Rusia

Cruzada cultural rusa contra el 'eje del mal' gay

Exposición de cuadros Putin

Francisco Chacón

Para el férreo régimen de Vladimir Putin, el eje del mal no se personifica en el desmesurado poder de las mafias ni en la corrupción galopante que gangrena Rusia. Es la extensión imparable de los derechos de los homosexuales lo que saca de sus casillas al Gobierno y se convierte en aglutinador del descontento social, con el propio parlamento avivando la llama del odio y sentando las bases de una desquiciada cruzada cultural antigay.

La primera película del dúo de directores formado por Serguei Taramejv y Ljubov Lvova retrata la pasión entre dos chicos. Un largometraje aclamado en varios festivales que, sin embargo, se encuentra paralizado en el búnker del Ministerio de Cultura a la espera de que los censores decidan si permiten o no su estreno.

La reciente ley del gigante ex soviético contra la "propaganda" de los "actos homosexuales" hace estragos en el cine. De hecho, una cinta financiada con dinero público se atreve a negar la irresistible atracción del mismísimo Tchaikovsky por los hombres, origen de la aguda sensibilidad de sus obras maestras 'El cascanueces' y 'El lago de los cisnes'.

Todo vale para esta Rusia excesiva, que ataca cualquier rastro de tolerancia y libertad de expresión (Anna Politkóvskaya, t. A.T. u., Pussy Riot). Claro que los gays son ya su principal obsesión, reiterada y enfermiza.

Tanto es así que la Duma estudia prohibir las donaciones de sangre procedentes de los homosexuales, a los que consideran una plaga que se ha fraguado por influencia de la perversión occidental (sic).

Hace varios años que los numerosos grupos de neonazis golpean (e incluso asesinan) en las calles de Moscú o San Petersburgo a los jóvenes que se les antojan "demasiado amanerados". Y ahora la nueva legislación no hace más que acentuar el desproporcionado acoso, que sería surrealista si no fuera dramático.

Los gays que viven en el inmenso país no se atreven a levantar la voz (por ejemplo, el popular cantante Filipp Kirkorov, cuyos hijos nacieron de un vientre de alquiler). Y hasta tienen que esconderse porque las comunidades de propietarios promulgan "delatar" a los vecinos "sospechosos". Increíble, pero cierto.

Esta injustificable cruzada arrincona a algunos de los grandes iconos políticos y culturales rusos que vivieron la homosexualidad en siglos anteriores, como Iván el Terrible, Pedro el Grande, el duque Romanov, Mijail Kuzmin, Tolstoi o Dostoievsvki.

Desde hace ocho años, organizar una marcha del Orgullo Gay sólo puede calificarse como una verdadera pesadilla para las asociaciones que luchan por la libertad sexual. Irrumpen los neofascistas y revientan las manifestaciones, algo que ha desatado la reacción de cantantes, cineastas y escritores occidentales.

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Madonna, Lady Gaga o Stephen Fry no dudan en arremeter contra las autoridades rusas por sus continuados disparates antigays. Acaba de publicarse un disco recopilatorio en el que destacados nombres de la música electrónica, liderados por el holandés Legowelt, muestran su solidaridad a base de sintetizadores y cajas de ritmos. El álbum, impulsado por el colectivo LGBT Rights for Russia Now, se encuentra disponible desde el pasado 28 de agosto en la plataforma de internet Bandcamp.

Mientras tanto, el pintor ruso Konstantin Altunin se ha visto obligado a refugiarse en Francia después de que le confiscaran sendos cuadros que se exhibían en una muestra en San Petersburgo. Los lienzos retratan a Putin y a Medvedev travestidos. Toda una provocación artística.

Por su parte, Nikita Mijalkov (autor de 'Ojos negros' y 'Quemado por el sol', que ganó un Oscar, y presidente de la Federación de Cineastas de Rusia) se descuelga con delirios verbales como el siguiente: "No puede haber un cine sano y dinámico en un mundo donde son legales las parejas del mismo sexo".

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