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Marc Levy: “La ley del aborto es una increíble regresión y una agresión”

El escritor francés Marc Levy.

A lo Woody Allen, lleva un ritmo de producción de una obra al año. Solo que, en su caso, no son películas, sino libros. Marc Levy (Boulogne-Billancourt, 1961), el autor más vendido de Francia y traducido a más de 40 idiomas, prefiere dejar los menesteres fílmicos a su hermana Lorraine, cineasta, que precisamente estrena en España su última película, El hijo del otro, el próximo mes de junio. La cinta, que trata el tema del conflicto entre Israel y Palestina –que a ellos les toca más de cerca por ser judíos- será, por lo que dice el escritor, la primera y última incursión familiar en esos terrenos. Más que nada, explica, porque está “completamente de acuerdo” con lo que ella plantea en su historia. Así que él seguirá por otros derroteros, que le han llevado de su habitual registro romántico al thriller con trasfondo políticothriller  que presenta en Si pudiera volver atrás (Planeta), su más reciente publicación aquí, aunque en su país ya hayan visto la luz otros dos libros.

Llegado a la escritura casi por casualidad, cuando a los 39 años escribió una novela que quería retratar al hombre que su hijo sería en el futuro (su hermana fue, precisamente, quien le animó a mostrar aquel manuscrito a un editor, y la que posteriormente ha llevado a la gran pantalla una de las varias adaptaciones que se han hecho de sus obras, la de Mis amigos, mis amores), Levy dice hoy sentirse sola y exclusivamente escritor. Antes, no obstante, fue arquitecto y diseñador gráfico. Como su protagonista, un periodista estadounidense del New York Times llamado Andrew Stilman, él ha tenido más de una oportunidad en la vida. Solo que a su personaje esta le llega después de morir, cuando tras ser asesinado vuelve a la vida dos meses antes del suceso, un tiempo que deberá emplear en averiguar quién perpetró su crimen. Involucrado en peliagudas investigaciones, una sobre niños chinos robados para ser vendidos en EEUU y otra sobre los crímenes de la dictadura argentina de Videla, los candidatos son varios. Y a ellos se suman como sospechosos su mujer, a quien traiciona el día de su boda, sus compañeros de trabajo y, en realidad, cualquiera que pudiera tener una razón para odiarlo.

Usted es un hombre que ha tenido varias oportunidades en la vida. Si pudiera volver atrás, ¿qué reharía?

Si pudiera volver atrás, creo que intentaría conocer a mi mujer más pronto, para vivir más tiempo con ella. (Se detiene para pensar). Y creo que intentaría preocuparme menos por las cosas por las que no merece la pena preocuparse. Intentaría vivir algunas cosas con más ligereza, algo que no siempre he conseguido, especialmente antes de convertirme en escritor, aunque también después.

No se arrepiente de haberse convertido en escritor.

No, verdaderamente no. Es lo que siento que soy.

Y ahora que se ha convertido en un best seller, ¿cómo aborda la escritura? ¿Tiene miedo de no estar a la altura de lo que esperan de usted millones de lectores?

Es muy diferente escribir un libro que cantar delante del público. Si cantas delante de 20 personas o de 30.000 personas, es probablemente muy diferente. Pero el que escribe lo hace siempre solo, delante de su papel. No se escribe de cara al público, se escribe para un solo lector.

Y ese lector es usted.

De hecho, sí. Quizá parezca egoísta decirlo, pero uno es su primer lector. Uno suele escribir historias que le gustaría vivir él mismo. Yo diría que no es el número de lectores lo que hace que abordemos de manera diferente una novela, sino el hecho de haber escrito el libro anterior, y el anterior, etc. Es como todo oficio artesanal: según vas avanzando en tu trabajo, empiezas a tomar conciencia de los errores que has cometido, y de que vas a competer otros cuantos. Pero eso es lo apasionante de este oficio: que se aprende haciéndolo.

En su primera novela, Ojalá fuera cierto, también trataba del tema de la muerte y de lo sobrenatural, ¿por qué ha decidido retomarlo? Ojalá fuera cierto,

Esta no es una novela sobre la muerte, sino sobre la vida. Andrew Stilman es un hombre que deja de tener miedo de vivir y comienza a tener miedo de morir. Y yo creo que eso es algo que nos toca a muchos de nosotros: durante mucho tiempo de nuestras vidas tenemos miedo de vivir, y un día llega lo contrario: tenemos miedo de morir, y como tenemos miedo de morir, dejamos de tener miedo de vivir.

A través de la figura de Andrew Stilman y sus vicisitudes trata paralelamente otras cuestiones, primero el periodismo, la profesión que este ejerce, y luego los temas que cubre para el periódico, como son la dictadura argentina y los niños robados en China. ¿Por qué ha elegido concentrarse en ellos?

Quería hablar de la búsqueda de identidad, de la democracia, de la libertad en general. En lo que respecta a la dictadura, he escogido la de Argentina porque quería mostrar que la sociedad argentina de los años setenta no tenía nada que envidiar a las sociedades actuales, y todos las personas con las que yo he hablado para documentarme para la novela me han dicho lo mismo: que no tenían ni idea de lo que les iba a pasar. Y aunque en Europa nos creemos protegidos y pensamos que la democracia está asegurada, ahora llegan las elecciones europeas y nadie va a ir a votar. Sin embargo, los nacionalistas, ultranacionalistas, los fascistas, los extremistas, ellos sí van a votar. Y mira lo que está pasando en Venezuela, lo que está pasando en Ucrania... la situación cambia extremadamente rápido. El verdadero tema es el tema de la democracia y de la libertad, y el papel que juegan los periodistas: a  saber, que el verdadero periodismo es la última muralla de la democracia.

¿Y qué consecuencias puede tener que la gente –salvo los extremistas, como usted dice- no se involucre en el futuro de Europa?

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Que iremos hacia el nacionalismo ultra. Un retroceso de las libertades. Mira lo que ha pasado con el aborto y los derechos de las mujeres aquí en España. Es espantoso, que eso llegue al Parlamento es simplemente espantoso. Sea cual sea la democracia en la que vivimos, el hecho de que unas pocas personas decidan dar un vuelco a un pueblo y privarlo de sus libertades fundamentales… Yo quiero decir la verdad de lo que pienso a mis lectores y lectoras españoles, y lo que pienso es que el proyecto de ley del aborto es una increíble regresión y una increíble agresión a las libertades de las mujeres. Pienso que los políticos que han querido votar esto son unos absolutos liberticidas, son gente extremadamente peligrosa, incluso aunque lo hagan de buena fe, con convicciones, que es algo que yo respeto, pero eso no significa que no se trate de una conducta liberticida.

Y que un escritor como usted hable de estas u otras cuestiones en sus obras, ¿sirve para algo?

Por supuesto. Bueno, no es el escritor el que cambia las cosas, sino la gente que lo lee. No es el periodista el que cambia las cosas, sino sus lectores. El que revela la verdad no va a cambiar las cosas, sino los que toman conciencia y deciden actuar. Es una cadena.

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