Literatura

Críticos literarios por un YouTube

Críticos literarios por un Youtube

Hace tiempo que la crítica literaria clásica, debilitada por la decadencia de los medios que la acogen y por sus propias contradicciones, dejó de ser referencia incontestable para los lectores más jóvenes.

Muchos escritores y críticos, también los lectores deseosos de compartir sus experiencias, se refugiaron primero en los blogs, donde podían expresar sus opiniones y/o compartir sus lecturas. Luego, muchos decidieron hacer de las críticas y las reseñas literarias carne no ya de blog, sino de vídeoblog. La pregunta, claro, es si su trabajo nos vale...

Un escritor

Patricio Pron, cuyo último libro, Nosotros caminamos en sueños (Literatura Random House), pasó recientemente el examen de la crítica. Tuiteó:

Y claro, quise saber más.

"Desde sus comienzos, la crítica literaria ha sido sospechosa de ser inútil, innecesaria, un acto de revanchismo de los críticos hacia los escritores, una actividad condicionada por las relaciones personales entre escritores y críticos y entre medios de prensa y empresas editoriales, entre críticos y empresas editoriales, etcétera: todo intento de establecer reglas claras de juego ha fracasado además, y yo creo que es bueno que sea así, ya que, al no existir ninguna transparencia en la actividad del crítico, la crítica literaria puede ocupar el lugar inestable, cuestionado y cuestionador, que le corresponde, al mismo tiempo que buscar nuevas estrategias para llevar a cabo su cometido, que en mi opinión es contribuir al enriquecimiento de la discusión sobre literatura y libros en una sociedad y en un momento histórico específicos".

En su opinión, "la mala y en ocasiones pésima literatura que se nos vende estos días puede ser, en ese sentido, una señal de que la crítica literaria no ha enriquecido esa discusión en las últimas décadas, y, por lo tanto, parece imprescindible que vuelva a hacerlo si en el futuro no queremos leer libros peores a los que ya, desafortunadamente, tenemos que leer. ¿Qué importa que la crítica se lleve a cabo de forma tradicional o en otros canales si es válida; es decir, si asume riesgos, no es condescendiente y no se refugia en la cobardía del anonimato? No puedo imaginar nada mejor que eso, una crítica que está viva, en los formatos ya conocidos y en los que quedan por inventar, que son muchos".

Un crítico

Javier Goñi que, además se desempeña en varios soportes tradicionales (Babelia, Mercurio), alimentó un blog que se hizo papel, y es vicepresidente por Madrid de la Asociación Española de Críticos Literarios.

"Los lectores jóvenes no leen suplementos culturales porque no leen periódicos de papel –empieza diciendo–. Los suplementos culturales han perdido importancia igual que la han perdido los diarios. No creo que la crisis de los suplementos sea distinta del formato que los acoge. Antes existía un principio de autoridad –líbreme quien sea de enfatizar esta palabra–, que en ocasiones, sí, lo tenía el propio crítico –contadas ocasiones– o, lo más común, el medio en el que se difundía la recomendación. Hoy las redes sociales al democratizar o popularizar la opinión dinamitan por un lado ese principio de autoridad y por el otro lado facilitan el intercambio de información: esta se hace más inmediata, llega antes, y arrincona por inservible esa supuesta primacía que tenía el principio de autoridad del crítico, que se suponía que era un lector más, pero mejor informado y con cierto prestigio a sus espaldas. Esto ha desaparecido y prácticamente no hay críticos que tengan seguidores fieles, que creen opinión, que generen seguridad y, por tanto, convencimiento. El medio se ha desprestigiado –en mi opinión injustamente– y cualquier opinión es válida, porque no requiere de unas premisas previas. Esto no es ni bueno ni malo. Es un hecho, sin más. Y dicho esto, se puede agregar lo contrario: escritores y editores, aunque sea de refilón, todavía necesitan ver sus “productos” reflejados/refrendados en papel. Digan lo que digan, sigue siendo así". 

