Entrevista

Dani Mateo: “Tenemos muy sobrevalorado el mundo: también hay mucho Bárcenas por ahí”

Dani Mateo está como Django, desencadenado.

Silvia Hernando

Dani Mateo se pone existencialista. Pero no se lo imaginen con las piernas cruzadas y el puño en la frente a lo pensador de Rodin. Visualícenlo, mejor, sobre un escenario y acompañado de números musicales. Junto a Jimmy Barnatán & The Cocooners, el humorista, periodista, presentador de radio y televisión, actor, reciente escritor, emprendedor (él mismo lo cuenta más abajo) y colaborador de prensa –sin ir más lejos, de nuestro tintaLibre- hace memoria y análisis de las anécdotas vividas y las lecciones aprendidas en sus diez años de pluriempleo en Dani Mateo Desencadenado (los días 13, 14 y 15 de febrero en el Teatro Compaq Gran Vía de Madrid), para el que (¡albricias!) infoLibre regala cuatro entradas dobles. Aprovechando la coyuntura, charlamos con él sobre el espectáculo y otras cuestiones trascendentales.

Pregunta. Me cuentan que está casi todo el pescado vendido (quedan pocas entradas a la venta), pero para lo poco que queda, ¿cómo me lo vendes?

Respuesta. Voy a empezar explicándote que esta es la segunda parte de un ciclo, todavía inconcluso – no, eso es mentira, por ahora está ya concluso, pero vamos a abrirlo a más opciones, porque está quedando muy guay. Es el ciclo desencadenado, porque es fuera de una cadena, fuera de televisión. Wyoming desencadenado es un ciclo de humor y música: Wyoming estaba con Los insolventes, que es su grupo, y como yo no tengo grupo, me he cogido a una pedazo de banda que se llama Jimmy Barnatán & the Cocooners para que la gente se quede flipando en colorines.

P. ¿Es una especie de cabaret?

R. No, es un monólogo con interludios musicales, y al final me voy a marcar un tema, aunque eso lo dejo al criterio de Jimmy, porque a lo mejor me dice: mejor no cantes, que queda mejor si hablas (se ríe). Entonces, son casi dos horas de espectáculo, un monólogo y música. Y el monólogo es un repaso de mis diez años de carrera y a la vez un repaso de mis 36 años de vida. La mejor forma de explicar lo que es el monólogo, que lo estaba diciendo hace un momento, y creo que está muy bien pensado –y no es porque lo haya pensado yo, es porque me ha ayudado un periodista-, es que si el de Wyoming era el monólogo que haría Don quijote, un tío que se enfrenta al mundo y tal, yo soy Sancho Panza, que es el tío al que el mundo le abruma. Eso ha sido mi vida todo el rato: yo creo que mi comedia nace de ahí. Es como la mirada de un niño frente a temas muy grandes, muy importantes, y que entiende regular, pero que a la vez le da mucha risa. Yo me he puesto a escribir y todos mis monólogos van de eso: de qué va la vida. Como Peter Sellers en El guateque, que es un tipo que intenta encajar pero le cuesta. No es que tenga voluntad de no encajar, de ser un rebelde. Es que le cuesta.

P. O sea, que tu vida da para bastante.

R. Hombre, es que básicamente solo tengo eso. Me he dedicado básicamente a eso: a contar mis movidas. Y es una maravilla que la gente las compre. Además, creo que el secreto es que no son mis movidas, sino las movidas de todo el mundo. Es curioso que siendo los temas más importantes no tengan cabida en el día a día. No hay ningún medio de comunicación que hable de lo importante: de lo que siente uno al masturbarse por primera vez, de lo que siente uno al conocer una chica, de la relación con los padres, que es de no creer, de cuando descubres que los reyes no existen y dios… sí, pero tiene muy mala hostia… ¡Ese tipo de cosas no se cuentan! Y para eso está, creo yo, la comedia, para hablar de lo importante. Para lo demás, ya están los informativos (se ríe).

P. Todas estas facetas que tienes, ¿es porque tienes aspiraciones de hombre del renacimiento, o es porque no sabes decir que no a nada?

R. ¡Pero qué dices! Al final es la misma mierda con distintos lazos, es vivir de la nada. Mis padres todavía no se creen que yo me gane la vida. Mi padre no puede decir: mira mi hijo, qué bien le va porque mira que figuritas de Lladró más majas hace, mira este pastor, mira la oveja, mira el bastón. ¡No hay nada que puedan mostrar! Va por ahí y habla y le pagan por ello. Mi padre dice que yo he muerto… (risas) No, no, dice que solo tiene un hijo, que es el que trabaja. No lo entienden, y yo tampoco. Aunque luego, cuando hago una entrevista y lo pongo en alto, me doy cuenta de que es muy necesario que haya gente que haga esto que hacemos nosotros.

