LAS CONSECUENCIAS DE LA CRISIS

Los cines en España: ¿'The end' o... continuará?

El crepúsculo de los cines Roxy de Madrid.

Había una vez un Madrid en el que, de paseo, uno se topaba a cada paso con un cine. En la calle Fuencarral, por ejemplo, con sus Roxy A y Roxy B o sus cines Paz. Un tiempo en el que en Barcelona se podía ver películas en un ritual compartido con casi otras 2.000 personas, como en el Urgel. O en el que capitales de provincia como Pontevedra no tenían que agachar la cabeza y admitir que sí, que por muy difícil que resulte de creer, dentro de dos semanas no contarán ni con una triste sala para sus más de 80.000 habitantes.

A España le duelen los cines. Desde el ivazo rubricado por el Gobierno de Mariano Rajoy a finales del año pasado, que aumentó del 8 al 21% en todos los productos culturales, a excepción de los libros, los cines han ido cayendo como si de fichas de dominó se tratara. 21 salas ya se habían cerrado en la capital desde 2011, más de cuarenta en la última década, lo que ya da una idea de que nos encontramos ante una situación de crisis sobre crisis.

“La caída ya empezó en época de bonanza, y ahora se ha juntado con la recesión”, confirma Javier Curto, director de marketing de la cadena Ábaco Cinebox. “Además, en los años ochenta el precio de las entradas era muy barato en comparación con otros países europeos como Francia, y al haberse ido incrementando, la gente ha tomado la idea de que el cine es caro”.

En todo el país, la cifra asciende a 141 pantallas y 17 complejos desaparecidos en 2012, de acuerdo con los datos proporcionados por FECE, la Federación de Cines de España, a la espera de la publicación de los datos oficiales por parte del Ministerio de Cultura. Y parece que la sangría, que ha encontrado su estandarte en el hundimiento de la distribuidora de cine independiente Alta Films, también gestora de los cines Renoir, no tiene visos de tocar su fin. 

La recaudación de 2012, añade una nota de prensa distribuida por FECE durante el pasado Festival de cine de Málaga, cayó un 3,81% con respecto al año anterior, hasta los 606 millones de euros, y se perdió un 4,92% de los espectadores en comparación con el mismo periodo, hasta 90,9 millones.

"Hasta la fecha, la principal diferencia que existía entre el comportamiento del mercado español y el de los países de nuestro entorno era el impacto de la piratería", agrega el comunicado. "Desde septiembre 2012, el IVA se ha convertido en el segundo factor de relevancia que separa a España del resto de países europeos, teniendo que pagar los espectadores el IVA mas alto de la Zona Euro".

Ante esta situación desesperada, ya han comenzado las movilizaciones de ciudadanos preocupados por la pérdida del acceso a algo que razonadamente consideran y defienden como algo más que un simple entretenimiento.

Por el cine también se lucha

Tras el cierre de todos los cines Renoir en España -a excepción de los Princesa, los de Plaza España y los de Retiro en la ciudad de Madrid-, los Zoco de Majadahonda se han levantado en lucha. Con el cineasta Javier Asenjo a la cabeza, los vecinos de la localidad madrileña han comenzado a recoger firmas para poder continuar con la marcha de las salas al margen de la empresa que gestionaba Enrique González-Macho.

La solución que proponen: crear una asociación en la que cada participante aporte 100 euros al año. Con esta inversión, para la que, dice Asenjo, harían falta unos 1.500 donantes, se podría afrontar la digitalización de las cuatro salas y volver a ponerlas en funcionamiento. “Ya llevamos más de 700 socios”, explica, “y vamos a llevar una campaña todos los sábados en la Gran Vía de Majadahonda para captar más”.

El proyecto, que se inspira en el caso de éxito de los cines Renoir de Palma de Mallorca, los Cineciutat, que igualmente gracias al apoyo social llevan un año reabiertos es, según asegura Asenjo, totalmente viable. “Somos optimistas, porque el impulso vecinal ha sido muy fuerte”, señala. “Este es el momento de la lucha cultural: es una lástima tomar este tiempo económico como excusa para arrasar con la cultura”.

