Mélanie de Biasio, jazz vocal con sabor a Lynch

De Melody Gardot a Caroline Henderson o Ida Sand, las cantantes más cool toman cuerpo en Estados Unidos o los países escandinavos. Pero ahora es Mélanie de Biasio quien reclama su lugar bajo el sol desde Bruselas. Su segundo álbum, No Deal, confirma que los ecos de Billie Holiday, Nina Simone y Rickie Lee Jones anidan en su voz y los sutiles toques a lo Beth Gibbons completan su perfil elegante.

A sus 35 años, su timbre grave se alía con atmósferas ligeramente opresivas, que acercan su estilo a una hipotética banda sonora de David Lynch, cual Chrysta Bell humeante. El resultado es que sus giras se despliegan en círculos jazzísticos o en clubs de vanguardia.

Eso sí, el talento de Mélanie la aleja del sonido ambiental. Su autenticidad vocal zigzaguea por los rincones del alma en medio de toda una noria sentimental.

No es ninguna casualidad que sus grabaciones lleguen a través del exquisito sello belga Igloo, con más de tres décadas de calidad acreditada. Por poner sólo un ejemplo, hablamos del feudo de Philip Catherine y su guitarra de oro.

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Recoge también la herencia de otras dos prestigiosas escuderías belgas: Crammed y Disques du Crepuscule, donde se fraguó la trayectoria de Anna Domino, otra de las grandes influencias de Mélanie de Biasio.

Canciones como The flow, With all my love o I feel you despuntan en el mesurado repertorio de una intérprete que recorre actualmente Francia con su sonido de etiqueta negra. De hecho, su concierto en París (Cité de la Musique) el próximo 8 de septiembre está llamado a convertirse en un punto de inflexión para ella.

Ciertos matices masculinos en su garganta y la instrumentación minimalista la emparentan igualmente con la dirección tomada por Mark Hollis, factótum del grupo británico Talk Talk, e incluso con el Paul Buchanan posterior a la separación de los escoceses The Blue Nile.