PREMIO PLANETA

Pilar Eyre: “Quería rendir un modesto homenaje a los héroes del siglo XXI: los reporteros de guerra”

La finalista del Premio Planeta, Pilar Eyre.

S. H.

Mi color favorito es verte, la novela que ha distinguido a Pilar Eyre como finalista del Premio Planeta, mezcla a partes iguales ficción y realidad. Cuenta la tan tórrida como fugaz historia de amor que mantuvo con un reportero de guerra, tres días de intensidad pasional y deleite físico que, dice la autora, la “rejuvenecieron” y marcaron un punto de inflexión en su biografía emocional. “Es un episodio que me obsesionó, que ocupó mis horas. No podía ni dedicarme a mi trabajo”, explicaba ayer a infoLibre, confesando que, en un principio, la escritura de este libro no la hizo para los lectores, sino “para mí misma”.

La “catarsis” que le supuso liberarse de un secreto que primero desveló a su hijo, quien le recomendó volcarlo sobre el papel, fue también una experiencia “dura”, que le sirvió para hablar no solo de su romance con Sébastien, un francés más joven que ella, sino también de mucho de lo que guardaba con respecto a su infancia y a su carrera, de la que salpica episodios a través de las figuras de sus jefes y editores. A los hechos consumados, la autora ha añadido su buena dosis de imaginación, creando una historia que no es ni novela ni autobiografía sino, como ella misma explica, "autoficción", un género que dice "incipiente" y del que encuentra a su mayor ídolo en el noruego Karl Ove Knausgard, que ha novelado su vida en seis tomos titulados Mi lucha. 

Conocida por su trabajo como periodista y columnista, Eyre (Barcelona, 1951), ha pasado con este libro de glosar las vidas de otros a adentrarse en los terrenos de la introspección. Autora de títulos como La soledad de la reina: Sofía una vida o el más reciente Franco confidencial, en los que desvela intimidades de la reina Sofía o del entorno del dictador, Eyre confiesa sentir cierta vergüenza ahora que es ella la protagonista de sus propias líneas. “Cuando escribo una biografía realizo un trabajo de investigación exhaustivo, y prueba de ello es que nunca he tenido una demanda”, defiende. “Sin embargo ahora siento pudor, porque me describo incluso a mí misma desnuda”.

Las imposiciones sociales sobre la mujer, cuyo físico se encuentra permanentemente en el punto de mira, conforman una reflexión colateral a la historia de amor sobre la que descansa la trama. “Habla de mi lucha con los años, de la obsesión por mantenernos jóvenes”, adelanta, para expresar el descubrimiento que le comportó su pasajero affaire: “Que el amor rejuvenece, porque en aquellos días yo me encontraba bella”. La cuestión del periodismo, que ella lleva décadas ejerciendo, se refleja en la novela tanto desde su perspectiva personal como desde la de Sébastien, a quien, al cuarto día de conocerse, destinan a Siria. Una vez allí, el reportero y galán desaparece sin dejar rastro, lo que llevará a la protagonista a emprender una búsqueda con consecuencias inesperadas.

“Quería rendir un modesto homenaje a los que para mí son los héroes del siglo XXI: los reporteros de guerra”, agrega la escritora, que habla del periodismo y la literatura como dos oficios “con vasos comunicantes”. Su irrupción como finalista del Planeta, dice, le ha supuesto en ese sentido una inesperada pero muy grata noticia, además de una gran oportunidad para llegar a más lectores. Sobre cómo recibió el anuncio, recuerda que la noche de la cena de Planeta en la que se anunció el fallo del jurado, el pasado 16 de octubre, tenía “una tos horrorosa”, por la que el médico le recomendó unas pastillas que le aliviaron pero que a la vez le pegaron "la lengua al paladar". Resultado: casi no pudo ni hablar ni probar bocado. "No tenía ni idea de que el impacto del premio podía ser así", aseguró mientras señalaba la lujosa estancia del Ritz en la que tuvo lugar la entrevista. "Hay incluso gente que, sin haberlo leído, te para por la calle para felicitarte". 

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