No cree Goñi, y asegura que no lo hace por gremialismo, "que la función crítica haya perdido su sentido". Dice que jamás se ha sentido presionado por nadie "y siempre –que me lo han permitido, dándome espacio– he procurado subrayar la aparición de una voz nueva, sea un joven autor que luego ha tenido una discreta carrera, o nombres de autores que luego serían". Le tocó, "por antigüedad, ser uno de los primeros en reseñar la primera novela de Luis Landero, de Antonio Muñoz Molina o de Roberto Bolaño, sí, su primera novela en una editorial grande, en Seix Barral, y se la hice, me encargaron la reseña en Babelia. Luego lo hizo suyo Ignacio Echeverría. ¿La crítica tradicional es prescindible? No sé si mi manera de reseñar es tradicional, pero a mí como lector y como periodista abierto a todo lo nuevo, lo que asoma por el horizonte, me gusta haberle hecho una de las primeras reseñas a la primera novela de Muñoz Molina, en Cambio 16, a la de Landero en El Mundo, o a la de Bolaño en El País. Entonces eran primerizos, ahora a lo mejor son la casta. Pero bueno". 

Un booktuber

Javier Ruescas, escritor que además reseña novedades literarias en su canal de YouTube (42.618 seguidores este sábado) y que no, no suele leer crítica tradicional. "En primer lugar, porque prefiero no saber demasiado sobre una novela antes de leerla. Con una serie de referencias (el autor, la sinopsis, la portada) me vale. Y por otro, porque no compro prensa en papel y si busco alguna reseña en particular, suelo mirar antes blogs o webs especializadas".

Pertenece al grupo de quienes, con más o menos conocimientos literarios, sin atenerse a las normas de la crítica, por amor a los libros, han decidido, lanzarse a las redes. Comentan lo que les gusta y lo hacen de la manera que les gusta.

De entrada, para rellenar un hueco: "Por desgracia, en los medios tradicionales la literatura infantil y juvenil tienen muy poco espacio, prácticamente nada en el caso de la segunda, y suele ocurrir (ojo, no siempre) que cuando se habla sobre esta literatura al final solo se mencionen los tres o cuatro títulos más reconocidos y se dejen en el tintero muchos otros que quizás por ventas no sean tan relevantes, pero para muchos lectores jóvenes son muy influyentes".

Y luego, porque tienen acceso al mundo sin moverse de casa. "El medio, lógicamente. No es lo mismo leer una reseña en un papel o en una web que escuchar a alguien contarte su opinión sobre una lectura mirándote a los ojos, viendo el libro en sus manos, añadiendo efectos de imagen o de sonido para captar la atención, etc. En cualquier caso, lo importante al final no es tanto si el mensaje llega de manera escrita o de forma oral, para mí lo importante es saber destacar los puntos positivos de una novela, animar a su lectura ser fiel con el posible lector que nos esté viendo o leyendo, y con uno mismo".

Tras hablar con Ruescas, me di una vuelta por YouTube, por Goodreads. Compruébenlo: los booktubers son legión, y sus seguidores se cuentan por cientos de miles. Ya querrían periódicos y revistas tener esas tiradas.

¿Una conclusión?

Para intentar obtenerla, respondamos a Patricio Pron. "¿Qué importa –se preguntaba– que la crítica se lleve a cabo de forma tradicional o en otros canales si es válida; es decir, si asume riesgos, no es condescendiente y no se refugia en la cobardía del anonimato?".

Lo del anonimato, descartado: los booktubers dan la cara, de hecho, hay una gran dosis de exhibicionismo, por no hablar de que algunos han convertido lo que parecía ser una afición en una manera de vida.

Leyendo el problema catalán

Leyendo el problema catalán

Lo de la condescendencia... depende. Diría que muchos se acomodan al gusto mayoritario, quizá a la voluntad de algunos. Pero también es cierto que resulta difícil de determinar, habida cuenta que, en general, hablan de lo que les gusta y no de lo que hay (como muchos críticos, dicho sea de paso).

¿Asumen riesgos? Pocos, la verdad, porque sus críticas son opiniones personales elaboradas a partir del gusto propio, no del conocimiento de la historia de la literatura y del dominio del aparato crítico.

Lo que ha ocurrido es que, desterrado el principio de autoridad al que Javier Goñi hacía referencia, cualquiera puede subir a la red sus opiniones. Y algunos las presentan francamente bien. Esperando estoy que los críticos, digamos, se planten delante de una cámara de vídeo y acompañen sus reflexiones con músicas y efectos especiales.

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