la huella que deja en tantas y tantas biografías. “La Historia, en efecto”, aclara el autor, “marca de por vida a los personajes de mi novela, en un sentido o en otro. Podría decirse que la Historia aplasta a los individuos. Por eso me interesaba resaltar ese contraste entre generaciones que han podido ser más libres y aquellas otras que han sufrido etapas trágicas”.

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