Arte

Barcelona abre el primer circuito de arte contemporáneo

Una escultura de Francisco Leiro en la galería Marlborough de Barcelona.

FRANCISCO CHACÓN

Antoni Muntadas se reinventa en plena Rambla de Catalunya, donde la galería Joan Prats exhibe sus Protocolos venecianos. Muy cerca, Anna Malagrida toma el espacio Senda y Hugo Fontanella se instala en el feudo de Carles Taché. De ahí al hogar de Tàpies y a la Fundación Foto Colectania. Es el recién inaugurado Circuit d'Art Contemporani de Barcelona, creado por la Associació de Galeries y el área de Cultura del Ajuntament.

Es la primera vez que se instaura en España una ruta integrada por galerías, museos, fundaciones y centros de arte. Bajo la premisa de atraer a visitantes cultos y con cierto poder adquisitivo, dispuestos a dejarse seducir por el rostro estético más actual de la ciudad de Gaudí, que concentra siempre a cientos de curiosos ante la Pedrera o la Casa Batlló (a pesar de que la entrada cuesta nada menos que 29 euros).

La Sagrada Familia y el Parc Güell acechan en el horizonte, mientras la capital catalana se afana en demostrar que las propuestas artísticas de hoy también marcan su ADN cultural, que no sólo la nostalgia modernista llama a la puerta del turista ilustrado.

Una fiesta en el Centro de Cultura Contemporánea (CCCB) dio el pistoletazo de salida hace unos días, DJ y videojockey incluidos, que para eso nos encontramos en la cuna del Sónar. La clase artística local se da cita para bautizar una iniciativa impulsada con un presupuesto de 240.000 euros.

El itinerario se extiende a lo largo de 36 espacios artísticos barceloneses, con paradas en el MACBA, Fabra i Coats, LaVirreina Centre de la Imatge, Nogueras Blanchard, La Capella, Caixa Fòrum o las fundaciones Miró y Suñol.

Entre las galerías, figuran también Alonso Vidal, Trama, Miguel Marcos, Alejandro Sales, Balaguer o Marlborough, donde Francisco Leiro despliega su nuevo trabajo escultórico. La temporada se abre con nombres como Hernández Pijuan, Carmen Calvo, Soledad Sevilla o Shepard Fairey.

"Se trata de una acción innovadora, estable y contundente", explica Joan Anton Maragall, presidente de la asociación de galeristas Art Barcelona.

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Un mástil de 2,53 metros, diseñado por Josep Maria Civit, flanquea la entrada de cada local adscrito. En color rosa (si se trata de galerías) o azul (museos, fundaciones y centros de arte), con la parte superior coronada por una cápsula de medicamento. Un símbolo de que "el arte cura, nutre", añade Maragall.

El aeropuerto y el punto de llegada de cruceros (una apuesta creciente en la ciudad, con alto rendimiento económico) son algunos de los lugares donde se distribuyen los mapas alusivos para que cada cual pueda montarse su propio recorrido. En breve, se incorporarán servicios de app para móviles que permitirán la geolocalización cuando las personas interesadas se sitúen justo delante de los mástiles.

De forma paralela, Barcelona celebrará un simposio sobre galerismo dirigido a profesionales del arte. Talking Galleries abrirá sus puertas los días 11 y 12 de noviembre.

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