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Entrevista

“Tenemos que poner en marcha un proceso constituyente que cree una continuidad de las luchas”

Antonio Negri y Michael Hardt, en una conferencia en el Museo Reina Sofía en 2011.

Si hablamos del Declaration tour, más de uno pensará que alguna boyband internacional ha tenido a bien saltarse la prescripción que indica que, con el ivazo y demás alegrías culturales, no resulta saludable hacer parada en España si lo que se quiere es ganarse el sustento con la música. Pero no. El Declaration tour tiene un solo protagonista, aunque hayan sido dos los artífices de su contenido, más prolijo en palabras que en melodías.

El filósofo estadounidense Michael Hardt, que ha coescrito junto al italiano Antonio Negri, entre otras, las obras Imperio (2000); Multitud: Guerra y Democracia en la era del imperio (2004) y Commonwealth: El proyecto de una revolución en común (2009), en las que abordan los cambios globales a nivel social, político y económico en el siglo XXI, concluyó el pasado viernes en el Museo Reina Sofía de Madrid una extensa gira en la que ha visitado una decena de ciudades españolas.

Cual estrella del pop, ha llenado auditorios de fervorosos seguidores ávidos de escuchar su voz, con una dulce cadencia italiana, cuyo mensaje está recogido en la última obra pergeñada junto a Negri, DeclaraciónUn panfleto (ellos evitan la palabra manifiesto) de menos de un centenar de páginas en el que ambos teóricos de la revolución contemporánea recogen sus visiones sobre el asentamiento y desarrollo de lo que llaman los “ciclos internacionales de lucha”.

De Túnez a Madrid, de Nueva York a Estambul, el mundo (o al menos una buena parte de él) se ha levantado en contra del sistema establecido. Movimientos como la Primavera Árabe, el 15M u Occupy han revelado el profundo y sistemático malestar social engangrenado por el virus del poder y las instituciones que lo conforman. Los que lo sufren, el coreado 99%, han sido clasificados por Negri y Hardt en las “cuatro figuras subjetivas de la crisis”: los endeudados, los mediatizados, los asegurados y los representados.

Solo saliendo de esa subjetividad para alcanzar una objetividad revolucionaria, dicen los filósofos, podrá garantizarse el cambio a un nuevo modelo. El que ellos propugnan, el sistema de “lo común”, nace de las reivindicaciones surgidas en las plazas que han servido de sede de las protestas internacionales.

Estas, discontinuas a través del tiempo y del espacio, se han comportado hasta ahora como “el topo de Marx”: surgen en un lugar y se esconden para al poco volver a asomar la cabeza en otro enclave, mientras siguen trabajando en la oscuridad de sus túneles. El gran reto, opina Hardt, es “dar lugar a una continuidad” que permita crear un nuevo modelo de gestión social construido "desde abajo".

Michael Hardt, en una imagen de archivo. | ROSALUX STIFTUNGPregunta. Existe una percepción generalizada, al menos en lo que respecta al 15M en España, de que estos movimientos contestatarios se están diluyendo. ¿En qué punto cree usted que se encuentran?

Respuesta. Es cierto que en muchos lugares en EEUU hay un bajón de la tensión de los movimientos. Es cierto también que este año 2013 hay de nuevo movimientos en otros países con las mismas características, con acampadas, con la búsqueda de una democracia real. Estos movimientos tienen un ciclo de luchas internacional con prácticas y aspiraciones compartidas. Si tomamos una perspectiva global o internacional, hay una cierta continuidad de la lucha de un país a otro. Pero es también importante que en países como Egipto o EEUU hay una discontinuidad de la lucha. Ahora estoy hablando como norteamericano: tenemos el desafío de construir la continuidad. Hasta ahora, ha habido luchas efímeras: somos maestros para tomar una plaza durante dos meses, pero no tenemos la capacidad para transformar una sociedad a largo plazo. No lo tomo como un fracaso, porque es cierto que existe un deseo generalizado, tanto en Occupy en EEUU como en el 15M aquí, pero hay que construir una continuidad: poner en marcha un proceso constituyente que cree una continuidad de las luchas. Dicho esto, creo que en España, más que en otros países, hay muchos proyectos que continúan el espíritu y las aspiraciones del 15M: las mareas, la PAH sobre todo, o varios grupos como el Partido X. Se trata de un grupo de iniciativas que experimentan con el cómo continuar el trabajo de la plaza.

P. Hablan Antonio Negri y usted en Declaración del hecho de que no debemos forzar la llegada de un acontecimiento cataclísmico sino, simplemente, prepararnos para el cambio. El neoliberalismo, la fuerza opuesta, sí ha tenido en cambios sus grandes acontecimientos, como el 11S, a partir de los que han podido desplegar su fuerza. ¿No deberíamos contrarrestar la fuerza de esos acontecimientos provocando otros acontecimientos comparables? Declaración

R. Tenemos que hacer los dos: uno es prepararnos para un acontecimiento como el 15M u Occupy, que no son previsibles, pero por el otro tenemos que construir en el proceso lo que seremos, estructuras democráticas alternativas desde abajo o formas de apoyo social que no provengan ni de apoyos del capital o las corporaciones ni del Estado, sino que sean construcciones colectivas. En ese sentido creo que las operaciones de la PAH no son solo importantes para la defensa de las casas, sino también para las ocupaciones, para la construcción de habitaciones que no sean privadas ni tampoco las tradicionales habitaciones públicas, sino construcciones de una comunidad, con una gestión democrática. 

