postales desde el exilio

“Espero que la situación en España mejore para volver”

Irene Reyes.

"Allí no había nada", dice con resignación. Por eso Irene Reyes, de 23 años, decidió marcharse a Alemania. Diplomada en Enfermería y con una especialización a través del examen EIR, sólo encontraba puertas cerradas cuando iba a buscar trabajo. El ya te llamaremos de las clínicas privadas, esa especie de pesadilla para los que buscan empleo, o esperar escalar puestos en una bolsa de trabajo prácticamente paralizada como consecuencia de los recortes que, con excusa de la crisis, viene sufriendo la sanidad pública.  

Así que decidió hacer las maletas. "Me apetecía conocer un nuevo país y una amiga que estaba trabajando en Fráncfort me animó a enviar el currículo a su misma oferta, que tenía buenas condiciones laborales. Así empezó todo", relata. A pesar de sus ganas de recorrer mundo, sí se considera una exiliada económica porque, de haber encontrado una oportunidad aquí, no se habría marchado. 

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Para ella, lo más duro de estar fuera es el idioma, hacerse camino en otro país con una barrera que a veces parece casi infranqueable. "Antes de ir hicimos un curso intensivo de alemán de seis meses para obtener al menos una base. Yo no tenía conocimiento previo de alemán. Fue bastante duro al principio, no entendía ni la mitad. Ahora con el tiempo dominas algo más el idioma y se lleva mejor, pero aun así es difícil. La parte positiva, que en el hospital en el que está trabajando hay también mucha gente de otros países. "Los compañeros me han ayudado mucho", asevera. 

Ahora tiene contrato indefinido, pero no pierde la esperanza de que la situación económica en España mejore y así poder volver "con un buen contrato". Mientras tanto, seguirá echando de menos a su familia y amigos y a la forma de vida española.  

"En Alemania la mayoría de la gente va de casa al trabajo y viceversa, no tienen costumbre de tomar un café con amigos o simplemente dar una vuelta, es un carácter distinto". De sus veranos en España añorará especialmente las fiestas de pueblo, la playa y estar con su gente. "Fráncfort es una ciudad de negocios con poco ambiente veraniego", sentencia.

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