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'Maldito (des)amor': la poesía que le falta a la política

'Maldito (des)amor': la poesía que le falta a la política

Francisco de Borja Sémper Pascual, conocido como Borja Sémper (Irun, 1976), es presidente del Partido Popular en Gipuzkoa y, según él mismo, “un osado, un irresponsable, un kamikaze” por compaginar su trabajo político con la publicación de Maldito (des)amor.

Bajo el sello editorial y el atrevimiento de “una editorial chiquitita”, Lapsus Calami, Borja Sémper ha publicado su primer poemario, Maldito (des)amor. Una obra que el político califica como “un golpe directo” a las emociones primarias, casi públicas: esas que todo ser humano ha sentido en algún momento de su vida. Un golpe directo, de puño de hierro sin guante de terciopelo, sobre el recorrido que va “desde el enamoramiento hasta el desamor”.

Sémper confiesa que escribe poesía “desde siempre”. Tal vez por ello su primer poemario nace de una compilación de sus poemas publicados en su perfil de Instagram. “Fue este verano cuando empecé a ordenarla”, cuenta, “luego se la pasé a una amiga editora para tener una visión externa y, tras tener su opinión, empecé a mandar el poemario a editoriales. Llamé a las puertas en frío”. Y Lapsus Calami se la abrió.

“El editor, Jorge Vales, es de izquierdas y me dijo que en un principio tenía prejuicios porque yo soy del PP, pero que tras leerme, le había gustado y me quería publicar”, cuenta Sémper.

En La mécanica de las cosas, Sémper sentencia que para enamorarte no puedes ser un cobarde / y para dejar de estar enamorado tienes que ser valiente. Sin embargo, en la mecánica aplicada por el presidente del PP guipuzcoano para escribir versos no existen secretos, aunque la poesía tenga unas cuantas herramientas más de las que el político utiliza. “Soy consciente de mis limitaciones, por eso no tengo más pretensiones de las que cuento”, reconoce, “busco el ritmo, huyendo de florituras y textos rebuscados”.

El político no se atreve (todavía) a llamarse poeta, porque dice no saber “en qué momento llega uno a serlo”. Tal vez por eso, confiesa, su mayor miedo es “perder el norte, creerme algo, crecerme, subirme a la parra. Eso es contra lo que lucho, también en política”.

Política y poesía: una combinación de elementos en los que Sémper no sólo manifiesta los mismos miedos, sino también la misma materia prima. “Las dos cosas deben partir del corazón”. Al presidente del PP guipuzcoano le resulta fácil hacer las dos cosas, poesía y política, pero “eso no quiere decir que lo haga bien”. “Lo importante no es que sean fáciles, lo importante es que se hagan de forma honesta”, sentencia.

Borja Sémper es de los que piensan que los políticos “no sólo deberían hacer política” y que es bueno “que tengan otras inquietudes” que les obliguen a relacionarse con esferas distintas, porque “relacionarte con gente diferente te hace avanzar y crecer”, reconoce.

¿Qué provecho tiene ser político para escribir versos? Sémper lo tiene claro: la política no le beneficia para escribir poesía. Sin embargo, como político dice obtener “un beneficio grandísimo, porque escribir me enriquece y me ayuda a tomar perspectiva, a afrontar la política de otra forma. Yo creo que a la política le hace falta algo más de poesía”.

Otra experiencia positiva de esta dicotomía, para Sémper, es el descubrimiento de una realidad hasta ahora desconocida para él: el ambiente de los bares madrileños en los que se cuece la poesía. “De pronto descubres que hay todo un mundo de gente joven escribiendo, algunos que son infinitamente mejores que yo, y estoy aprendiendo mucho”, reconoce.

Sémper es consciente de que algunos puedan pensar que publicar Maldito (des)amor “es postureo”: “Nada más lejos de la realidad. Yo estoy disfrutando como un enano. Me da igual si alguien piensa 'ya está el pepero este, que va de moderno'. La política es circunstancial, los sentimientos no”.

Al borde de la ficción

Poco le importa que el hecho de escribir y publicar poesía suponga para su figura de político “una doble exposición” a las críticas. Él dice sentirse “muy acogido y muy respetado” en ese mundo poético al que acaba de llegar recientemente: “Te das cuenta de que la gente está deseando quitarse prejuicios y conocer a la persona más que al personaje”.

Su frescura y su honestidad sin destilar se palpan en cada una de las páginas de Maldito (des)amor. “No me gustaría perderlas y parecer un robot”, revela el escritor. Bajo esa sinceridad, más bien desde ella, Sémper reconoce que le gustaría tener “la parte canalla de Sabina, la honestidad de Karmelo C. Iribarren, la profundidad de Luis Alberto de Cuenca, la directa sencillez de Luis García Montero”.

Borja Sémper no sabe si publicará nuevos poemarios. De momento, habrá que disfrutar de Maldito (des)amor, un viaje primigenio por versos que fotografían al lector, que le radiografían incluso, junto a los rincones más turísticos y compartidos del amor.

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