En paralelo, iniciativas como la plataforma Salvemos los cines se solapan con manifestaciones como la organizada por el grupo socialista madrileño el pasado 19 de mayo frente a los cines Roxy de la calle Fuencarral. En el acto, el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, Jaime Lissavetzky, aportó un dato de lo más alarmante: un millón de madrileños no cuentan con ninguna sala de cine en sus distritos.

El lado bueno de las cosas

Entre los cascotes del derrumbe, y si uno se fija con ganas, también se puede vislumbrar algo de vida. Quizá no sea consuelo, pero al menos deja hueco para la esperanza. Iniciativas como la de Phenomena Experience, que una vez al mes organiza ciclos cinematográficos en salas de Madrid y Barcelona, dan muestra de que sí existe un interés por parte del público por acudir a las salas, ya que sus convocatorias suelen acabar con el cartel (virtual) de entradas agotadas.

“El cine como espectáculo en los últimos años en España ha ido perdiendo el carácter que tenía como evento”, cree Nacho Cerdá, el director del proyecto. “La penetración de las nuevas tecnologías ha hecho que el público se disperse, pero la experiencia de ver una película en pantalla grande es irrepetible”.

¿Su propuesta? Pasar ciclos de filmes clásicos de entre los setenta y los noventa –desde la saga de Indiana Jones a El resplandor- organizados por temas o relaciones entre ellos, a un precio de entrada de entre 10 y 12 euros, siempre con copias de 35 mm. y en versión original subtitulada. “Es una celebración del cine, se trata de asistir a una película que puedes haber visto o no, pero ahora vives la experiencia de verla en comunión con otra gente y en pantalla grande”.

“La exhibición como acto social se ha ido perdiendo”, añade Cerdá. “Ir a una multisala es menos glamuroso, da la sensación de que eres un producto más. El éxodo de las salas a la periferia hace que se pierda la rutina de ir al cine”. De ahí que ellos siempre organicen sus eventos en salas céntricas: “Queríamos volver a la idea romántica del cine”.

Con todo, la situación sigue sin ser ideal. “No es oro todo lo que reluce”, dice el empresario. “Nosotros dependemos totalmente de la taquilla, no tenemos subvenciones ni espónsors, así que hay veces que sufrimos como todos. Lo que pasa es que es una labor de pasión: creemos en el cine”.

¿Menos precio igual a más espectadores?

La media del precio de las entradas de cine se sitúa en 7,2 euros. Pero si tan cierto es que uno puede meterse en una sala y salir con 10 euros menos en la cartera, no lo es menos el encontrar ofertas de hasta tres euros el ticket.

La cadena Ábaco Cinebox, con más de 250 salas en toda España, tiene diversas ofertas y combinaciones. Los lunes, por ejemplo, la entrada sale a cuatro euros. Y los martes, a cinco con un euro de descuento en el bar. “Ahora funcionan mejor que antes, pero igualmente la caída de espectadores es bastante gorda”, dice Javier Curto, que cifra el batacazo en más del 20% acumulado desde el mes de enero.

Muere el cineasta Elías Querejeta

Muere el cineasta Elías Querejeta

El precio, cree, no es en cualquier caso el único factor que repele al público de las salas. “Hay sustitutivos, como los videojuegos, y además la gente no tiene dinero”, señala. “Y el problema es que para compensar la caída tienes que subir el precio para poder pagar el alquiler de los cines, que normalmente están en centros comerciales, donde el metro cuadrado es caro”.

Los agentes de la industria, como adelantó el diario El País, están pensando no obstante en reducir el coste de las entradas. La distribuidora y productora A Contracorriente films, por ejemplo, ya ha lanzado una promoción 2x1. Registrándose en su página web, se opta a una entrada gratuita para una serie de filmes de estreno seleccionados de aquí a septiembre. Si se gana un billete, se puede recoger sin coste a condición de comprar otro.

¿Funcionarán estas medidas? O, por el contrario, ¿se convertirá el cine en un lujo solo al alcance de unos pocos? La secuela, próximamente.

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