Arte

VHILS, el Banksy portugués

Una de las obras del grafitero portugués VHILS.

FRANCISCO CHACÓN

Transcurridos cinco años desde que el mismísimo Banksy le encargó a su agente contactar con él para invitarle a su Cans Festival, el portugués VHILS se consagra en su ciudad natal con una exposición a mayor gloria de sus murales. El joven artista (27 años) ya ha llamado la atención de galeristas internacionales como Lazarides (el mismo que representa a Banksy) o Magda Danysz (París, Shangái), y ahora despliega su talento en el Jardim do Tabaco, un hangar en el Puerto de Lisboa, por detrás del Museo del Fado. Le acompaña el italiano Pixel Pancho, su compinche en una serie de obras que impactan a distancia, tales son sus grandes dimensiones.

Alexandre Farto, VHILS.

Arte urbano de alto nivel en un entorno perfecto para que este cotizado creador desarrolle su visiones contemporáneas, complementarias de lo que sus colegas DJ Ride (algo así como el DJ Shadow luso) y Beat Laden fabrican en sus collages sonoros.

VHILS no deja de exhibir su trabajo allá donde le reclaman. En lo que va de año ya ha plasmado sus huellas en Las Vegas, Filadelfia, París, Covilha (Portugal), Stavanger (Noruega) o Río de Janeiro, donde su intervención luce en Providência, la favela más antigua de la metrópoli que albergará los Juegos Olímpicos en 2016. También puede verse una enorme pieza suya en la localidad navarra de Tudela, pues recibió la invitación de Jorge Gerada para reproducir a escala gigantesca una fotografía de un anciano anónimo hallada en los archivos locales.

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Nuevas (o, mejor dicho, no tanto) formas de expresión en el terreno de la inspiración popular, como identifica él a las ciudades. Su hábitat natural sin barreras estilísticas, que cada vez integra más colores y siluetas en una rabiosa sincronización artística deudora de A. R. Penck, Keith Haring o Jean-Michel Basquiat.

No tiene VHILS pudor a la hora de mostrar su rostro, a diferencia del huraño Banksy que ha hecho del enigma identitario que le rodea su verdadera seña de identidad, cual J. D. Salinger del grafiti.

Lanzado como está al estrellato, no resulta nada extraño que se haya fraguado un lugar bajo el sol con su humanismo desmitificador a gran escala. Hace escasos años, una imagen suya de Angela Merkel sembró la discordia y la polémica en Alemania

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