Literatura

Un Madrid distópico sin clase media pero con Eurovegas

Eurovegas

Abel Grau

El Madrid del futuro que ha imaginado Javier Moreno en su nueva novela, 2020 (Lengua de trapo), es desolador, pero más verosímil de lo que sería deseable. En ese porvenir a siete años vista, la recesión continúa y España ha vuelto a la peseta. Cáritas se queda sin recursos y los comedores sociales están atestados. Cientos de desahuciados ocupan aviones abandonados en la T4 de Barajas. Cae la Bolsa (menos las eléctricas, Inditex, Capio y Mapfre). Eurovegas funciona a pleno rendimiento. Los movimientos de protesta ciudadana han fracasado. 

Cunde la resignación. “No quiero ser un aguafiestas”, avisa Moreno (Murcia, 1972), sentado a una mesa del Café Comercial, en Madrid. “De hecho, mi vocación es de antiprofeta: mi ilusión sería que no aconteciese nada de lo que narro”. Quiere servir de revulsivo: “Me gustaría que la gente tomase conciencia de que esas cosas pueden ocurrir y que actúen firmemente ante ello”.

Ese escenario distópico le sirve a Moreno como marco para narrar el desmoronamiento de seis personajes. Casi sin acción (“la peripecia o la trama me interesa poco; no soy lector de thrillers”, dice el autor), la novela alterna los discursos de cada uno. Entre ellos, el del propio autor, que se incluye como un desclasado más. En ese hipotético 2020, Moreno ha perdido su empleo de profesor de matemáticas y el banco se ha quedado con su casa. Mira hacia el pasado -nuestro presente- con rencor.

“Recuerdo el 2011 como el año en el que la gente se manifestaba pidiendo que las cosas cambiaran (bien) pero en el que nadie hizo nada por cambiarlas. Visto con cierta distancia, el asunto quedó en una pose intelectualoide y pseudoética”. ¿Una crítica contra el movimiento del 15-M? Sí, pero la hace el personaje. El autor se reserva su opinión.

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El otro gran personaje del libro es Bruno Gowan, un directivo de televisión que abandona trabajo y familia para escribir una especie de nuevo evangelio capitalista. Algo parecido a un mesías en busca de la justificación metafísica de la desregulación financiera. “La verdadera unidad de tiempo es aquella que hace que varíe la cotización de una empresa bursátil. (…) Ya no uso reloj, sino un dispositivo que refleja la evolución de la Bolsa”. ¿Un Steve Jobs de las finanzas? “Gowan no está muy alejado de los grandes personajes que diseñan nuestro día a día, como el difunto Jobs. No está inspirado en Jobs, pero sí que hay una concurrencia de delirios, en los que a veces caen este tipo de personajes”, explica Moreno. Gowan incluso recluta a un escriba para que transcriba sus revelaciones. “Establecen una relación como la de Alá con Mahoma, o la de Krishna con Arjuna”. Es la palabra revelada del nuevo orden. “Esa tensión narrativa entre mesías y profeta es uno de los leitmotivs de la novela”.

A través de la fábula futurista, Moreno aborda cuestiones controvertidas de nuestro presente, como el conformismo, la opacidad del poder, las paradojas de la responsabilidad corporativa y el triunfo de la desregulación financiera. El Javier Moreno del futuro reprueba la pasividad de la ciudadanía actual. “España era un país con una historia de terrorismo a sus espaldas que había estigmatizado por tanto cualquier forma de violencia. A ello se añadía la educación de varias generaciones en valores como la no violencia y la tolerancia bajo lemas tan espurios y conservadores como la violencia no lleva a ninguna parte”. De este modo, el autor busca abrir el debate. “Lo que digo es que hay mucha reivindicación en la calle pero no se da ningún paso más allá, y quizá eso sea lo correcto. Lo que quiero es poner en duda ciertos dictámenes. Cualquiera que mire un libro de historia sabe que si los trabajadores han obtenido ciertas garantías en su trabajo siempre ha sido gracias a luchas obreras. Quizá sea un lenguaje periclitado, pero puede que ahora haya que recuperarlo”.

En la pesadilla de 2020, son muchos los asuntos que Moreno revisa con ánimo crítico. Sobre la opacidad del poder, advierte de un doble juego: “el poder quiere que todos seamos visibles pero él busca ser invisible. Es un juego perverso y fascinante. Es necesario que a través de la literatura, o de los medios en internet, ese poder se haga visible”. También incide en las paradojas de las compañías 'con conciencia' (“empresas que elaboran productos tóxicos y donan dinero para la conservación de alguna especie en extinción”, como elogia un personaje). En cualquier caso, Moreno rechaza que la novela tenga “mensaje”. “Si poseo algún talento, es literario, no político. No milito en ningún partido. Mis opiniones personales me las reservo”. Su intención es conseguir un aldabonazo. “Me conformo con que se remuevan las conciencias de los pocos que lean la novela”.

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