Cine

Jeremy Irons: “Las multinacionales son amorales”

Jeremy Irons, en la presentación de la película.

Francisco Chacón

Es Jeremy Irons un profesor absorto en una ciudad suiza. Su rutina le atrapa... hasta que un encuentro fortuito cambia el rumbo de su vida. No tiene más que un cuarto de hora para decidir si sube o no a un tren con destino a Portugal. Se monta y abre la puerta a un mundo de enigmas que inunda la película Tren de noche a Lisboa, dirigida por Bille August según la novela homónima de Pascal Mercier.

El actor tan típicamente británico acaba de visitar Madrid para presentar esta coproducción europea, donde se dejan ver también Charlotte Rampling, Bruno Ganz (de regreso a la ciudad donde rodó En la ciudad blanca con Alain Tanner) y Christopher Lee. Un grupo de personajes en los albores de la Revolución de los Claveles, cuando la orilla del Tajo se convirtió en un nido de traiciones.

“Esta película es un viaje emocional, una ruta interna”, dice el exactor fetiche de David Cronenberg (Inseparables, M Butterfly) subrayando el característico marchamo luso de la historia. Y él se afana en resolver las incógnitas que le salen al paso.

“Hay que educar a la gente para que entienda lo que ha sido y lo que es”, explica presto a posicionarse contra el escenario sociopolítico actual. “Las multinacionales son amorales”, arremete antes de proclamar: “Hay que reducir su poder, y que los gobiernos las obliguen a pagar impuestos. Faltan mecanismos de control”.

Un secreto guardado en el pasado, lo más destacado

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Durante el rodaje, se enamoró Irons de Lisboa: “Me gustan mucho su atmósfera y su arquitectura. Tiene un encanto especial, igual que de Madrid me llama la atención su energía”.

Llega el largometraje a España (se estrena el 16 de abril) en el momento más oportuno: al borde del 40 aniversario del final de la dictadura de Salazar, con un sinfín de actos para conmemorar el punto de inflexión de la historia portuguesa.

La víspera del emblemático día 25, se rinde tributo en Lisboa, en el Palácio de São Bento, a Jose Afonso, artífice musical de la revolución con su sobrecogedor himno Grândola, vila morena. Y Rodrigo Leao actúa la noche del 26 en la escalinata de la Assembleia da República, epicentro de la exposición El nacimiento de una democracia.

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