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Literatura

Gasán Kanafani: letras con una causa

El escritor palestino Gasán Kanafani.

Para acallarlo, tuvieron que recurrir a la barbarie. Era verano, en pleno mes de julio, y la explosión de su coche sumó más combustión a las ardientes calles del centro de Beirut. Montado iba Gasán Kanafani, y montada iba con él su sobrina. Ella, Lamis, tenía 17 años. Él, 36. Su existencia fue corta, pero indudablemente intensa. Nacido en la ciudad de Acre hace exactamente 79 años, el 9 de abril de 1936, contaba 12 cuando en 1948 Palestina se sumió en el conflicto que aún hoy continúa sin ver su final. Aquel hijo de un abogado, miembro de una familia de lo que aquí llamaríamos clase media, tuvo entonces que emigrar más allá del desierto para nunca volver.

Desde muy joven, Kanafani ejerció diversos oficios de los de pane lucrando. Llegó a ser profesor de dibujo en distintas escuelas de la UNRWA para después estudiar literatura en la universidad de Damasco, de la que fue expulsado por sus actividades políticas, en las que llevaba inmerso desde los 15 años; desde allí emigró a Kuwait y después a Beirut, trabajando como periodista en diferentes publicaciones hasta acabar fundando el semanario Al Hadaf, del que sería redactor jefe. Como trasfondo de todas sus empresas, se encontraba su férrea militancia. Participó en la creación del Frente Popular para la Liberación de Palestina, grupo de corte marxista-leninista dirigido por el cristiano George Habash y parte integrante de la OLP, la Organización para la Liberación de Palestina. Por ello, por su constante implicación en la causa de la liberación de su pueblo, siempre pacífica, con su pluma por toda arma, fue asesinado por los servicios secretos israelíes.

Para apuntalar ese compromiso se dedicó mientras pudo, con verdaderas prodigalidad y fruición, a la labor de la literatura. Convertido tras su desaparición en símbolo de su patria y su bíblica desgracia, Kanafani se valió precisamente de muchos y y muy cuidados símbolos para plasmarla a ella, a su tierra. Con siete novelas cortas pergeñadas, algunas inacabadas, 57 cuentos, tres obras de teatro y centenares de crónicas periodísticas y ensayos e incluso dibujos, algunos de los cuales han pasado a ilustrar sus obras, el autor acaba de ser reeditado en España por la editorial Hoja de Lata, que publica Una trilogía palestina, un compendio de tres de sus nouvelles: Hombres en el sol (1963); Lo que os queda (1966) y Um Saad (1969).

El telón de fondo de estas y de todas sus obras es siempre el mismo: el drama vivido por él y por los suyos, sus paisanos. Para contarlo, recurrió cada vez a una fórmula diferente. “La primera novela”, explica su traductora del árabe al castellano, María Rosa de Madariaga, “habla de una huida en una situación límite desde la individualidad; la segunda, continúa con esa búsqueda de una solución individual pero ya se plasma la intención de hallar un camino común; y la tercera, aborda el descubrimiento de la guerrilla, de la lucha armada. Son tres novelas realistas, pero con un simbolismo que siempre está muy presente en toda su obra”.

Esa tensión entre la plasmación casi reporterística de los hechos históricos y su recreación a través de “descripciones de enorme belleza y metáforas preciosas” es posiblemente la mejor base para comenzar a describir su obra, una fuente de memoria histórica de la que Madariaga también reconoce sus defectos, como un cierto aspecto “descuidado” en algunas frases, “como si no hubiera tenido tiempo de releerse”. Con todo, la traductora, subraya el valor de su aportación a la narración del “drama” y la “traición” sufridos por los palestinos, para los cuales Kanafani vio en sus libros “un rayo de esperanza” que, sin embargo, más de 40 años después de su muerte, sigue sin vislumbrarse en la vida real.

Concebidas de manera independiente, las tres piezas que componen Una trilogía palestina tienen de algún modo la cualidad de un todo. En Hombres en el sol, Kanafani recrea la historia de tres palestinos de tres generaciones que se ven obligados a emigrar a Kuwait atravesando el desierto, para lo que se introducen en un camión cisterna que les lleva a un muy trágico destino. En Lo que os queda, el escritor intentó trasladar aspectos de la literatura occidental a la árabe a través de elementos como los monólogos interiores, así como la utilización de diferentes estilos, distinguibles por la alternancia de diferentes caracteres de imprenta en un relato en torno a la deslealtad vista a través de dos hermanos, en el que elementos inertes como el desierto o un reloj adquieren rasgos humanos. Dada la complejidad formal de esta obra, el autor, cuyo objetivo primordial era difundir un mensaje, volvió en Um Saad al realismo de tipo soviético, en el que los personajes encarnan ideas abstractas.

La evolución de la narrativa de este escritor joven que no pudo madurar sus cualidades innatas se corresponde en parte con los desarrollos del sangrante conflicto entre Palestina e Israel, que siempre aborda desde un punto de vista interno, íntimo, desde el dolor y la incomprensión. En sucesivos estadios, novela a novela, Kanafani va pasando de la idea de tormento individual para el que solo uno mismo puede acaso hallar alivio a la toma de conciencia de la necesidad de unir fuerzas. Alabado por literatos y compatriotas como el afamado poeta Mahmud Darwish, quien reconoció en él a un maestro, Kanafani fue, como escritor en el exilio, uno de los grandes renovadores de la prosa no solo palestina, sino árabe, una lengua tradicionalmente más versada en la poesía.

Las tres obras salieron a la calle por primera vez en español en 1991 de la mano de Ediciones Libertarias, pero desde entonces habían caído en una especie de olvido a pesar de que han surgido algunas (muy escasas) traducciones posteriores del autor, como la de dos de sus novelas cortas al catalán. Esta nueva versión de Una trilogía palestina de Hoja de Lata es en realidad la misma que entonces, con un nuevo prólogo de María Rosa de Madariaga. Como el conjunto de la obra publicada de Kanafani, esta reedición ha contado con el beneplácito de su viuda, la danesa Annie Kanafani, gestora de una fundación cultural a su nombre radicada en Beirut. “Después de Kanafani, ha habido otros escritores palestinos destacados, como Imil Habibi o Tawfiq Ziyad, que fue alcalde de Nazaret y murió en un accidente de tráfico, pero no muchos más”, ilustra Madariaga. “Él supuso una aportación muy importante a la literatura palestina, con una novelística en la que literatura y militancia son imposibles de separar”.

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