Libros

Un autoeditado se cuela en el Olimpo

El escritor estadounidense Sergio de la Pava.

Lo de Sergio de la Pava no fue en absoluto un flechazo, sino más bien un “amor a décima vista”. Después de intentar por todos los medios encontrar un editor y ser insistentemente rechazado, no tuvo más remedio que montárselo él solo. Seguro que más de uno se echaría luego las manos a la cabeza: el libro de este estadounidense de origen colombiano, Una singularidad desnuda, se alzó con el prestigioso PEN/Robert W. Bingham Prize de 2013 a la primera novela (dotado con 25.000 dólares y otorgado anteriormente a autores como Donald Ray Pollock o Jonathan Safran Foer), y desde entonces se ha convertido en fenómeno, editado en Reino Unido, traducido al francés y al español y con los derechos para su conversión en película ya vendidos.

“Sergio de la Pava es un escritor que no vive en Brooklyn”, reza la carátula del libro, cuyos derechos ha adquirido en España Pálido Fuego (y que en EEUU se incluyó en el catálogo de Chicago University Press), lo que quiere venir a decirnos que él no es un hombre que siga tendencias, dada la acumulación de plumas en aquel barrio neoyorquino. Vale. Pero entonces, ¿quién es Sergio de la Pava? “Vivo cerca de Brooklyn”, reconoce, “pero en lo que respecta a quién soy, no parece desde luego una pregunta fácil de responder para nadie, menos aún para alguien tan caótico como yo. La verdad es que lo que yo soy significa poco para mí, es lo que hago o no hago lo que quedará”.

Nacido en Nueva Jersey de padres colombianos, De la Pava (1971) –que responde a las preguntas de infoLibre por email en inglés ya que, nos dice su editorial, solo chapurrea el castellano- ha construido en su novela, que vio la luz en 2008, una historia compleja y ambiciosa en torno a temas como la identidad cultural en un mundo convertido en crisol de procedencias y opiniones, el significado y el valor de la moral en tiempos de confusión o las fuerzas que mueven las vocaciones. Casi, su personaje protagonista, es como él abogado de oficio. Uno que jamás ha perdido un caso y cuya historia se entremezcla por enrevesados caminos con la de un boxeador o con los increíbles y trascendentales descubrimientos de la física cuántica.

“Lo que me atrae es la noción de que la novela en sí misma, no solo la mía, es un intento de comprender la realidad de manera profunda, tanto para el escritor como para el lector”, explica. “E incluso más atractiva me parece la idea de que la distinción entre mi mundo y el Mundo debe en último término desaparecer, y esos miles de millones de micromundos deben fundirse o reducirse a lo que comparten con el Mundo”. De su experiencia, dice querer extraer lecciones de humanidad para plasmar sobre el papel, una vocación que, asegura, le viene desde niño. “Diría que soy escritor desde que tengo siete años, lo que significa que ahora debería ser bastante mejor”.

Definido por un ritmo trepidante en la narración y una voluntad de crear una voz propia que se transluce en un peculiar uso de la puntuación y la sintaxis, el escritor asegura no estar convencido de que eso que llamamos estilo pueda estar en modo alguno desligado de la persona que lo da forma. “Quizá lo que provoca una reacción es el hecho de que me siento libre de hacer lo que quiero en todo momento”. Y esa aspiración de libertad fue lo que le llevó a publicar contra viento y marea, capeando cualquier negativa. “Lo que me empuja magnéticamente a escribir es la posibilidad del arte, y poco más, así que por aquel entonces pensé que lo mejor era despachar todas las consideraciones secundarias lo más rápido y lo menos sabiamente posible”.

Nuevo miembro de una generación de escritores estadounidenses que destaca por su multiculturalidad (de Gary Shteyngart, a Nami Mun, Tao Lin, o Daniel Alarcón, hay a día de hoy toda una horda de autores destacados que son inmigrantes de primera o segunda generación), De la Pava cree que precisamente es esa cualidad la que define la idiosincrasia del país que lo vio nacer. “Esa es la quintaesencia de América, aunque entiendo que se puede entender también de manera opuesta”, sentencia, para después quitarle hierro a su incursión en el Olimpo de los escritores, a la que suma otra novela no publicada en España, Personae (2011). “El éxito, literario o de otro tipo, me parece que es algo que depende demasiado de la suerte, así que intento darle solamente la importancia justa”.

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