Glamuroso pero decepcionante arranque con 'Grace of Monaco'

La esperada Grace of Monaco, que había llegado precedida por diferentes polémicas, las principales por su distribución norteamericana y la oposición al montaje del director, Olivier Dahan, de parte de los hermanos Weinstein, y de otro lado por el rechazo de la familia Grimaldi a apoyar de alguna manera el filme, acabó siendo, este miércoles, la primera decepción del Festival de Cannes en su 67 edición. Indiferencia, frialdad, algunos pitidos, risas en momentos presuntamente dramáticos... Pero como consolación estaba Nicole Kidman, simpática y receptiva en su rueda de prensa, mejor fuera que dentro de la pantalla.

Al menos, una alegría evidente sí tienen en esta jornada Dahan y sus productores, la confirmación de que finalmente The Weinstein Company ha aceptado, a cambio de una rebaja de dos millones de dólares, según Variety, estrenar en Norteamérica la película en su actual versión del director, sin los cambios que querían imponerle. Con la boca pequeña, algunos periodistas y críticos no dudaban este mediodía en murmurar que quizás la película hubiera ganado con ellos...

Porque se ve que las películas de princesas reales últimamente no funcionan igual de bien que las de ficción. Patinó hasta estrellarse la de la princesa Diana, y ahora va camino de lo mismo la de Grace Kelly-Gracia de Mónaco, que dificilmente podrá mantener mucho más del primer fin de semana la atracción del público. Grace of Monaco tiene lo que debe esperarse de este tipo de productos, una notable dirección artística o diseño de producción, pero falla en casi todo lo demás: un guión -de Arash Amel- que huye de la profundidad, que no logra en ningún momento implicar al espectador en la atribulada existencia de la actriz estadounidense convertida en princesa europea, y un elenco que en varios nombres no puede evitar pensar en ese término terrible, miscasting.

Kidman guarda sin duda un parecido con Kelly (aunque es mayor en edad que su personaje cuando sucedieron los hechos narrados, en los primeros años 60), pero sus intentos de mantener ese aura de frialdad de la propia Kelly acaban distanciándola de cualquier generación de emociones en el espectador. Y naturalmente es casi imposible creerse a Tim Roth como Rainiero de Mónaco o a la española Paz Vega en el papel de la cantante María Callas. Por otro lado, la amplia gama de personajes secundarios, que supuestamente deberían enriquecer la historia, se pasea sin verdadera encarnadura humana, y se acercan más a una obviedad tan simple como caricaturesca.

Grace of Monaco -lo ha especificado Dahan por activa y pasiva- no es una biopic de Grace Kelly en su cuento/pesadilla de hadas monegascobiopic , sino que pretende retratar un momento en la historia de la actriz y del principado que encabezaba en el que, en medio de un matrimonio que no funciona, se ve envuelta en las intrigas de la política y las altas finanzas, cuando el vecino De Gaulle amenaza con anexionarse el territorio y despojarlo de sus ventajas fiscales que estaban atrayendo a los capitalistas galos.

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Sí, efectivamente elementos de interés no le faltan a la situación, pero Dahan o el guión, o ambos a la vez, no han sabido tejer las tramas y subtramas de una estructura dramática que genere ni el favor del público ni el de la crítica. No es que veleidades autorales le falten, pero cualquier comparación con el más famoso trabajo del pequeño cineasta que no debe quitarse la gorra ni para dormir, La vie en rose, sobre la gran Edith Piaf, perjudica seriamente al actual. Aquella cinta sí tenía capacidad de provocar emoción, esta no.

En resumidas cuentas, con Grace of Monaco, Cannes 2014, el festival que relega al cine iberoamericano a una presencia marginal, con sólo seis títulos, menos del 10% de toda la selección de las cuatro principales secciones, no ha empezado con buen pie. Esperemos que a partir de este jueves, cuando se inicie la competencia propiamente dicha por la Palma de Oro, el tono mejore.

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