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Armenia, patria querida

El monte Ararat, el lugar donde según la tradición se posó el Arca de Noé tras el diluvio, y símbolo de Armenia.

Obligados a atravesar el desierto sin agua ni víveres. Violados, atacados y muertos muchos a manos de aquellos que estaban a cargo de protegerlos, con la ayuda de salteadores y bandidos. No se puede saber cuántos de aquellos cristianos sumergidos en las entrañas del musulmán Imperio Otomano perecieron, pero probablemente fueron más de un millón y medio. Sí es seguro que el holocausto de este pueblo, el armenio, sigue aún reverberando en las mentes y los corazones de los descendientes de un genocidio de imponderable magnitud y que hoy, cien años después, solo reconocen en todo el mundo 22 países, entre los que no figura España.

Fascinado antes que por esta cruel historia por otra mucho más amable, la de la cultura de aquella república caucásica, que pervive sobre todo a través de la diáspora, el periodista y escritor barcelonés Xavier Moret (1952) cumplió hace dos años un muy largamente esperado sueño: el de volar a Armenia, un lugar “que siempre me intrigó; siempre me pareció un país misterioso, enigmático, milenario”. El enganche fue la música de Charles Aznavour, el cine de Atom Egoyan, la literatura de William Saroyan. A través de ellos, y de entrar en contacto con otros armenios emigrados, se despertó en él ese interés por este país semidesconocido, del que siempre quiso y aún quiere saber más.

Fruto de todo lo aprendido antes de conocer aquella tierra y durante su estancia, nació La memoria del Ararat, recién publicado por Península. La intención original, como explica el propio Moret, era la de “escribir un libro de viajes en el que el genocidio tuviera poca presencia”. La idea era hablar del legendario monte Ararat, donde según la tradición terminó posándose el Arca de Noé tras el diluvio, hoy en suelo turco; del místico lago Sevan y los muchos y muy hermososmonasterios medievales; de la autoproclamada república de Nagorno Karabaj, tierra poblada de armenios que Stalin cedió “caprichosamente” a Azerbaiyán; o de la ecléctica capital, Ereván, fundada en 1924 cuando el país formaba parte de la URSS, de la que se independizó en 1991. “Pero hablando con la gente allí vi que era inevitable, porque cada día alguien me sacaba el tema, ya que casi todas las familias de Armenia tienen un fallecido o más en el genocidio”.

'El hígado es la cresta del gallo', pintura del armenio-estadounidense Arshile Gorky realizada en 1944. La obra del artista es una de las recomendaciones de Xavier Moret para introducirse en la cultura armenia. 

No faltan en el libro sugerentes descripciones de paisajes y personas, así como del legado de los representantes de la cultura armenia, tanto en la diáspora como en el país, o los relatos históricos, además de una serie de fotografías tomadas por Alfons Rodríguez, quien le acompañó en el viaje. Pero es el exterminio que precisamente este año se hace centenario lo que va copando las páginas según avanzan. “En aquel momento, en 1915, no había medios de comunicación tan ágiles para que el mundo lo supiera de inmediato, lo fue sabiendo poco a poco, pero ahora ya no hay excusa: hay que denunciar el genocidio y hay que reconocerlo, algo que Turquía todavía no admite”, subraya el periodista, que concede que, como también ocurre en España con el franquismo, “causa sorpresa que cien años después aún se esté luchando para reivindicar la memoria histórica y la verdad”.

Armenios por el mundo

Con siete millones de armenios fuera del territorio nacional frente a los tres que viven dentro de sus cada vez más pequeñas fronteras, que en los tiempos de antes de Cristo se expandían desde mar Caspio al mar Negro y del Cáucaso a Jerusalén, y que ahora se reducen a unas montañas sin salida al mar, este país vive sobre todo como ideal casi mitológico en las mentes de aquellos que lo dejaron atrás, que son a su vez una importantísima fuente de ingresos para un territorio que carece de riqueza natural.

Sayat-Nová es un compositor armenio del siglo XVIII, que Moret recomienda escuchar.

“Al lado está Azerbaiyán, con mucho petróleo, Georgia con gas natural, y ellos solo tienen montañas, paisajes y monasterios. Es un país bonito, interesante, de gran profundidad histórica, pero en cambio muy pocos recursos para tirar adelante”, explica Moret, que remarca la influencia negativa que, por encima de esto, ejerce la vecina Turquía, cuyas fronteras están cerradas y “que tiene mucho más poderío económico y político, con una base de la OTAN. También está cerca de Oriente Medio, cerca de Asia, lo que hace que otros países prefieran no enemistarse con ellos, y por eso no reconocen el genocidio”.

Para Moret, 'Ararat', de Atom Egoyan, es la película que mejor refleja el genocidio armenio.

Personajes como Charles Aznavour, nacido Shahnourh Varinag Aznavourian, y que a día de hoy es embajador armenio en Suiza, han hecho mucho por dar a conocer no solo aquel desastre, sino también otros como el más reciente terremoto de 1988, que mató a entre 25.000 y 50.000 personas, dejando a muchas más sin hogar. También son hijos de la diáspora los ya mencionados Egoyan y Saroyan, y muchos otros nombres más de la cultura y el espectáculo como Cher (Cherlyn Sarkisian), Andre Agassi (Agassian), el cineasta Robert Guédiguian, la recientemente famosa (aunque no precisamente por sus aportaciones al arte) Kim Kardashian, o el violinista Ara Malikian, residente en España. 

Muchos de los que viven en lugares como EEUU o Francia son ahora emigrantes de tercera o incluso cuarta generación que descienden de los supervivientes del genocidio, por lo que su lucha y su sensibilidad sobre esta cuestión continúa muy a flor de piel. En España, donde hay una comunidad de unos 50.000 armenios, la mayoría son recién llegados por cuestiones económicas, con lo que sus preocupaciones resultan en ese sentido diferentes, aunque no por ello olvidan su pasado histórico.

El barcelonés Jordi Savall reunió a un grupo de músicos armenios para dar forma a este 'Espíritu de Armenia'.

La diáspora que nunca se olvidó de Armenia

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De hecho, este país será uno más de los que se sumen a los actos conmemorativos que tendrán lugar a lo largo de este año en diversos puntos de todo el planeta, y evidentemente muy en especial en Armenia, para recordar y poner por fin en la mesa de prioridades internacionales el reconocimiento del exterminio. “Estuve hablando con el director del museo del genocidio en Ereván”, recuerda Moret, “y él me contaba que es la gran oportunidad para darle visibilidad, porque ha quedado medio olvidado. Incluso el grupo System of a down, que es el más famoso de los armenios de la diáspora, californianos, hacía años que no tocaban juntos y se reúnen para tocar en una gira por Armenia este año 2015”.

El futuro de este país sin recursos naturales y con más población fuera que dentro no pinta, por esas mismas razones, excesivamente luminoso. "La diáspora ayuda mucho económicamente pero también se está cansando. Y además hay mucha corrupción, cosa que hace que la gente desconfíe de todo. Hay que pagar por todo, y antes en la Unión Soviética te contaban que la corrupción estaba en lo alto del partido, pero ahora se ha extendido a distintas capas de la sociedad. Y el hecho de que el 40% de la población según una encuesta reciente se plantee emigrar muestra que su futuro está negro”, se lamenta. “Con todo, quiero pensar que algún futuro habrá, sobre todo porque la gente es de un gran corazón, y también con muchas ganas de salir adelante”.

Charles Aznavour escribió esta canción solidaria tras el terremoto de 1988. 

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