Cine

En busca del cine perdido

El Drácula hispano de George Melford, realizado en 1931 y recuperado en los setenta.

El hallazgo sorpresa de Too Much Johnson, el primer filme del enorme Orson Welles, realizado tres años antes que su Ciudadano Kane, en 1938, seguro obligará a rescribir los manuales de la historia del cine. Aunque esta no es ni mucho menos la primera vez que los estudiosos tendrán que revisar los anales. La lista de filmes perdidos a lo largo de las décadas no solo es extensa, sino que es casi imposible de cerrar.

De acuerdo con los datos de la Cinemateca Alemana, entre el 80 y el 90 por ciento de las películas mudas han callado para siempre. Los cálculos del Instituto Cinematográfico Americano, dirigido por Martin Scorsese, apuntan en la misma dirección: un 90 por ciento de las películas hechas antes de 1929 se habrían perdido. Entre las realizadas en EEUU antes de 1950, cuando se introdujeron mejoras en la calidad de los negativos, habrían desaparecido la mitad.

No es de extrañar así que descubrimientos como este revolucionen el panorama fílmico. Más aún si se tiene en cuenta que las posibilidades de que las películas antiguas se encuentren en casi perfecto estado no son precisamente elevadas. Sobre todo, porque la nitrocelulosa utilizada en los negativos de 35 milímetros es altamente inflamable.

Recuerden escenas como la del incendio del cine que tanto amaba Totó en Cinema Paradiso, o la espectacular muerte de Hitler en Malditos Bastardos, ambos sucesos acaecidos por el incendio de rollos de película. En Calabuch, del maestro Berlanga, quedaba reflejado cómo incluso podían arden espontáneamente: que se lo digan al sabio viejecito que quería vivir para siempre en aquella aldea mediterránea.

Otras cintas han sido destruidas por distintas razones, desechadas, o perdidas total o parcialmente. En muchos casos, por falta de interés y cuidado. La fatalidad, como dicen que no hay mal que por bien no venga, también ha conllevado las consecuentes sorpresas, felicitaciones y alborozos cuando algunas de estas piezas maestras han sido recuperadas. 

Sin título, Edward Raymond Turner

No está firmada por ningún mandamás de Holllywood, ni tampoco exhibe a celebrados intépretes. Sin embargo este filme, realizado en 1901 o 1902, tiene todas las papeletas para encabezar la lista de los grandes hallazgos fílmicos de las últimas décadas. ¿La razón? Es el primero en color conocido. Realizado por el británico Edward Raymond Turner, muestra imágenes de unos niños ante una pecera, un loro y un desfile militar por las calles de Londres. El sistema Kinemacolor se patentó en 1906, pero un lustro antes, Turner consiguió adelantarse grabando cada fotograma con filtros rojos, verdes y azules que luego proyectaba superpuestos. Aunque se creía que este método había sido un fracaso, el hallazgo de estos rollos el año pasado en el Museo Nacional de los Medios del Reino Unido, en Bradford, sacó el nombre de Turner del anonimato para colocarlo en los altares de la historia del cine.

Cléopâtre, de Georges Méliès

Georges Méliès, el mago de la gran pantalla, auténtico prestidigitador de la imagen, realizó cientos de filmes de los que decenas se encuentran desaparecidos. En 2005, uno de ellos abandonó esa categoría: aunque en principio se creyó que se trataba de otra película del mismo director, el rollo que se encontró en un almacén parisino finalmente se catalogó como el corto de dos minutos Cleopatra. Considerado uno de los primeros títulos de terror jamás realizados, el filme de 1899 trata sobre la resurrección de la momia de la reina egipcia. En 2004 también se recuperó otra película de Méliès, Défense d'afficher, que había realizado en 1896.

Frankenstein, de J. Searle Dawly

Con fecha en 1910, esta es la primera película creada en torno al mito nacido de la pluma de Mary Shelley. Realizada por los Estudios Edison, es posible incluso que Thomas Edison fuera el productor. Un coleccionista, que desconocía la importancia de la película, la adquirío en los años cincuenta, pero no fue hasta los setenta cuando se realizó una copia para garantizar su preservación.

Bucking Broadway, de John Ford

De las siete decenas de películas mudas realizadas por John Ford, unas sesenta se han colado por un agujero negro. Una de ellas, Bucking Broadway, de 1917, consiguió reaparecer en 2002, concretamente ente los estantes del Centro Nacional Francés de la Cinematografía. La historia va de vaqueros y mujeres que se escapan de sus prometidos para conocer las aventuras de la gran ciudad, que acabarán resultando espejismos y cúmulos de promesas incumplidas.

Hell Bent, de 1918 o Upstream, de 1927, son otros de los títulos de Ford que se han recuperado a lo largo de los años.

Las arañas, de Fritz Lang

El padre del cine alemán concibió esta historia en cuatro partes, de las que solo llegaron a ver la luz dos. La primera de ellas, perdida durante décadas, fue recuperada en los setenta y restaurada en 1978. Se trata de un filme de aventuras al más puro estilo hollywoodiense, en el que un aguerrido atleta emprende una expedición por tierras incas, todo ello salpicado de romance y acción.

Partes de la para muchos obra maestra de Lang, Metrópolis, también estuvieron desaparecidas temporalmente. En 2008 se encontró la película al completo en Argentina, 153 minutos de metraje, pero algunas secciones no se pudieron recuperar.

Hard Luck, de Edward F. Kline

Descubren el eslabón perdido en la carrera de Orson Welles

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Protagonizada por el genial Buster Keaton, esta película, que cuenta las desventuras de un pobre joven con el corazón partido, se consideraba, hasta su recuperación, la mayor pérdida documental relacionada con el cómico estadounidense. Según él mismo, la escena final era la más graciosa que jamás había realizado. Irónicamente, en 1987 se encontró casi toda la película… menos esa parte. Unos años después, eso sí, llegó el final feliz desde Rusia, donde la pudieron recuperar.

Drácula, de George Melford

Grabada en 1931 en español y protagonizada por Carlos Villarías y Lupita Tovar, esta película de Hollywood se rodó a la vez que la versión en inglés sobre el vampiro de Bram Stoker dirigida por Tod Browning. Mientras que esta usaba los estudios por el día, la versión en español lo hacía por la noche. Recuperado en 1970, a día de hoy este filme es más alabado por su calidad que su hermano en inglés.

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