Teatro

Así se ven las caras de los políticos desde la platea

Ignasi Vidal, Juan José Alfonso, Albert Boadella y Pedro Muriel pegando carteles para promocionar la obra 'Dignidad'.

Solo hace falta encender el televisor para comprobar que la política es, mucho más que nunca, parte fundamental de la cotidianidad. Debates para desayunar, entrevistas para comer y tertulias para cenar. La gravedad de la situación social y económica ha transformado el imaginario del día a día, también en los museos, que han cedido sus paredes a la reflexión política; en la música, cuyas letras han virado hacia la protesta; o incluso en tebeos como los clásicos Mortadelo y Filemón, cuya próxima aventura —en la calle desde este miércoles 8— les llevará a medir fuerzas con en el canoso y ratero tesorero del Partido Papilar.

No es que esto no ocurriera antes: el mismo Francisco Ibáñez ha caricaturizado en sus viñetas a decenas de personajes conocidos a lo largo de los años, desde Rajoy a Zapatero, Pujol o Fraga. En la cartelera teatral, no obstante, últimamente se concentran las propuestas que aluden directa o indirectamente a los políticos, entendidos no como entidades abstractas, como ideas evanescentes, sino como las personas de carne y hueso que son, con su poder y su gloria, con sus miedos y sus preocupaciones. No es necesariamente teatro político, ni política desde el teatro: en ocasiones, se trata de pura realidad sobre las tablas que busca hacer reflexionar en clave de ficción; en otras son, por el contrario, ficciones que quieren dar qué pensar sobre la realidad.

Política con dignidad

Desde este mismo lunes, y hasta el 26 de este abril, puede verse en los madrileños Teatros del Canal la obra de Ignasi Vidal Dignidad, dirigida por Juan José Alfonso. El propio autor y el actor Daniel Muriel dan vida a la pareja de protagonistas: dos políticos de un mismo partido —el líder y su mano derecha— que “a priori” buscan trabajar por el bien común. A un paso del poder tras un largo y pedregoso camino, ambos se reúnen en un despacho en un encuentro íntimo en el que se destapan sus ambiciones, deseos y traiciones, esos que normalmente no se dejan ver a la luz pública.

Una imagen promocional de 'Dignidad'.

Una anécdota real, la que protagonizaron Felipe González y Alfonso Guerra cuando, en una mesa parlamentaria en plena década de los ochenta uno de ellos se quedó dormido, fue el detonante del texto, en cualquier caso ficticio, que quiere poner de relevancia el abismo que separa lo que ve el ciudadano en la televisión y lo que de verdad ocurre. Y aunque no se llama como él, lo cierto es que el personaje principal, el que interpreta Muriel, tiene un claro referente: el presidente de Ciudadanos Albert Rivera, a quien el actor vio en persona para aprender de sus formas y gestos en una sesión en el Congreso de los Diputados de un debate sobre el Estado de la Nación.

En la presentación a los medios de la pieza, el director de los Teatros del Canal, el dramaturgo Albert Boadella, quiso destacar que “al teatro europeo le ha faltado reflexión a la realidad”. “Es un teatro escapista”, aseguró sobre la falta de propuestas ancladas a las problemáticas actuales, en contraposición, claro, a su propuesta. Pero aunque su texto esté, como él afirmó, de “rabiosa actualidad”, lo cierto es que no son ellos los primeros en hacer arte de la vida, entiéndase en España. Aquí, el proyecto del Teatro del Barrio de Alberto San Juan, sin ir más lejos, lleva desde su nacimiento hace algo más de un año reflexionando sobre el día a día desde su más modesta atalaya en el barrio de Lavapiés.

Tan real como teatral

Desde que estrenaran en mayo del año pasado Ruz-BárcenasRuz-Bárcenas, una obra coproducida con el Teatre Lliure y protagonizada por Pedro Casablanc y Manolo Solo que transcribe palabra por palabra (aunque en una versión recortada) la segunda interpelación del juez al extesorero del PP, desde el Teatro del Barrio han ido multiplicando sus propuestas de amarre estrictamente documental. A día de hoy tienen en cartel otras funciones que, si bien se alejan temporalmente de esa “rabiosa actualidad” de la que hablaba Boadella, continúan con la labor cuasiperiodística de ahondar en los hechos históricos para tratar ponerlos en perspectiva.

