Teatro

La política que hace ‘La gente’

Un momento de la representación de La gente.

Desde hace un par de años, las plazas en España han sufrido una transformación sin remodelaciones urbanísticas de por medio. De punto de encuentro casual, han pasado a ser centro de toma de decisiones asamblearias. Pero no son los políticos ni ningún otro gerifalte quien se aposta tras el púlpito.

Como indica en sus instrucciones de uso la democracia, la opinión, y el poder y las resoluciones, emanan en esas reuniones de La genteLa gente. Así, con esa palabra que alude a todos y a nadie, que remite a ese ente indefinido conformado a base de individuos definidos, se presenta la función que acoge la sala Cuarta Pared de Madrid, desde el viernes 7 hasta el 16.

La obra, como explica su autor, Juli Disla, nace con la voluntad de hacer las veces de espejo de la realidad. Con siete personas sentadas en torno a un círculo, con su ropa de calle, sin iluminación ni efectos de sonido ni decorados, la puesta en escena sirve para subrayar este rasgo de identidad. “Pero jugamos con una ambigüedad”, señala. “Puede parecer una asamblea del 15M, pero en realidad se acerca más a una asamblea de las que siempre han existido”.

A partir del compromiso con la actualidad, la función se mueve hacia una consideración: “Lo tenemos muy complicado para organizarnos”. Edad, género, orígenes, perspectivas, ideologías, contextos vitales, educación… La lista de posibles factores de división podría prolongarse hasta allá donde acaba la gente.

Y aun así, al otro lado de las diferencias, todos seguimos siendo eso, la gente. De ahí que la función quiera mostrar “la idea de que con todo, resulta posible. No queremos dar una imagen pesimista. Lo que hacemos es jugar con la ambigüedad para que el espectador se sienta identificado”.

Estrenada en una trastienda en la ciudad de Valencia, donde también ha girado por la Comunidad, la obra quiere enfocarse en dos cuestiones fundamentales: “El comportamiento de grupo y el tema de la participación”.

En las funciones que ya han tenido lugar, como cuenta Disla, de representaciones, esos temas han saltado la cuarta pared para convertirse en experiencias reales. “En algunas ha habido participación del público que opina sobre una ficción: eso es algo mágico, y pone de relevancia que la comunicación teatral funciona”.

Como ninguna otra disciplina artística, el teatro está volcándose en estos tiempos inciertos en  la representación, y en muchos casos la crítica, de la realidad social. “Como creador te planteas si tiene que ser así”, dice Disla. “Creo que el teatro tiene que seguir las dos vías: no abandonar la denuncia, pero tampoco el espectáculo”.

Ellos, al menos, así lo intentan. “Siempre que le sirva a alguien para cambiar o solidarizarse con algo, ya habrá cumplido una función”.

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