'EDIFICIO ESPAÑA', NOMINADO A MEJOR DOCUMENTAL

Nueva vida para ‘Edificio España’

El Edificio España, en Madrid.

Nació como símbolo, y como símbolo se ha quedado. Solo que en los años que separan su inauguración en 1953 de la realidad de hoy, se ha transformado progresivamente de ostentosa metáfora del poder en mastodóntica y fehaciente prueba de su declive. Con sus 25 pisos y sus 117 metros de altura, el madrileño Edificio España fue construido por Franco como contenedor y monumento a la pujanza nacional. Por su centro comercial, sus apartamentos, oficinas, hoteles y restaurantes transitaban a diario hasta 3.500 personas, que accedían a los laberínticos corredores y pisos a través de un fastuoso hall de entrada neobarroco. Hoy vacío y en desuso, yermo al igual que buena parte de los inmuebles de la céntrica Plaza de España en la que se levanta, el rascacielos se ha erigido en evidente enseña de la degradación que roe el país. 

Quizá por esa razón, quizá por otras –nunca del todo aclaradas-, su propietario, el Banco Santander, ha mantenido silenciado durante un año y tres meses el documental de Víctor Moreno Edificio España, que se estrena este sábado 22 en la Cineteca del Matadero de Madrid (allí se proyectará también los días 23, 24 y 26; el 28 pasará al Pequeño Cine Estudio de la capital y a partir de mayo se podrá ver en el Zum Zeig de Barcelona, además de otras proyecciones en diferentes ciudades que se irán anunciando en las redes sociales de la película). Rodado entre 2007 y 2008, con un epílogo de 2010, el filme registra el proceso de desmantelamiento del edificio. En aquellas fechas, el banco –que lo adquirió por 389 millones de euros a la constructora, Metrovacesa, y que, ante la ausencia de mejores ofertas, acaba de vender por 260 a un empresario chino- se había propuesto remodelar el inmueble al completo, salvo sus partes fundamentales y distintivas, la fachada y el vestíbulo. Con el tsunami de la crisis, el proyecto se quedó a medias: se llegó a tirar toda la estructura interior hasta dejar solo el esqueleto, pero no se construyó nada nuevo. 

“La idea de rodar el documental surge porque yo vivía cerca del edificio”, recuerda el director, autor también del documental Holidays. “Cuando me entero de que va a empezar un proceso de rehabilitación integral siento que es algo que tiene que ser registrado, porque era un edificio emblemático, construido como imagen de la prosperidad”. Con autorización expresa del Santander para filmar las obras, el cineasta pasó cerca de un año –a excepción de un mes y medio de paréntesis- inventariando primero todos los espacios del rascacielos y después retratando a los cerca de 200 trabajadores que participaban en las obras. “Siempre me enfoqué en el edificio como protagonista”, explica Moreno (Santa Cruz de Tenerife, 1981). “Porque no fue hasta 2010 que tuve conocimiento de que el proyecto se había suspendido, cuando la situación en el país también había cambiado radicalmente”.

Aunque en ningún momento se menciona al propietario, justo cuando el filme se acababa de presentar en el Festival de San Sebastián y comenzaba a girar en el circuito de certámenes cinematográficos, el banco remitió un burofax al equipo para vetar su difusión. “Fue un momento bastante duro para los que habíamos hecho la película”, rememora. “Después, con mucho esfuerzo, conseguimos publicar la noticia (en eldiario.es), que tuvo mucha repercusión, y luego se creó el manifiesto Quiero ver Edificio España, que firmaron intelectuales, artistas e incluso trabajadores del edificio”. Tras la movilización social, el Santander –cuya justificación para parar las proyecciones fue que estas podían interferir con sus operaciones comerciales- reculó el 7 de febrero. “Fue una satisfacción, también por la forma en que se hizo, porque hubo una fraternidad muy fuerte, aunque nos cuesta olvidar el año y tres meses que estuvo parado”. 

El director de la película, Víctor Moreno. 

Reducida a una hora y media a partir de 200 horas de material grabado, la película documenta cómo la desolación campa por los cientos de estancias del inmueble, en el que aún se mantienen como recuerdos congelados fotografías de sus habitantes colgadas de las paredes y otros muchos objetos personales, algunos intactos. “La primera semana, cuando entré en un apartamento me encontré con los muebles del año 53 perfectos, impolutos, con un dormitorio que incluso tenía la cama hecha”, recuerda Moreno, que evoca “la inmensidad del espacio, lo fácil que era perderse, los silencios y los sonidos”. “Aquello me impresionó mucho, porque la memoria del lugar seguía estando muy presente”. La vida que en su día albergó el Edificio España había sido sustituida en 2007 por la bulliciosa actividad de los obreros que trabajaban en la monumental reforma. “La película está dedicada a ellos”, dice Moreno, que explica que su intención siempre fue capturar la “intrahistoria” que se desarrollaba entonces entre las paredes del edificio. “Conviví con ellos un año, y todos me enseñaron algo. Me dieron una lección de humanidad”.

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