LA CRISIS DE LA CULTURA

El cine en España, todo un drama

Un patio de butacas vacío.

El cine que se lleva en España últimamente es todo drama. El de productores, distribuidores y exhibidores, que viven atenazados por una caída vertiginosa de espectadores que solo augura un empeoramiento progresivo de la situación, que se está llevando por delante a toda una industria para dejar un rastro de desolación que, dicen los expertos, difícilmente volverá a recuperar el tono de otros tiempos mejores.

Este pasado fin de semana ha sido el peor de la historia de las taquillas patrias, con 2,1 millones de euros recaudados y algo más de 300.000 espectadores. El descalabro es mayúsculo a tenor de las odiosas comparaciones. Porque ninguna posible explicación –desde la irrupción del buen tiempo a la falta de estrenos contundentes, como citan desde Rentrak Europa, la empresa que mide los resultados- es capaz de justificar íntegramente tan raquíticas cifras. Una evidencia si se tiene en cuenta que el hasta ahora peor dato histórico, el del fin de semana del 21 y 22 de abril, superaba en un tercio a este último, con 500.000 espectadores y 3,8 millones de euros, unos números semejantes a los registrados durante la celebración de la Eurocopa de 2012 o el Mundial de Sudáfrica.

No podemos estar peor”, confirma Pedro Pérez, el presidente de Fapae, la confederación de productores españoles, que agrupa a unas 400 empresas. Por establecer referencias, en el mes de abril de 2010, la taquilla española acumuló 54 millones de euros, mientras que en 2011 y 2012 los resultados fueron de 48 y 52 millones respectivamente. En 2013, la cifra en el mismo mes ha ascendido a 26 millones de euros, es decir, que en solo un año, la caída ha llegado al 50 por ciento. “Y esto no pasa en ningún lugar del mundo”.

¿Por qué entonces España sigue empeñada en ser diferente? Pérez insiste en los dos males que la industria ha venido achacando desde hace tiempo: las descargas ilegales y un IVA del 21% “totalmente desmesurado”. "Nosotros siempre hemos defendido que no puede ser así, cuando el IVA cultural está en Alemania en el 7 por ciento, en Bélgica en el 6 o en Francia en el 5,5", defiende. "Eso ha sido la puntilla definitiva para que la gente deje de ir al cine”.

Relación calidad-precio

Ante una situación de empobrecimiento generalizado, el consumidor se ve obligado a elegir más concienzudamente en qué invierte su menguante dinero. Según la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación, la audiencia cinematográfica ha aumentado 13 años desde el año 2004, es decir, que mientras hace casi una década el espectador tipo tenía 34 años, en 2012 había crecido hasta los 47. “El público ya no compra por impulso, sino que se detiene a evaluar si el precio de la entrada es acorde al valor que para él tiene la película”, señaló hace unos días Fernando Botella, director de la consultora Street Media, en la presentación de los resultados de un informe sobre la identidad digital del cine realizado por Estudios Internet.

De ahí que una evidente medida para volver a atraer al espectador espantado sea la ya anunciada rebaja del precio de las entradas rebaja del precio de las entradas. "Si la gente, que es la que paga, dice que el cine es caro, es que es caro", apunta Pedro Pérez. "De manera que hay que hacer políticas de reducción de precios y promociones para conseguir que las salas se empiecen a llenar. Ya habrá otro momento de ajustar precios: ahora toca bajada fuerte". Y claro, volcarse en la Red. "Aquí una película no recauda más del 1% a través de los ingresos de Internet, y aun así es el futuro", recalca Enrique Cerezo, presidente de Egeda, la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales. "Evidentemente, tenemos que mejorar la convivencia entre explotación en salas e Internet". 

Con una cartelera en la que este fin de semana despuntaban los títulos R3sacón, Trance, Fast & Furious 6, Un invierno en la playa y El gran Gatsby, ¿cabría pensar que la calidad de las películas se ha convertido en otro factor para apuntalar el desinterés por acudir a las salas? “Las superproducciones, principalmente americanas, son mayoría frente al cine de autor”, responden desde FECE, la Federación de Cines de España. “Pero ambos tipos de películas tienen su hueco en el mercado y conviven sin problemas”.

Tras el hundimiento de Alta Films, la que fuera la mayor distribuidora de cine independiente de España, podría deducirse que llegarán cada vez menos títulos a las pantallas. Aunque como indica Miguel Morales, director de la distribuidora y productora Wanda Films, ahora “hay otras empresas pequeñas que han salido". Dado que la calidad del cine a día de hoy, según su opinión, “sigue siendo la misma” de siempre, uno de los problemas reside en que muchos filmes nuevos llegan a menos salas y además, se mantienen poco tiempo en cartelera: "Se nota que los estrenos son más pequeños, más testimoniales". 

