Cultura con calor

Lorenzo Silva recomienda ‘La defensa de Madrid’

Lorenzo Silva recomienda “La defensa de Madrid”

David Villafranca

Lorenzo Silva no ha tenido suerte con las lecturas que ha escogido para este verano, especialmente las más recientes, pero sí admite haber disfrutado mucho con un clásico. El escritor dedica unas líneas muy elogiosas a La defensa de Madrid, de Manuel Chaves Nogales, que no merecen ser interrumpidas:

“En este verano en el que me confieso bastante decepcionado por las lecturas de actualidad que he escogido (por elegancia omitiré los nombres, pero entre los fiascos hay un muy celebrado libro extranjero y un muy celebrado libro español), ha venido a salvarme uno de esos clásicos infalibles, nuestro inmenso Manuel Chaves Nogales, del que he escogido una de sus joyas más luminosas, La defensa de MadridLa defensa de Madrid.

Me permito recomendarlo no sólo por la limpia prosa (eficaz pero nunca superficial) de Chaves Nogales, sino por la vibrante semblanza que hace del héroe de aquel episodio, el general Miaja, un jefe militar al que dejaron en Madrid para comerse el marrón mientras el gobierno republicano huía a Valencia, seguramente en la creencia de que las tropas africanas de Franco lo arrollarían, y que sin embargo se las arregló para detenerlas e infligirle al Caudillo ya ungido por sus compañeros el más humillante de los reveses.

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Algo le ayudó la suerte, como refiere Chaves, al encontrar sobre el cadáver de un oficial enemigo el plan de operaciones de los nacionales, pero no cabe duda, y el libro lo cuenta primorosamente, de que venció, también y sobre todo, porque acertó a mantener la cabeza en su sitio y a echarle coraje, que es lo que hace que la gente a tus órdenes lo eche también.

Memorable la réplica que le da a un oficial, jefe de sector, que le pregunta a dónde ha de retirarse si el enemigo arrolla sus posiciones: "Al cementerio". Sobre premisa tan diáfana, el sector aguantó y Madrid también. Impresionante el relato de cómo impidió, acudiendo a la brecha y poniendo en peligro su integridad física, que se derrumbara el frente en el sector de la antigua cárcel Modelo, en Moncloa, donde hoy está el Cuartel General del Aire, o de cómo avergonzó a Durruti, que era cualquier cosa menos un blando, por la escasa resistencia de sus milicianos anarquistas. O la réplica que le dio al ministro cuando le pidió que le enviara a Valencia la vajilla: "Díganle que en Madrid también comemos". O el pensamiento con el que se dormía cada noche: "Bueno, Miaja. Mañana, al paredón".

Y digo que este libro me parece especialmente pertinente en estos días porque creo que contiene el retrato cabal del tipo de líder que en estos momentos le falta a Europa y a España: inteligente, templado, valiente y sin ambiciones personales. Con gente así a los mandos, Miaja lo demostró cumplidamente, se sale airoso del más adverso de los combates. Con quien teme, duda y vacila, que es lo que nos ha tocado en suerte, todo queda al albur del temple que muestre la tropa. Que no siempre es el que hace falta.”

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