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Arte

Cuando el amor viene con doble filo

'WW', 2012.

El hombre acaricia la piñata con el palo. Delicadamente, la recorre de arriba abajo con la punta del bastón que en solo unos instantes servirá para hacerla añicos. Con unas palmadas lascivas toca el trasero del muñeco, vestido con una minifalda y una larga peluca morena. Porque es una muñeca. Después de los muchos y brutales golpes que le asesta, queda tan solo un hilillo colgando del techo para atestiguar que una vez hubo allí una presencia. “En los últimos diez años”, reza un rótulo que acompaña las imágenes, “340 chicas de la industria manufacturera de Ciudad Juárez, México, junto a la frontera estadounidense, han sido asesinadas. A día de hoy, esos crímenes siguen sin resolverse”. 

Que la autora es mexicana y mujer, artista y activista, queda rubricado con esta pieza audiovisual, llamada La piñata. Que más allá de todas estas cualidades el grueso de su obra abarca un lenguaje de amplitud universal, prolijo en formatos y concienzudamente comprometido con la causa feminista puede verse en la exposición Teresa Serrano. Albur de amor, hasta el 23 de marzo en el museo Artium de Vitoria. Comisariada por Margarita Aizpuru, la muestra comprende la porción de la obra creada por la artista –“tan interesante por los discursos de sus obras como por sus obras en sí mismas”, subraya Aizpuru- a partir de la segunda mitad de los años noventa. “Ella se denomina observadora de la realidad, tiene un trabajo crítico e implicado", apunta la comisaria, "lo que no significa que sus obras sean siempre explícitas, tipo manifiesto”.

Si La piñata deja patente su mensaje de una manera directa, otras piezas lo hacen de una manera más sutil y, a su manera, poética. Como un hermoso tríptico de fotografías en blanco y negro en las que una mano acaricia el diminuto pie de un bebé en una instantánea o se posa sobre otra mano infantil en otra. Utilizando la belleza como arma de doble filo -para al mismo tiempo atraer y repeler al espectador-, esta serie de imágenes aluden a la pederastia. “Aunque en su obra toca otras cuestiones, como la inmigración o la tradición de las culturas precolombinas, Serrano está implicada especialmente en el discurso de género desde ópticas feministas”, explica la comisaria. “Y aunque empezó como pintora, escultora y creadora de objetos, a partir de los años noventa empieza a hacer uso del vídeo y de la fotografía”.

Esa parte de su creación está a su vez repartida en apartados más pequeños, que son los que conforman las distintas secciones de la exposición. Como la declarada cinéfila que es, Serrano (México D. F., 1936) recorrió en su juventud los estudios y platós de su país para atestiguar cómo desarrollaban su trabajo los directores de la época, entre los que figuran nombres de la talla de Luis Buñuel. Lo que aprendió ha dado lugar en su obra a piezas audiovisuales que exploran muy diferentes lenguajes y tonos, desde las creaciones más puramente ensayísticas a otras mucho más líricas, de la seriedad absoluta a la parodia, para hablar de temas como la violencia de género, el control y posesión del otro, el aislamiento y la comunicación, los miedos y obsesiones propios, los prototipos corporales e identitarios, las relaciones laborales o los estereotipos.

Tras el recorrido, el final de la muestra se presenta a modo de “colofón”. En una enorme pantalla que se puede mirar tanto por delante como por detrás, dos torsos de mujer, una más mayor y otra más joven, tejen dos paños que comparten el mismo hilo. “Es un punto final en positivo”, indica la comisaria, que dirige los Encuentros Internacionales de Arte y Género de Sevilla. “Serrano toma como campos de trabajo los temas que han sido comunes entre las artistas feministas, pero lo hace de una manera muy personal, basada en lo que ocurre en Latinoamérica pero con una cultura muy amplia, y pasando del drama al humor, con formatos muy diferentes, de una riqueza muy grande”.

*Crédito de la fotografía: Fotograma del vídeo 'Ritual', 2000, Teresa Serrano. 

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