P. Su teoría de lo común, ¿no tiene en el fondo mucho que ver con el comunismo?

R. Yo diría que todas las palabras clave, todos los conceptos clave de nuestro vocabulario político hoy en día están corruptos. Democracia, comunismo. Esa fue una de las cosas fantásticas del 15M: dejar claro que lo que ellos llaman democracia no lo es, que el concepto es corrupto y que podríamos luchar por ese concepto, para darle un nuevo sentido. Diría que es lo mismo con la operación intelectual que Toni (Negri) y yo llevamos a cabo con el comunismo: nos preguntamos qué quiere decir comunismo hoy. En los medios quiere decir el dominio total del Estado en la economía y la sociedad. Eso para mí no es comunismo, de hecho es lo opuesto. Creo que a partir de un concepto de lo común, es decir, la construcción de unas prácticas con libre acceso en gestión democrática, a partir de eso se puede repensar el concepto de comunismo. Hay mucha confusión con estos conceptos, y por eso hablo poco, en los EEUU en particular, del comunismo, porque no me entienden. Si uno está abierto a repensar los conceptos creo que es útil, también para conectar con las grandes tradiciones comunistas del pasado, que no se resumen en el estereotipo del estalinismo. Las tradiciones comunistas son largas y de gran riqueza. La clave está en reinventar el concepto en la práctica, partiendo de algunas tradiciones que están todavía vivas.

P. En sus escritos, Negri y usted instan a alcanzar lo que llaman “el acontecimiento de los comuneros”. En unos tiempos de auge de los nacionalismos, donde se tiende más a lo particular que a lo general, ¿cómo se puede conjugar la práctica de lo común con el respeto a las diferencias identitarias?

R. Hay todavía muchas luchas en el mundo que parten de esas acampadas y que son experimentos para construir lo común. Por ejemplo, la acampada en Estambul no fue solo un proyecto para tomar el espacio urbano, para tomar la plaza. También era un proyecto del comunero para trabajar sobre los conflictos sociales identitarios tradicionales. Parte importante de la acampada fueron estos foros de discusiones para romper las identidades nacionales y otras, porque un movimiento importante también fueron los movimientos feministas, LGTB… Ellos fueron parte de un proceso de apertura de las identidades tradicionales también, o sobre todo, de la izquierda para buscar un espacio social común.

P. ¿Cuál es el papel de intelectuales como ustedes en movimientos que son eminentemente horizontales?

R. Sé que a Toni no le gusta cuando digo que el gran éxito de nuestros libros es que no son originales (se ríe). Para mi generación es importante decir que los intelectuales siguen a los movimientos. No para decir que la teoría sigue a la práctica, sino porque los movimientos mismos tienen un trabajo teórico muy fuerte. Aquí en el 15M fue magnífico el trabajo intelectual en los movimientos. Creo que los intelectuales políticos de hoy en día tienen que hacer una investigación conjunta, es decir, participando de las discusiones teóricas que existen ya en movimientos sociales. Creo que ese es un papel importante para los intelectuales.

P. Y ustedes, ¿han participado en todos los movimientos de los que hablan?

R. En todos no (se ríe). Pero en algunos sí, de muchas maneras. Fue muy importante para nosotros un acto en la Tabacalera (un centro social autogestionado de Madrid) en octubre de 2011. Fue un acto genial en el sentido de que no dimos una conferencia, sino que planteamos algunas preguntas para que el público respondiera. En la vida normal de un intelectual que da conferencias este no aprende nada, solamente habla él o ella misma. Este acto de la Tabacalera fue para nosotros muy rico porque algunos participantes del 15M nos ilustraron sobre preguntas que teníamos nosotros. Es un ejemplo de cómo se puede organizar la actividad intelectual política.

P. También señalan en Declaración que la corrupción termina por ser el camino natural de la política. ¿Teníamos que haber sabido eso en España?Declaración

R. Sí. Una de las particularidades de este ciclo de luchas es que es una operación destituyente, es decir, que rompe con las instituciones tradicionales de la izquierda. Esto no quiere decir que seamos de izquierdas o de derechas. Quiere decir que tenemos que inventar un nuevo movimiento desde abajo. Es muy importante al inicio plantear esta idea de ser una ruptura. Los argentinos ya hablaban mucho de este poder destituyente que rompa con los partidos y las instituciones del izquierda, para por supuesto, hacerlas de nuevo.

P. Y la gran pregunta, que usted va a abordar en la charla: ¿Cómo emprendemos el cambio?

R. Voy a plantear algunas preguntas porque, efectivamente, no sé cómo hacerlo. Tengo algunas ideas, sin duda, pero no hay un programa.

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