“Estamos en el riesgo de un empobrecimiento cultural, de que las propias majors o compañías independientes manden cada vez menos películas aquí, lo que significa que habrá menos oferta y que nos empobreceremos culturalmente”, abunda Pedro Pérez, quien recuerda que en el pasado festival de Cannes, que destacó por su falta casi absoluta de participación nacional, “no perdieron casi el tiempo en vender películas a los españoles: incluso no invitaban a ruedas de prensa de actores o directores”.

Exportación, ¿la solución?

Si, visto que la exhibición y la distribución cinematográficas –de películas de cualquier nacionalidad-, viven un momento dramático de puertas para adentro, ¿podría ser la exportación la vía de escape para las producciones españolas? De vuelta a las cifras, parece que sí: en 2012, el cine patrio recaudó 150,5 millones de euros en el mercado foráneo, frente a los 110 que acumuló dentro de las fronteras nacionales.

Los datos, que indican que México e Italia son los países que mejor acogen nuestro cine, los proporcionó Fapae este martes en la octava edición de Madrid de Cine-Spanish Film Screenings. Entre el 17 y el 19 de junio, este "zoco" del cine español ha convocado a 69 compradores de todo el mundo, para quienes se proyectan 39 filmes y se organizan entrevistas con actores y directores españoles con 35 medios internacionales, todo con la intención de vender en el exterior. 

Comparado con 2011, no obstante, el cine español ha dejado de ganar casi 35 millones de euros en el extranjero, ya que entonces se recaudaron 185 millones de euros (aparte de que las cifras en el mercado doméstico han crecido de 93 millones en 2011 a los 110 de 2012). Además, los datos de producción tampoco dejan demasiado espacio para el regocijo: si hasta junio de este año se han producido 43 filmes nacionales, en las mismas fechas de 2011 la cifra ascendía a casi el doble. Y mientras que hace dos años el presupuesto medio de cada película era de 2,5 millones de euros, ahora es de 1,8 millones, según recoge la web Hoycinema.com. O sea, que aunque se quiera exportar, tampoco habrá excesiva materia para hacerlo. 

Entonces… ¿qué hacemos?

Si la posibilidad de reducir el IVA cultural parece por el momento desterrada -en reuniones privadas, el ministro de Economía, Luis de Guindos, así lo ha sostenido- en el caso de la producción, la vía podría pasar por las ayudas y desgravaciones. Esas son las medidas que han propuesto los propios productores, que recuerdan, por boca de Pedro Pérez, que "en la calle no están bien vistas las subvenciones". En ese sentido, Susana de la Sierra, directora del ICAA, señala que el ministerio de Hacienda está "cada vez más receptivo" en cuanto a las propuestas del sector sobre posibles incentivos fiscales.

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"Estamos trabajando unas medidas que ya se pondrán pronto en funcionamiento, como es la prórroga indefinida al incentivo y la ampliación de la base", añade De la Sierra. "Y todo siguiendo muy de cerca el tema de la Comunicación Cine (que fija el marco en el que se conceden las ayudas públicas al cine en los estados miembros de la UE, y que aún no se ha resuelto), porque su objetivo principal son los incentivos".

Fuera de España, a las puertas del arranque de las conversaciones sobre libre comercio entre la UE y Estados Unidos (GATT), Francia ha conseguido ejercer presión para que el sector audiovisual quede fuera de las negociaciones. El país galo insiste así en su cruzada en defensa de la excepción cultural, un concepto que introdujo en 1993 en el contexto de las GATT, y que implica que la cultura ha de ser tratada de modo diferente a cualquier otra industria. 

No respetar esa excepcionalidad del sector audiovisual podría desembocar en que la industria estadounidense acabe por engullir al cine europeo. Todo un drama para la diversidad y la riqueza creativa, que se suma al hecho de que, para más inri, Hollywood también anda de capa caída. Dos de los magnos nombres de la meca del cine, los directores Steven Spielberg y George Lucas, ya han lanzado incluso sus teorías sobre lo que está por venir. En una conferencia en la Universidad del Sur de California, el padre de E. T. aventuró que en un futuro, el cine será un lujo al alcance de solo unos pocos: "Vamos a terminar con menos salas de cine pero más grandes, e ir va a costar hasta 150 dólares. Algo que no es alentador ni para los mayores fans de los blockbusters".

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