Como explicó el propio San Juan, la aspiración de este tipo de teatro, que los anglosajones llaman Verbatim (literal), es "investigar e informar a partir de piezas teatrales". "En la medida en que conozcamos específicamente hasta qué punto lleva un siglo en el poder el mismo grupo, dominando la vida de este país, generando un sufrimiento indecible; en la medida en que ese conocimiento se extienda, la transformación del sistema creo que es inevitable", auguró el intérprete y director en una entrevista con este periódico. De ahí, de esa aspiración, surge el reestreno de Hendaya. El musical, una función de 2012 que plantea una recreación del famoso encuentro entre Hitler y Franco en los años treinta; o Las guerras correctas, donde ponen cara a cara a Felipe González e Iñaki Gabilondo –como ya ocurriera en un plató de TVE el 9 de enero de 1995– en una tensa entrevista sobre el terrorismo de Estado que perpetraron los GAL.

El poder de estas obras que hablan de hechos por todos conocidos y ponen en boca de los actores palabras ya escuchadas, reside fundamentalmente en su traspaso al teatro, una transformación que necesariamente provoca una reacción. Como señalóPedro Casablanc, el Bárcenas de la función, "la transcripción es un resumen de los momentos clave que la gente más o menos conoce, así que lo que el público ve es ese duelo que nosotros hemos inventado, y ven cómo un hombre se defiende, de manera que los personajes cobran una humanidad que no tienen en el sumario. Además, ves cosas que como ciudadano te afectan: hablan de tu dinero, porque es dinero público, y de tus gobernantes, y eso te puede alterar muchísimo”.

Mañana y ayer

Para los próximos meses, la sala impulsada por San Juan acogerá nuevos experimentos de crónica escénica y más allá. Ruz-Bárcenas, que también se ha podido ver en diferentes ciudades de todo el Estado, ya anda en busca de su versión cinematográfica, para lo que el equipo ha puesto en marcha una campaña de crowdfunding para levantar un filme con los mismos protagonistas y dirigido por David Ilundain. Con el título previsto de B, la película lleva recaudados hasta la fecha cerca de 18.000 euros de los 50.000 que necesita, los mismos que el extesorero aseguró haber repartido a Rajoy y Cospedal en un interrogatorio de julio de 2013. 

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Entre los proyectos documentales por venir, el primero está programado para el mes de junio y llevará por nombre El rey. El encargado de insuflarle alma será Luis Bermejo, y en la función aparecerán otros personajes reales como Felipe González o Juan Luis Cebrián, que interpretarán de manera múltiple los actores Willy Toledo y Javier Gutiérrez, ambos recurrentes, como San Juan, de la compañía Animalario, que hace más de una década versionara desde la imaginación la entonces boda de Ana Aznar y Alejandro Agag en Alejandro y Ana. Para más adelante, el periodista y escritor Isaac Rosa también planea su propio estreno en el Teatro del Barrio: González, sobre las investigaciones periodísticas en torno al presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. 

Esta proliferación de la interpretación en clave política —sea literal o inventada— también puede rastrearse de un tiempo a esta parte. Camargate, basada en la reproducción al pie de la letra de una conversación, se representó a lo largo de este mes de marzo en el Teatre Tantarantana de Barcelona. Las palabras que declamaban las actrices sobre el escenario fueron las mismas que pronunciaron Alicia Sánchez Camacho, presidenta del PP catalán, y Victoria Álvarez, expareja del Jordi Pujol Ferrusola, en el restaurante la Camarga en julio de 2010. El diálogo ente ambas, que fue grabado por la agencia de detectives Método 3, dio nombre al caso de escuchas ilegales a Sánchez Camacho.

En Barcelona se quedó también Jordi Casanovas, autor de Ruz-Bárcenas, con funciones como Pàtria, un montaje en el que se desentrañaba el nacimiento de un líder político por medio de la figura del político independentista Miquel Raventós; o la futura Pujol, president, en la que tiene previsto escenificar (en 2016) el ascenso y caída del antiguo dirigente catalán basándose en Ciudadano Kane, de Orson Welles. En Madrid, José Manuel Seda y Eduardo Velasco dieron vida a Adolfo Suárez y Santiago y Carrillo en El encuentro, una pieza sobre la reunión que ambos dirigentes mantuvieron en 1977 con motivo de la legalización del Partido Comunista. Y el mismo Suárez tuvo otra encarnación de la mano de Antonio Valero en Transición, una obra que escarbaba en el paso de la dictadura a la democracia a través del expresidente del Gobierno, de quien el codirector de la pieza, Santiago Sánchez, ya dijo que su vida, plena de sobresaltos, bien podría haber dado forma a una "tragedia griega". 

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