P. ¿Y de pequeño no eras así de dicharachero como para que tu padre no tuviera pistas de por dónde iban los tiros?

R. Mi padre nunca tuvo ninguna fe en mí porque ya vio que el chaval le había salido medio rana, y que hacía cosas muy raras. Mi padre ya veía que era muy fantasioso, y la verdad es que sintió un alivio al saber que era cómico y no gay (se ríe). No: a mi padre le doy muy duro en los monólogos, la familia es la primera que recibe ahí, porque es tu entrada en el mundo, y luego ya viene todo lo demás.

P. O sea, que no se toman a risa lo de la comedia.

R. Es que los padres de nuestra generación… luego ya van cogiendo comedia cuando van creciendo, pero son de esa generación que se tomaba muy en serio el mundo. Y la nuestra ya ha ido viendo que tienes que tomártelo a risa si no quieres que el mundo te aplaste. Su mundo era más pequeño, también. Era un mundo que te podías tomar en serio porque era más manejable. A nosotros nos ha tocado un mundo que, como te lo tomes en serio, pringas. Mejor reírte y luego y intentar manejarte en él. Pero tiene un tamaño todo… Yo creo que por eso me ha venido bien ser un poco tonto, me ha venido bien que desde pequeño me quedara todo un poco grande, porque estaba muy preparado para lo que es la globalización. La sensación que tengo no es una sensación poco familiar, es la que he tenido siempre: siempre me ha parecido todo muy grande, y mi mecanismo de defensa ha sido reírme.

P. Y tú que te conoces el circuito de la comedia en todas sus facetas, desde el stand-up a la tele pasando por la radio, ¿cómo ves el panorama en España?

R. Yo creo que es lo único que producimos bien, bien. Ojalá algún día seamos una potencia tecnológica a la altura de la potencia humorística que somos. Aquí tienes comedia de todo tipo, para todos los colores… lo único que nos falla es el inglés. Si no, estaríamos mucho más valorados, lo digo en serio. Nos falla el inglés y el dinero, pero por lo demás aquí hay un talentazo cómico de la hostia. Lo digo desde los monólogos hasta los carnavales de Cádiz. Cachondos no nos faltan, desde luego.

P. En El Intermedio, que empezasteis como programa de humor, habéis ido virando hacia el humor político. Desde luego da para reírse, pero ¿no te parece cansino que absolutamente todo se haya politizado últimamente?El Intermedio

R. Bueno, siempre ha sido humor político, ¿eh? Pero por desgracia El Intermedio se ha tenido que poner serio porque le ha tocado asumir responsabilidades que no le eran propias, que es la de hacer de informativo también. Con esa parte no contaba el programa. Creo yo, porque yo tampoco tengo una responsabilidad absoluta en El Intermedio, voy allí a no estropearlo y a leer el guion que me dan, que es buenísimo. Pero es verdad que ha acabado cubriendo lo que los informativos no se atreven a decir, o no pueden decir. De toda la vida el bufón ha tenido más libertad que el pregonero. Como dijera algo que molestara un poquito al rey, la cabeza le duraba poquito sobre los hombros. En cambio el bufón, venga va, que diga lo que quiera. Y al final, para enterarse de lo que pasaba, la gente del pueblo iba a escuchar al bufón. Y eso está bien y mal, bueno, más mal que bien. Y afortunadamente, el periodismo se está poniendo las pilas. Mira infoLibre, mira eldiario… Los medios digitales están pegando muy fuerte porque todo no lo puede hacer El Intermedio, nosotros tenemos que estar al chiste.

P. También ciertos periódicos serios y sobre todo ciertas portadas, en ocasiones parece que os hacen la competencia.

R. Eso es una cosa que muchas veces la gente también se olvida: El Intermedio no crea contenidos, es un programa que se ríe de la forma en la que otros cuentan la actualidad. Lo que pasa es que ahora ha añadido la parte en la que no solo critica cómo lo cuentan otros, y eso me parece flipante, además cuenta lo que deberían haber contado.

P. Detrás de la risa, ¿sentís el peso de la responsabilidad?

R. Sí, más que el peso de la responsabilidad siento un profundo agradecimiento de la gente, y eso es brutal. Cuando haces un programa de humor, la gente viene y te dice: felicidades, me río mucho contigo. Pero ahora te dice: felicidades, porque con vosotros me entero de lo que pasa.

P. En el programa habéis encumbrado a Bárcenas como el gran personaje de la crisis. ¿Es para ti Bárcenas ese personaje, o te quedas con otro?

R. No, creo que el personaje de la crisis es España. Es España y sus miserias, España y sus ayuntamientos, España y sus concejales con puros… Bárcenas es un claro ejemplo de la peor España. La que campó a sus anchas durante tanto tiempo y se fundió todo ese dinero que había inventado. Y Bárcenas me parece el ejemplo perfecto de todo eso: un tío con esa cara de matón de barrio, que acabara haciendo heliesquí en Suiza… ¡Heliesquí! ¡Pero si tiene cara de tirarle una piedra a un helicóptero si lo ve creyendo que es un pájaro gordo! Entonces me parece un ejemplo muy gráfico de lo mal que ha estado España. Yo creo que ahora no tenemos dinero pero el país está mejor, porque ha aflorado todo lo malo.

