DÍA dE LA MUJER

La literatura y el campo de nabos

La portada de 'Feminismo para principiantes', de Nuria Varela.

Una vez asumido que las mujeres leen más que los hombres, es lógico que algunas editoriales se empeñen en engordar sus catálogos con libros para mujeres. Y es, además, evidente que existe una literatura de mujeres con características distintivas... cosa distinta es pensar que, a diferencia de lo que pasa con los libros escritos por hombres, lo que ellas escriben solo interesan a las de su propio sexo en tanto que lo que ellos escribe ellos tiene interés universal.

"A mí me gusta provocar con una broma", dice Nuria Varela, periodista, feminista y autora entre otros libros de Feminismo para principiantes (Ediciones B). "Cuando tengo un interlocutor propicio, digo con tranquilidad: 'Yo no leo libros escritos por hombres, me aburren mucho'. Las respuestas —y las miradas— son —depende del interlocutor— desde el intento de ridiculización hasta el insulto (qué ignorante, qué sectaria, qué radical...). A continuación le pregunto cuáles son los últimos libros que ha leído. En general, y presumiendo de cultura, me suelta una larga lista en la que no hay libros escritos por mujeres, la media la tengo entre uno o ninguno. Conclusión: nosotras les leemos a ellos y ellos nos desdeñan como literatura de mujeres, salvo pocas excepciones."

"El mundo editorial español es un campo de nabos como todos los mundos —sentencia Lucía Muñoz Molina, filosofa frívola—. Sobre todo el mundillo editorial más oficial, más CT ["cultura de la transición", la cultura acomodada al sistema, que no se cuestiona nada], más rancio. Por suerte comienzan a pulular alternativas editoriales más underground publicando a escritoras, mujeres jóvenes con mucho que decir, como Honolulu Books."

Así las opiniones, preguntar si la industria del libro trabaja con perspectiva de género suena casi a provocación. "El mundo editorial, incluyendo la prensa y la crítica literaria, no trabaja con perspectiva de género, sino con prejuicios de género —asegura la escritora Laura Freixas—. Por ejemplo, se presta atención a las escritoras cuando son jóvenes (y especialmente si además son fotogénicas y sexy) y mucho menos cuando son mayores (salvo, si acaso, si corresponden al perfil de gran dama: muy elegante, con un touch of class, nada polémicas, nada reivindicativas). El reconocimiento al escritor serio, culto, coherente, trabajador, con una posición ideológica clara... solo se otorga a los varones".

Es interesante la alusión a la prensa y a la crítica porque, claro, los libros son lo mollar, pero no lo único de este mundo. "El ejemplo con mayúsculas continúa siendo la Real Academia Española, de la que no hace falta decir nada porque ya se sabe qué continúa ocurriendo con una institución que estuvo cerrada 300 años a las mujeres y aún hoy se resiste a incorporar tanto entre sus miembros como entre sus acepciones todo el acervo feminista (que solo por recordar tienen tres siglos de tradición intelectual)", dice Varela, antes de enumerar otros ámbitos literarios donde hay discriminación: "En la composición de los jurados, en los premios otorgados, en las apariciones en prensa... es decir, en el prestigio y la autoridad".

Las escritoras

No obstante, Varela recalca que no es necesario trabajar con perspectiva de género en la literatura: bastaría con abandonar los prejuicios y los tópicos. "Como en todas las artes (y en todas las ciencias también), el canon continúa siendo masculino, y también continúa siendo masculina la autoridad y la norma. Afortunadamente, en el mundo de la literatura tenemos un montón de escritoras y de lectoras (creo que de estas últimas incluso muchas más ¿verdad?) y además, lectoras organizadas, la mayoría de los clubes de lectura del país los conforman las mujeres. Eso quiere decir que en literatura no necesitamos cuotas, ni acciones positivas, simplemente, lo que se necesita es eliminar los prejuicios y no relegar a las mujeres simplemente por ser mujeres."

Freixas introduce un matiz. "Creo que una escritora siempre tiene, por fuerza, una perspectiva de género, porque tanto su vida personal, como su vida profesional, como la cultura en la que pretende insertarse, están muy influidas por el género. El género femenino es el género marcado, y es imposible para una mujer no ser consciente de ello". Harina de otro costal es lo que luego cada una haga con esa conciencia, "las opciones son, legítimamente, muy distintas".

Y no sólo como escritoras, que las tres consultadas lo son: la lucha la pueden plantear también en su condición de lectoras. "Yo vivo un poco en mi burbuja editorial y últimamente procuro leer sólo historias que no estén protagonizadas por el ya aburridísimo varón blanco hetero —dice Lucía—, así que me suelo decantar por escritoras con espíritu crítico. Pero encontrar ficción abiertamente feminista es bastante complicado, salvo honrosas excepciones como la divertida novela de Brigitte Vasallo Pornoburka, con la que estoy ahora mismo."

