LITERATURA

La libertad de quitarse la ropa

La escritora Marta Sanz.

SILVIA HERNANDO

Como niñas que son, a Catalina y su amiga les encanta encerrarse en su cuarto para jugar a metamorfosearse, aunque solo sea por un rato, en esas glamurosas y atractivas actrices que ven en las revistas y por televisión. Es 1978, así que esos modelos que las inspiran y capturan su ingenua atención son aquellas divas que, por primera vez en España, comenzaban a quitarse la ropa en la pantalla. Pasan los años, y Catalina, cómo no, se hace mayor. Ahora es una mujer trabajadora que a sus 50 primaveras vuelve la vista atrás a esa etapa infantil para realizar un falso documental sobre los años del destape, esos tiempos marcados por primer desnudo integral catódico, protagonizado por María José Cantudo en el programa La trastienda, o la ya mítica portada de Marisol en Interviú.La trastiendaInterviú

Contada a dos voces que son en realidad la misma, transmutada por la edad y la perspectiva, Daniela Astor y la caja negra (Anagrama), la nueva novela de Marta Sanz, que se presenta hoy en la librería madrileña La buena vida, más allá de recrear el pasado nacional intenta, en palabras de la escritora, “contar cómo se relaciona la realidad con las representaciones de esa realidad”. “Existía un hueco en nuestra literatura en lo que respecta a la época del destape”, explica la autora (Madrid, 1967). “Y yo he querido contar la Transición desde el punto de vista de las mujeres que crecimos entonces, además de realizar una especie de historia sentimental de la Transición”.

Junto a la idea del desnudo femenino, del pudor y de la libertad que conlleva, de las páginas del libro emerge otra cuestión que, como esta, sigue tan vigente y de actualidad como hace tres décadas: la del aborto.aborto “Por una parte es una casualidad, aunque lo que pasa hoy es fundamental, y alimentó desde un punto de vista ideológico la novela”. Desde el programa danés protagonizado por chicas que se desvisten ante hombres para someterse a su escrutinio y juicio, a las famosas activistas ucranias que se quitan la ropa como medio para lanzar su reivindicación feminista, el asunto del cuerpo de la mujer parece seguir estancado en terrenos pantanosos. “Ambos casos son sintomáticos, y se relacionan mucho con lo que yo cuento en la novela sobre el año 78”, dice Sanz. “El desnudo es un arma de liberación pero tiene un doble filo, porque se mercantiliza. Hay una doble cara entre liberación y cosificación”.

Sin ademanes nostálgicos, las pretensiones de la escritora se concentran en tender un puente entre la Transición y la sociedad actual, en proceso de asfixia bajo la losa de la crisis. “Esta novela también trata sobre eso, aunque desde otros puntos de vista, con el lenguaje de los sentimientos”. Y aunque esta obra es “muy diferente” a las escritas anteriormente, también tiene puntos de conexión con, por ejemplo, Susana y los Viejos, con la que resultó finalista del premio Nadal en 2006, o la autobiográfica La lección de anatomía. Susana y los ViejosLa lección de anatomía“La primera compendia una serie de miradas sobre mujeres que no responden al estereotipo convencional, mientras que la segunda trata sobre el vínculo entre la realidad y sus representaciones, ambas cuestiones presentes aquí”.

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