P. Ahora que se habla de que cambian los tiempos, de que hay una nueva ilusión… ¿tú participas de esa ilusión? ¿Crees que las cosas van a cambiar? Porque llevamos mucho tiempo hablando de eso y al final tampoco han cambiado tanto las cosas.

R. Es que el mundo es una gran España también. Es como las películas de Berlanga, que hablaban de España, o hablaban de Villar del Río, pero el mundo es Villar del Río. Tenemos muy sobrevalorado el mundo: hay mucho Bárcenas por ahí, muchísimo. Muchísimo tío que no mira más que su propio bolsillo. Entonces, de lo que estamos hablando en realidad es de cambiar el mundo, o por lo menos Europa. Y eso no es tarea pequeña. Lo que sí creo es que tenemos que pedir diez para que te den 3, y no hay que tener miedo a pedir. Con cabeza, sin que te dejen fuera del tablero, que esto es Juego de Tronos, no yendo tampoco a dar patadas, porque vamos de farol y en el fondo tenemos poco con lo que negociar. Pero si todos los que estamos jodidos, que somos muchísimos y de todos los países, nos ponemos de acuerdo en que las cosas tienen que cambiar en algo, en un mínimo... Que tampoco estamos hablando de crear una utopía, estamos hablando de cobrar un sueldo mínimo. Eso no es conquistar el cielo, es conquistar el suelo. Que la gente tenga mil euros ¡mil euros! al mes para vivir. Y está claro que eso hay que pedirlo, y eso lo tiene que pedir Europa en bloque, porque si no los cabrones se van y montan la fábrica en otro sitio. Entonces tiene que ser Europa la que les diga: oiga, no. Y el sueldo mínimo, o se impone o no existe. Como decía George Carlin: no me habléis de políticos, hablemos de vuestros dueños. La política tiene que empezar a exigir los dueños del mundo un mínimo, lo que permita una vida digna. Y yo me conformaría con eso. Luego ya lo de la democracia participativa, la renta básica universal y todo eso… sería maravilloso.

P. Volviendo a eso que comentábamos antes de que estás en un montón de sitios, en la radio, en la tele, en tintaLibre… Al final estás en todos esos sitios pero no sabemos muy bien quién es Dani Mateo: qué hace cuando se aburre, qué música escucha… Esas cosas.

R. Pues debería aburrirme más. Ahora estoy en eso. Mi gran reto es empezar a aburrirme más, porque hay mucha creatividad ahí, en el aburrimiento. Es necesario. Y estoy en tantas cosas que a veces me quedo seco de ideas.

P. Ahora que echas la vista a atrás a estos diez años de carrera, ¿te ves en otros diez con este ritmo?

R. No me veo. No sé qué va a ser de mí, pero como tampoco lo sabía hace diez, eso me tranquiliza. Básicamente, supongo que seguiré diciendo que sí a todo, y ya me arrepentiré luego. Pero es verdad que tengo que intentar aburrirme un poco más.

P. Y mañana (por hoy) que son los Goya…

R. Voy a estar, porque mi mujer (la actriz Elena Ballesteros) es académica. Y por cierto, que no te lo he dicho: en esta carrera por no aburrirnos hemos montado una productora, con la que hemos producido esto. Porque encima nos hemos creído el rollo emprendedor, y nos hemos metido al suicidio. Produjimos también el anterior espectáculo (PK2.0 Que Dios nos pille confesados), vamos a producir también ahora un programa para la Ser, con Raúl Cimas, y la idea es hacer cosas que estén a nuestro nivel, cosas pequeñitas pero muy cuidadas. Pero volviendo a los Goya, voy a estar ahí, y Elena, que es académica y actriz, va a estar muy pendiente de las películas y de las nominaciones. Yo voy a estar muy pendiente de Dani Rovira, que me parece un héroe. Yo voy a estar como los que seguían a Leónidas en las Termópilas, voy a ver qué tal este hombre ahí, porque eso para un cómico es… el gran reto. Las Termópilas. Los Goya: ¿por qué se ríe tan poco esa gente, joder, qué les pasa? ¿Son de cartón? Así que le deseo la mejor de las suertes.

P. ¿Te liarías tú la manta a la cabeza y presentarías los Goya? ¿Dirías también que sí a todo?

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R. No lo haría por menos de cien euros (risas).

P. ¿Y tienes alguna película favorita?

R. Yo creo que Ocho apellidos vascos algo se va a llevar seguro y quizás La isla mínima, que es un peliculón.

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