Con más o menos radicalidad, esta de la perspectiva de género es una batalla que se plantea en muchos terrenos. Acerquémonos a dos.

Una colección

En 1990 nació la colección Feminismos, un proyecto editorial conjunto de Ediciones Cátedra, el Instituto de la Mujer del Ministerio de Igualdad y la Universitat de València, con un objetivo claro: dar visibilidad y difusión a la producción intelectual desarrollada desde los años 70 al calor de los cambios sociales y del Feminismo.

"Probablemente sea en estos momentos la única colección dedicada exclusivamente a asuntos multidisciplinares relacionados con el feminismo y el pensamiento feminista", explica la editora Josune García, satisfecha porque hoy dispone de una amplísima literatura, escrita originalmente en varias lenguas, que se ha ocupado de la denominada cuestión de las mujeres y de las políticas que son necesarias para la libertad y la igualdad entre los sexos.

La longevidad de la colección es el mejor testimonio de la buena respuesta cosechada, aunque, por el camino, ha perdido a uno de sus socios fundadores y en la actualidad sigue publicándose solo en coedición con la universidad valenciana.

Y si bien el escenario ha cambiado, García defiende su vigencia. "Los estudios sobre las mujeres han cobrado relevancia en todos los ámbitos académicos en los últimos años. La colección sigue siendo fundamental para reivindicar, apoyar y enriquecer la presencia de las mujeres en el espacio público y privado. Aunque la presencia en algunos de esos espacios sea hoy ya un hecho, todavía queda mucho por hacer, y sobre todo por educar, en el camino de la igualdad. Esta colección comenzó sentando y analizando las bases históricas y teóricas necesarias en las que se apoya el pensamiento feminista. Sin abandonar la línea de los estudios históricos y teóricos, la colección quiere continuar con estudios que aborden el estado de la cuestión en el momento presente y sirvan tanto para las mujeres como para los hombres del siglo XXI."

Un rincón

Hace un par de años, el ayuntamiento de Tapia de Casariego, en Asturias, propuso que los actos del Día de la Mujer no se concentraran un único día, de ahí que lanzaran una campaña titulada "8 de marzo y 364 días" a raíz de la cual, y por iniciativa de la concejalía de la mujer, la biblioteca municipal estrenó un "Rincón para leer con gafas de color violeta" que sigue abierto.

La sección, nos lo confirma la bibliotecaria Marina Emma Nogueiro Fernández, "está destinada al público infantil, aunque por supuesto también a los adultos. Son cuentos enfocados hacia la igualdad de género protagonizados en su mayoría por chicas, si bien también hay alguno protagonizado por chicos. Y además hay libros sobre biografías de mujeres importantes". La acogida, asegura, ha sido "bastante aceptable si tenemos en cuenta que están dirigidos al público infantil", al tiempo que destaca que hay que reconocer el mérito de las madres, puesto que son ellas "las que eligen los cuentos para leérselos a los niños".

Queda tanto por hacer...

Planteo a Lucía, Nuria y Laura lo que estas excepciones suponen...

"Ahora que mencionas biblioteca —apunta Muñoz Molina—, en la de mi barrio han puesto un cartelito en ese rincón con una ilustración de un podio con una mujer triunfante Y UN HOMBRE LEVANTÁNDOLE EL PUÑO, como aupándola. Me parece un buen símbolo de lo mal que se entiende el día de la mujer trabajadora en todos los ámbitos. En general da mucha pena pasarse por la sección feminista de librerías y bibliotecas (cuando la tienen), y también da mucha pena lo de las gafas violetas. No hay que ponerse las gafas violetas para leer el mundo, lo que hay que hacer es quitarse las gafas machistas. Y visitar librerías feministas como Mujeres & Compañía para descubrir los cientos de libros de autoras maravillosas que esperan a ser leídos por personas cansadas de las mismas historias de siempre."

"Si se comprara el fondo de la bibliotecas atendiendo al mérito no necesitaríamos ningún rincón —asegura Varela—. Lo mismo sobre los libros feministas, si se compraran como se hace con cualquier otro tema, sin prejuicios, sería suficiente. Solo con hacer una visita por las grandes librerías y ver dónde están relegados los libros de feminismo que en algunos casos llaman de género ya nos hacemos una idea del rincón que les asignan."

Dejamos a Freixas la última palabra: "Creo que gafas de color violeta tendríamos que llevar siempre, igual que deberíamos ser conscientes de la desigualdad de género y combatirla todos los días, no solo el 8 de marzo".

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